Distancias
Poema publicado el 08 de Marzo de 2009
En el momento en que callas y miras,
nace la palabra desbocada y con energía
entre mis manos y el aire de la distancia.
Puedes, quizás, recordar besos y otras cosas,
no dudo del camino ni de la vereda de tu sonrisa,
solo pienso en el silencio golpeándome,
como un castigo o como sintiendo las ganas de no estar.
De no estar lejos, o simplemente de no hacerlo.
La condena aquella de tu andar,
es simplemente melódica y tiene música en cada paso.
No puedo verla ni oírla, ni jurarla ni saberla,
ni profesarla ni entenderla.
Entiendo una distancia, entiendo tus ganas de esgrimir.
Esgrimir en contra del tiempo.
Maldiciendo cualquier tipo de aire intermedio,
cualquier tipo de sangre severamente cercana,
cualquier forma o espectro, cualquier estupidez, cualquier cosa.
Mientras pienso en aquello y lo otro,
siento que el humor de verdades, el aliento de la realidad,
me atrae dándome una paliza.
Se mofa y ve mi rostro descarnado. Desolado y esperando.
Todo por querer tener lo eterno de tu mirada,
en lo inconstante de una separación momentánea.
Por tallar aquello y lo otro en frases sin sentido.
Por juzgar la novelería de tu hablar.
Todo por estar metido en la lúgubre manera de un cantar hereje,
de una sonrisa tuya encandiladora, festiva y lista para el desborde.
Cuando están las murallas en metros de gélidos actuares.
Cuando el cielo me miente dando señales de luz.
Cuando la noche me hace ver la misma estrella.
Cuando se me quitan los sueños transgresores.
Cuando tomo este novato sentir como magia ingenua.
Cuando trato de no estar lejos, o simplemente de no estarlo.
En las escrituras frías por el desdén de aquello y lo otro,
me siento contento contigo.
Con el dolor de no estar ahí, con las satisfacciones que podría y no puedo,
con lo inefable de un ventarrón que esculpe mis horas y minutos.
Contento, quizás, recordando pero no viviendo.
Trayendo tu mimo y tus pétalos inertes.
Tus canelas y diamantes.
Tus vicios y malhumores.
Tus suspiros y los míos.
Sientes que se puede, que se viene un mejor instante.
Yo, por el contrario, las ganas de quitarme esta desgraciada lágrima de mi mejilla.
Las ganas de dejar la odiosa manera de verme y saberme inquieto.
Y las ganas de no estar lejos, o simplemente dejar de hacerlo.
Poema publicado el 08 de Marzo de 2009
En el momento en que callas y miras,
nace la palabra desbocada y con energía
entre mis manos y el aire de la distancia.
Puedes, quizás, recordar besos y otras cosas,
no dudo del camino ni de la vereda de tu sonrisa,
solo pienso en el silencio golpeándome,
como un castigo o como sintiendo las ganas de no estar.
De no estar lejos, o simplemente de no hacerlo.
La condena aquella de tu andar,
es simplemente melódica y tiene música en cada paso.
No puedo verla ni oírla, ni jurarla ni saberla,
ni profesarla ni entenderla.
Entiendo una distancia, entiendo tus ganas de esgrimir.
Esgrimir en contra del tiempo.
Maldiciendo cualquier tipo de aire intermedio,
cualquier tipo de sangre severamente cercana,
cualquier forma o espectro, cualquier estupidez, cualquier cosa.
Mientras pienso en aquello y lo otro,
siento que el humor de verdades, el aliento de la realidad,
me atrae dándome una paliza.
Se mofa y ve mi rostro descarnado. Desolado y esperando.
Todo por querer tener lo eterno de tu mirada,
en lo inconstante de una separación momentánea.
Por tallar aquello y lo otro en frases sin sentido.
Por juzgar la novelería de tu hablar.
Todo por estar metido en la lúgubre manera de un cantar hereje,
de una sonrisa tuya encandiladora, festiva y lista para el desborde.
Cuando están las murallas en metros de gélidos actuares.
Cuando el cielo me miente dando señales de luz.
Cuando la noche me hace ver la misma estrella.
Cuando se me quitan los sueños transgresores.
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