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Donde anda? - Poemas de Bren Da



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Donde anda?
Poema publicado el 30 de Julio de 2020

Hoy, como una historia contada a base de melodía, he recordado días felices de mi vida, donde lo que primaba y abundaba era la música.
Cálidos días, la vida era escuchar la viola dulce de aquel corazón gentil sonar, las risas al deducir alguna obra junto a mis compañeras de mi primer cuarteto, bailar a Vivaldi, imitar el sonido cariñoso de aquellas imágenes que nos guiaron por el mundo emocional de la música clásica.
Recuerdo pasar la mayoría de mis horas dedicada a los sonidos, oír como estudiaba mi profesor la sonata favorita de siempre, hacer conciertos de música de cámara, grabar en mi memoria las palabras de los ensayos; "mírense a los ojos" "respiren" "entrégale la música a tu compañera" "los pajaritos cantan cuando tocamos Vivaldi, ¿se dieron cuenta?".

Estoy tan agradecida de que la sensibilidad no se desligara jamás de los momentos comunes, normales, cotidianos.

Quizás recordé estoy hoy, porque me he sentido un poco perdida, no he querido estudiar. Anhelo volver a los días donde la música era parte de todo. Sigue siéndolo, pero en ese entonces la veía en todas sus formas, en todas mis relaciones, era todo, las risas, lo formal, lo normal, los nervios, los momentos reflexivos, los momentos sensibles, lo suave, el amor, la calma…

Tuve un crecimiento que hoy al verlo se siente muy afortunado, muy lleno de amor, muy lleno de gente humana.

Se quebró hace un tiempo una de esas imágenes, y quizás por ello me ha costado volver a sentir con el corazón de 12 años que tenía en ese entonces.

De eso no vamos a hablar

...

Recuerdo estar en el pasillo sentada, 2 horas antes del ensayo, porque no tenía más que hacer, y escuchar la sonata que tanto me gusta resonar en todo el pasillo de la escuela, en la cocina, y en mi corazón. El vibrato tan gentil que me aceleraba el corazón, me hacía estar centrada en la ventana horas, solo prestando atención a la emoción que sobrevolaba las manos y los movimientos de la persona sobre el instrumento.

Quiero volver, extraño la emoción. Llorar hasta las lágrimas por un par de notas; era tal mi felicidad.
Los recuerdos son la casa segura que tengo, a la cual puedo volver cada que me pierdo, entre tanta indiferencia, competencia y malas caras; vuelvo a cobijarme en el calor de esos sonidos. Vuelvo y me cobijo en las faldas de la música infantil, tan pura, tan despreocupada y llena de todo, que alguna vez viví. Aquí me encuentro, esta soy yo, la que siempre amó el frotar las cuerdas de mil maneras, la que amaba cada pieza nueva. La que quería dedicar su vida a esa forma.

Claramente no esperaba que las personas cambiaran, o tomaran rumbos diferentes, mi anhelo de niña.

Pero yo, esa niña de 12, sigo aquí. Quizás muchos no, pero yo, sigo siendo pequeña y amando de diez mil formas la alegría y los colores que entrega la música.


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