Mirando juntos el mismo cielo
Poema publicado el 22 de Marzo de 2020
Que leas lo que me nace y plasmo en éstas hojas, por el simple hecho de sentir. Sentir mí corazón que va a mil y es por vos. Que te sigo mirando y me sobran las letras pero no encuentro explicación que valga para todo lo que me generas.
Todo este temblor que despertó lo que tenía dormido y que no sabía que estaba vivo, que podía resurgir. Este hechizo que intente lanzarte pensando que, protegida, no me volveria, y la jugada nos fue (y por suerte) en contra, a los dos.
Ésta química nos sorprendió por la espalda con un juego de miradas del que creíamos poder salir ilesos, y ahí terminamos, mirando juntos el mismo cielo.
Es cierto cuando dicen que las cosas llegan cuando menos te lo esperas; ahí estabas vos, entrando en mí vida, y sin previo aviso. Y cómo me asusto verte tan de repente, el miedo me congelo los brazos y no sabía que hacer con ellos, hasta que, aunque quemaban, supiste darles el calor necesario, para que te devuelvan el abrazo, y así lentamente tocaste mí alma, entraste en mí mente.
Nada nos fue fácil, porque lo sencillo aburre y no te enseña a luchar por lo que te mueve, pero acá te tengo, y respiro el olor de tu cuello mientras te cuento el mayor de mis sueños.
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Poema publicado el 22 de Marzo de 2020
Que leas lo que me nace y plasmo en éstas hojas, por el simple hecho de sentir. Sentir mí corazón que va a mil y es por vos. Que te sigo mirando y me sobran las letras pero no encuentro explicación que valga para todo lo que me generas.
Todo este temblor que despertó lo que tenía dormido y que no sabía que estaba vivo, que podía resurgir. Este hechizo que intente lanzarte pensando que, protegida, no me volveria, y la jugada nos fue (y por suerte) en contra, a los dos.
Ésta química nos sorprendió por la espalda con un juego de miradas del que creíamos poder salir ilesos, y ahí terminamos, mirando juntos el mismo cielo.
Es cierto cuando dicen que las cosas llegan cuando menos te lo esperas; ahí estabas vos, entrando en mí vida, y sin previo aviso. Y cómo me asusto verte tan de repente, el miedo me congelo los brazos y no sabía que hacer con ellos, hasta que, aunque quemaban, supiste darles el calor necesario, para que te devuelvan el abrazo, y así lentamente tocaste mí alma, entraste en mí mente.
Nada nos fue fácil, porque lo sencillo aburre y no te enseña a luchar por lo que te mueve, pero acá te tengo, y respiro el olor de tu cuello mientras te cuento el mayor de mis sueños.
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