Rostro rojo
Poema publicado el 01 de Marzo de 2019
Camino que caminaba
Y el otro día andaba
Resulta que me paré
Al ver que tras soñando ver
Un cauce de un río tonto
Y despistado que me perdí
Todo confundido me fui
Al fondo suave y oscuro
De aquel sauce vanidoso
Un árbol decoroso
Ostentoso y gris
Del sauce glorioso
Donde comenzaba su reposo
Ocupado de día
Ocupado de noche
Y escondido que se esconde
Se escondía aquel
Aquel al que llamaban
El hombre del rostro rojo
En el sauce lloroso.
Un rostro sin nombre
El rostro sin edad
Un rostro solo rojo
Rojo como la pureza
De la verdad
Todos contaban que cuentan
Que el que se perdía
Se enamoraba
Y a los incautos que rondaban
El tiempo triste y seco
Las lágrimas de su ser
Brotaran que Brotarían.
Por destino del reloj
O de la serpiente maloliente
Y sobre todos los males
De la oz veloz, penetrante
Y la aroma que dio voz
Al ser que respira dentro mío
Los vívidos pensamientos rotos
Se alzaron aullando
En aquel sauce de aquel río.
Solo podía respirar
La amargura y el dichoso
Pensamiento del hombre rojo
Por eso escondido comencé
comencé a imaginarme
Que todo aquel titubeo
Se podía amenazar
Con los dientes de puro
y sustancioso estaño
del agudo metal
Formando un estandarte.
Pensando mentalmente
Lo que comenzarían
O lo que me imaginaba
Que algunos contarían
Algunos dirían y gritarían
Que el hombre rojo moriría
En aquel cauce sincero
Donde yacía ahora triste
La voz sin nombre
En su propio sendero.
De mi tumba yacía
Una flor que nunca
Encontró reposo
Porque yo solo y triste
Me enamore perdidamente
Del hombre rojo.
En el cauce sin rostro.
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Poema publicado el 01 de Marzo de 2019
Camino que caminaba
Y el otro día andaba
Resulta que me paré
Al ver que tras soñando ver
Un cauce de un río tonto
Y despistado que me perdí
Todo confundido me fui
Al fondo suave y oscuro
De aquel sauce vanidoso
Un árbol decoroso
Ostentoso y gris
Del sauce glorioso
Donde comenzaba su reposo
Ocupado de día
Ocupado de noche
Y escondido que se esconde
Se escondía aquel
Aquel al que llamaban
El hombre del rostro rojo
En el sauce lloroso.
Un rostro sin nombre
El rostro sin edad
Un rostro solo rojo
Rojo como la pureza
De la verdad
Todos contaban que cuentan
Que el que se perdía
Se enamoraba
Y a los incautos que rondaban
El tiempo triste y seco
Las lágrimas de su ser
Brotaran que Brotarían.
Por destino del reloj
O de la serpiente maloliente
Y sobre todos los males
De la oz veloz, penetrante
Y la aroma que dio voz
Al ser que respira dentro mío
Los vívidos pensamientos rotos
Se alzaron aullando
En aquel sauce de aquel río.
Solo podía respirar
La amargura y el dichoso
Pensamiento del hombre rojo
Por eso escondido comencé
comencé a imaginarme
Que todo aquel titubeo
Se podía amenazar
Con los dientes de puro
y sustancioso estaño
del agudo metal
Formando un estandarte.
Pensando mentalmente
Lo que comenzarían
O lo que me imaginaba
Que algunos contarían
Algunos dirían y gritarían
Que el hombre rojo moriría
En aquel cauce sincero
Donde yacía ahora triste
La voz sin nombre
En su propio sendero.
De mi tumba yacía
Una flor que nunca
Encontró reposo
Porque yo solo y triste
Me enamore perdidamente
Del hombre rojo.
En el cauce sin rostro.
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