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El espejo y el dictador - Poemas de Angel Zamora



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El espejo y el dictador
Poema publicado el 12 de Marzo de 2021

EL ESPEJO Y EL DICTADOR
                            Autor: Zairus Mont

Una vez un dictador que
a un Cayo huyendo llegó,
poco a poco descubrió que ilustrados no había allí.
¬¡Os traigo buenas noticias, ha llegado el Salvador!
de rincones y moradas salieron cientos de seres
que al ver sus buenas costumbres, enseñanzas y placeres
asombrados ante él, le nombraron Rey de Reyes.


Mil halagos le cumplieron, "plata y oro, quiero yo",
y cientos de joyas trajeron y metales a montón,
también buscaron cubiertos, ornamentos, que sé yo
cientos de telas doradas, y hasta un loro tornasol,
uno develó una estatua, otro un himno proclamó.

Al ver tanta bulla junta, varios lemas redactó:
el primero era sencillo: "no quiero más confusión
o bailan todos conmigo o el baile se terminó",
después le siguió un segundo: "aquí solo mando yo"
y un tercero, un cuarto, un quinto, hasta doce publicó.

La gente ya comentaba: -¡bueno y a él que le dio!
un niño al campo llegó y allí mismo lo dejó
"trabajarás por el día, y en la tarde ya verás
mis lecciones, una a una, toditas aprenderás"
¿Puedo pasear en la noche?, preguntó ingenuo el pupilo
"Ni lo pienses, leed mi lema y así te acostumbrarás".
"Cada mujer jovencita un uniforme me hará
que al otro día en el alba, a su marido pondrá,
y las señoras mayores, cien banderas bordaran
todas de iguales colores que mi nombre lucirán
situad una en el escudo, poned otra en el altar
y una tercera y pequeña que hablara de mi grandeza,
las demás -en cada casa- cada cual la colgará".

Una tarde en el jardín
un raro espejo encontró,
lo miró de arriba a abajo
y algo extraño contempló.

Tenía solo una oreja,
una ceja bicolor,
su nariz, recta y porteña,
curva y chata se volvió.

Corrió asustado hasta el baño, y de nuevo se rastreó
buscó cuatro azogues grandes, nada raro descubrió
más no contento con esto, en la luna del salón
observó toda su estampa: "¬Qué alivio!", -manifestó.

No obstante, aquel raro espejo que otra faz le dibujó
con cuidado y con recelo, pronto raudo lo escondió
y hasta el lugar más lejano del Cayo, lo retiró.

Luego siguió dando órdenes:
"Haced un castillo en la punta, levantad pronto cuarteles
traed las armas, de prisa, quiero nombrar coroneles".

"Y la alacena cerrad,"
pero señor, ¿que comemos?, solo hay pan y vegetales
-¿para que tantos tamales?, soy alérgico al pepino, al tomate,
al lechuguino y a la cebolla también, la harina es fuerte y
sostiene, solo de pan viviréis".
dijo el dictador cautivo de aquel espejo agresor.
-"En nada más pensareis, laborar es lo mejor",
y el loro tornasolado como un tonto repitió:
-trabajad gente esforzada que moriréis con honor…

"El presente, ¬que bazofia!, el futuro es mi ilusión
ahí si veréis la gloria, con sacrificio y honor,
dad machete, pico y pala, y no me pidáis descansar
que el paraíso se alcanza, sin tener que reposar".

Caminando por la costa, una noche recordó
aquel espejo tan raro que otra imagen reflejó.
ufano corrió al lugar donde el ustorio guardó,
su mirada muy perpleja de repente se quedó
estaba aun más brillante que como él lo dejó.

Se acercó muy lentamente, despacio…, sin rechistar
avanzó solo dos pasos y retrocedió dos más
parecía tener miedo, -"miedo yo!.., nunca, jamás"
gritó -algo indeciso- y de nuevo retornó.
Súbito volvió a la carga, y con recelo miró:
¬-Espanto, ¡que cosa horrible!
asombrado se quedó,
-¿quién será ese pobre monstruo?",
el mismo se interrogó.

Levantó una mano suave
y la frente se palpó
levantó la otra más lenta
y el cabello se frotó.
-Como es posible, dios mío, nevado se transformó
y su hermosa y alta frente, arrugada se volvió.

Calada de cicatrices, negras y supurantes
su nariz la halló repleta de gusanos repugnantes.
En su boca, "¬que asqueroso!", una baba verde había
y su lengua, "¬que espantoso!", era igual a la de arpía.

Tenia por dientes colmillos, rojos y ensangrentados
y la encía en carne viva, que parecía un asado.
Enrojecido y furioso de la gruta se alejó
"Te quedarás ahí por siempre", al espejo le gritó.


Al  siguiente día en palacio, un vizconde que lo vio,
con ojos de fiel lacayo y voz prima le halagó:
"Esta usted hoy muy radiante, mi querido dictador,
¿habrá  nuevos mandamientos antes que se ponga el sol?".

"Para empezar os diré, que he pensado en dimitir,
pero soy TAAAAN… necesario que no sé, si irme de aquí"
-No haga usted eso su alteza, SOMOS FELICES ASI.

A este punto de la historia
y cuando el tiempo pasó,
un Movimiento Callista de repente se formó.
crearon nuevo partido, que hasta consigna sacó:
"Basta ya de tiranías, que se largue el dictador".

Esta de más que le diga el desorden que se armó
la sangre corrió hasta el rió, y hasta el mar enrojeció
"Si algún gato aquí rezonga después que se ponga el sol
me lo cortan en trocitos y lo meten en alcohol."

A la mañana siguiente
desvelado despertó:
huía siempre de algo
que siempre le persiguió.

Molesto y malhumorado
Se levantó prestó y raudo
Acudió a donde el espejo
y una luz intensa vió.

Al penetrar en la cueva
casi ciego se quedó,
un enorme resplandor
del interior se filtró.








Afiló su escasa vista
y algo horrendo divisó
le pareció oler a azufre
y de repente exclamó:
"Es el Diablo, corran pronto,
dadme la cruz gran Señor".

Pelos enormes tenía
ojos llenos de rencor
y una barba azul y negra
del cual salía el hedor.

Ya no le quedaban dudas,
era el mismo Satanás,
con furia loca y altruismo
un madero levantó
y tomándolo por cruz
al engendro lo lanzó.


Los cristales retumbaron
en el medio del salón
y la intensa luz del centro
poco a poco… feneció,
solo un eco de mil voces se escuchó en la habitación
donde yacía el espejo
que derrotó el dictador.



Se levantó muy orgulloso
como un valiente titan,
pero al salir de la gruta
con el sol se tropezó.

No soportó aquellos rayos
No soportó aquella luz
y en la horrible gruta oscura
donde el espejo murió
el dictador ofuscado
nuevamente se metió.

Fue entonces cuando algo extraño
Aquel hombre descubrió.
Al estrecharse los dedos
Un aullido se escuchó
Sus manos se volvían peludas,
la oreja se le cayó
su frente se le arrugaba
y la nariz… ¬ufff....., por Dios!.
Su boca estaba viciada
Apenas ni podía hablar
escupió con mucho asco,
y salió babosidad.
Su cuerpo se hizo gigante
de allí no podía salir
"¿dónde están mis ayudantes?"
se sintió casi morir.
Cubiertas de muchos vellos
sus rudas manos sangrantes
exhalaban mucho odio
y estaban horripilantes.

Cuando a las seis de la tarde el sol se acostó a dormir,
aquel jovencito campestre que su obra le inculcó,
no reconoció la voz y al oír gritos de auxilio
presto se paró a decir:

-Logre ayudarse usted mismo, que yo me largo de aquí,
y  grite un poco más bajo, que el dictador le va oír.






Solo y abandonado en aquella gruta oscura,
se encontró con un trocito de aquel espejo maldito
que antes de quedar a oscuras el cristal le reflejó:
aquel hombre alto y fuerte que al Cayo huyendo llegó,
de los monstruos que te agobian cuando te crees superior.

Hundido y abandonado…
desesperado y perdido,
sin nadie que le ayudara
lo último que recordaba
era la gente que un día,
creyéndole el Salvador,
lo levantó entre sus brazos
y le nombró dictador.


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