El pasacalles
Poema publicado el 20 de Mayo de 2018
El hombre de muy ancha corbata
ambulaba con pasos titubeantes;
nubes muy bajas los rojos tejados rozaban;
un pasacalles le indicó
que transitaba por la calle del Topacio;
se sorprendió de verse andando
por esa calle del recuerdo;
menudas hojas sobre sus hombros llovían;
un individuo le seguía con la mirada
desde el mismo bar que frecuentara
en los tiempos de los sofocos de voz;
una mujer de reverberante figura
le saludaba con las manos
desde el otro lado de la calle,
justo cuando comenzaba a soplar
el viento que llega de las maciegas.
Quiso fijar la vista en quien le saludara,
pero ya no la vio, siempre le sucedía lo mismo;
apresuró el paso, la buscó desesperado
entre las bajas nubes, entre el aullido del viento;
miró las puertas, los corredores;
preguntó en la antigua casa
en que ella residiera,
negativos gestos le respondieron;
todas las cosas le decían “no”
con su silencio de tornasoles, ya la noche caía;
cual si tuviera azogue se agitaba;
el hombre del bar pasó mirándole con asombro;
entonces se apagaron las luces;
horas enteras ambuló en la oscuridad;
luces artificiales estallaban en el cielo;
antiguas músicas sonaban.
Cuando la luz volvió,
en un lugar desconocido se encontró;
ajustó su corbata muy ancha;
sus pasos eran otra vez titubeantes;
vio que el viento iba arrastrando el pasacalles
con el nombre de la calle Topacio…
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Poema publicado el 20 de Mayo de 2018
El hombre de muy ancha corbata
ambulaba con pasos titubeantes;
nubes muy bajas los rojos tejados rozaban;
un pasacalles le indicó
que transitaba por la calle del Topacio;
se sorprendió de verse andando
por esa calle del recuerdo;
menudas hojas sobre sus hombros llovían;
un individuo le seguía con la mirada
desde el mismo bar que frecuentara
en los tiempos de los sofocos de voz;
una mujer de reverberante figura
le saludaba con las manos
desde el otro lado de la calle,
justo cuando comenzaba a soplar
el viento que llega de las maciegas.
Quiso fijar la vista en quien le saludara,
pero ya no la vio, siempre le sucedía lo mismo;
apresuró el paso, la buscó desesperado
entre las bajas nubes, entre el aullido del viento;
miró las puertas, los corredores;
preguntó en la antigua casa
en que ella residiera,
negativos gestos le respondieron;
todas las cosas le decían “no”
con su silencio de tornasoles, ya la noche caía;
cual si tuviera azogue se agitaba;
el hombre del bar pasó mirándole con asombro;
entonces se apagaron las luces;
horas enteras ambuló en la oscuridad;
luces artificiales estallaban en el cielo;
antiguas músicas sonaban.
Cuando la luz volvió,
en un lugar desconocido se encontró;
ajustó su corbata muy ancha;
sus pasos eran otra vez titubeantes;
vio que el viento iba arrastrando el pasacalles
con el nombre de la calle Topacio…
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