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Un café por las mañanas - Poemas de Carlos Ignacio



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Categoría: Poemas de Amor
Un café por las mañanas
Poema publicado el 29 de Mayo de 2012

Escucha al piano entonar tu pieza favorita,
mientras un sátiro recita el poema de amor,
a los cielos son las golondrinas,
y para ti es mi entero corazón.

Hoy en día todos olvidan lo más importante,
el código de cortesía han dejado muy atrás,
quien aún haga uso de los modales,
será considerado modelo ejemplar.

Permíteme hacer de tu belleza una obra musical,
si gustas yo traduzco esos ojos a una oda de romance,
con el arte que prefieras verte representar,
te bajaré estrellas que yo tenga a mi alcance.

De naranja hemos pintado muchos cielos,
le reímos un millar de veces a la soledad,
bailamos con antifaces a horas del desvelo,
y dormí arropado bajo tu acariciar.

Caminemos desprotegidos bajo la lluvia,
que las lágrimas del cielo hagan escenografía,
una orquesta de fondo nos ayuda,
para darle drama a esta alegría.

Observa la lluvia por la ventana,
y pronto tendrás ganas de llorar,
mas nunca olvides que a tus espaldas,
yo estaré para poderte abrazar.

El fantasma de mis sentimientos esta noche vida cobrará,
no le temas pues sólo a ti te desea proteger,
todas las veces que me hiciste feliz regresarán,
dame tu mano y así únicamente resucitaré.

Ninguna suspicacia podría desengañarme,
mi alma no tiene enigmas que ocultar,
si los labios piden a gritos besarse,
un muy buen favor hay que poderles dar.

Daré un paseo al lado tuyo,
verás el solemne jardín del que te hablé,
a tus oídos llegarán leves murmullos,
diciéndote cuánto te extrañé ayer.

Bajo un par de regocijos y sonrisas,
tu nombre ha quedado escrito,
de sangre pura fue la tinta,
con la que recordé momentos vividos.

Hay que darle un galardón a la soledad,
pues nunca se ha cansado de insistir,
aunque tenga en mente que la derribarán,
estará ahí para impedirte ser feliz.

Le compraré deseos a la fantasía,
para invertirlos en la sucursal de nuestras vidas,
pedir algo perfecto sería pedirte a ti,
mi espíritu te señala como la octava maravilla.

Deja que las gotas nos llenen de nostalgia,
y tal vez sólo así sienta temor,
escribiré para ti una larga carta,
con la postal que el paraíso soñó.

Tal vez supones que no tengo edad para creer en la eternidad,
y mi pensar se apresure mucho a la madurez,
sólo te digo que los años nunca importarán,
y lo que más da vida aquí siempre será la fé.


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