El ave quemò sus patas en el bosque incendiado. Desde entonces sòlo volò, hasta caer rendida. El viejo tano que amaba al sol curò sus patas y entonces ella se marchò, a volar otra vez. Por miedo al dolor, sòlo volaba y regresaba ocacionalmente a visitar al viejo, pero sus visitas eran un "ola y un adios". Tarde aprendieron que el "ola y adios" siempre mata al amor.
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