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No tenía idea. - Poemas de Bren Da



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No tenía idea.
Poema publicado el 11 de Julio de 2019

Éramos tan felices,
Y no teníamos ni idea.

Los viajes a Argentina, las paradas en las chacras para sacar fruta, la ansiedad y el no poder dormir por llegar a ver a los abuelos y primos, los veranos de camping, nadar desde las 11:00 a.m. hasta las 20:00 p.m., comer cerezas todo el día, beber agua de la vertiente, buscar sapitos, tirarte bombitas del tronco, el fútbol donde juega hasta la abuelita, el canal de chimpay, ir a las bardas, el parque Ceferino, el agua tibia hasta las 1 de la mañana, pescar, comer tomates con sal, uvas del parrón de la abuela, duraznos del patio, pomelos, dormir del calor, ir a comer helado, almorzar bajo el parrón, los abuelos vivos, todos tus tíos, todos tus primos, luego jugar escondidas, al otro día recalentar y de nuevo se junta toda la familia. Amaba con mi vida que después de cada comida, nos fuéramos al río, podía pasarme todo el día en el agua, aún puedo, será esa calma que siento cuando estoy al fondo; y todo parece estar tranquilo, irónicamente respiro más ahí, en el fondo, que afuera. Amo comer uvas del parrón, salir del comedor a descansar después del almuerzo, y ahí sentada, visualizar el postre, tenerlo tan a mano, ser tan rica con tan poco. Amo y siempre amaré que teniendo tan poco se pueda ser feliz, amo no necesitar nada más que mi familia y lo que da la tierra para ser feliz. Amaba jugar con mis primos, escondidas en la casa del abuelo, una casa pequeña, cocina, dos piezas, baño y un patio con dos parrones… y se hacía un universo. Escondites habían por doquier, detrás de la balsa del abuelo, el techo de la bodega, detrás de los colchones, dentro de los muebles, la lavadora, en la pandereta de los vecinos, la parrilla (si eras fuerte), la pieza de Davito.
Devuélveme vida, a ese instante, el pequeño instante donde en un brindis de año nuevo, era la más feliz, toda la noche se conversaba, toda la noche se reía, se jugaba, se bailaba. Ese día, tan único, tan efímero, donde todos agradecen, porque se dan cuenta de que tenemos todo para ser felices, a quienes amamos amándonos, comida en la mesa, música e infinitas charlas. Vamos tan rápido en la vida, que solo ese día nos damos cuenta de que ser agradecidos es lo que nos hace felices, ser agradecidos de los que tenemos amándonos.
Que nostalgia, quiero ir ahí, al parrón.
Pero aunque vuelva, todo ha cambiado tanto. Naturalmente, los primos crecieron, muchos tuvieron hijos, armaron familias, y la familia donde yo crecí, se hizo más grande; y ahora hay un niño que tiene todo lo que tuve. Un niño que tiene su familia, con un parrón o quizá un quincho. Un niño que aún no se da cuenta que tiene todo para ser feliz.
Devuélveme vida, a esas tardes con la Abue, sentadas en la cocina tomando mates, ¿por qué no la escuché más atenta vida? ¿Por qué no memoricé cada palabra que me decía? Dame una última oportunidad vida, de ir y hablarle de toda mi vida, y ella de la suya, que me diga todo lo que aprendió y amó. Devuélveme esas invitaciones a ver los chanchos con mis abuelo vida, esas invitaciones que no acepté porque no quería ensuciarme, devuélveme esos momentos por favor, una oportunidad más dame. Ir a ver las vaquitas, andar a caballo con mi abuelo e irnos hasta allá en moto, sin que me importe nada.
Vida, quítame edad.
Llévame a ese día, cuando me caí de la pandereta ¿recuerdas? Sentí que era un mal día, sentí que era injusto aquel porrazo y me enojé por nada, no sabía… no sabía. Había desayunado té con pan y dulce de leche, y habíamos almorzado strudels de la abuela, los mejores strudels de todo el mundo, después fuimos a la pieza con mi hermana y prima y nos cagamos de risa por 2 horas, salíamos a tomar helado a la plazuela y volvimos a la once, una paila gigante de huevos con queso nos hicimos y leche chocolatada… se puede ser más feliz? Ver a mi madre y padre juntos, mis abuelos juntos cebando mate, y uno ahí, sin saber que tiene su felicidad ante los ojos, paveando con los primos porque en ese momento no hay nada más importante.
Me cuesta vida, me cuesta un mundo dejar ir, porque mis recuerdos son un universo completo. Me cuesta porque no entiendo cómo me siento hoy tan miserable, si fui algún día tan inmensamente feliz


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