Ja-vi
Poema publicado el 02 de Diciembre de 2015
Estoy en el borde amor mío, en ese súbito momento donde la respiración se
detiene buscando donde encontrar la tuya, quizás son los años que me espesan la
sangre y me detienen en tu tiempo, en tu cariño, en el cuerpo que necesito para ser cuerpo.
Le escribo a la noche buscándote en tus noches, frotándome en el deseo de tus
incógnitas, me deshago de la cordura para volver a encontrar tu mirada, que vuela en ese espacio donde habitan nuestros sueños.
Déjame pintarte de dos formas: déjame colocar la imaginación para trazar tus colores y luego déjame remarcar lo sublime y lo real que habita en tu signo, para llegar al punto más álgido de tu nombre.
Amor mío, no me tatúes en la falta como un pecado, no me encuentres en los rincones vacíos sin el júbilo de tus mañanas, no me pidas sonidos inacabados,
tú sabes que me esmero en componer tu nombre pensando en el roce de tu mano.
No cambies la ecuación de nuestras existencias, no cambies el punto exacto de nuestros momentos, no te cambies desnuda en un rincon vacio
Entrométeme, incorpórame, introyectame, víveme mi vida pero no me cambies.
No me escribas temores en la almohada, no te desistas, no te desgastes mi vida.
Yo te rasguearé en la almohada como pecado, renunciare a las horas pesadas de juicios cansados que me advierten y desquician de un solo tajo.
Incógnita mía lléname de misterios y de historias que comprometan nuestras historias, yo tengo tinta de todas las tonalidades de tu boca, vestigios de todas nuestras obscenidades.
Dame la vida o dame la noche, muerte mía este es nuestro secreto, este es el rito de nuestra triste ausencia desolada y es al final de tus ausencias donde busco la mia.
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Poema publicado el 02 de Diciembre de 2015
Estoy en el borde amor mío, en ese súbito momento donde la respiración se
detiene buscando donde encontrar la tuya, quizás son los años que me espesan la
sangre y me detienen en tu tiempo, en tu cariño, en el cuerpo que necesito para ser cuerpo.
Le escribo a la noche buscándote en tus noches, frotándome en el deseo de tus
incógnitas, me deshago de la cordura para volver a encontrar tu mirada, que vuela en ese espacio donde habitan nuestros sueños.
Déjame pintarte de dos formas: déjame colocar la imaginación para trazar tus colores y luego déjame remarcar lo sublime y lo real que habita en tu signo, para llegar al punto más álgido de tu nombre.
Amor mío, no me tatúes en la falta como un pecado, no me encuentres en los rincones vacíos sin el júbilo de tus mañanas, no me pidas sonidos inacabados,
tú sabes que me esmero en componer tu nombre pensando en el roce de tu mano.
No cambies la ecuación de nuestras existencias, no cambies el punto exacto de nuestros momentos, no te cambies desnuda en un rincon vacio
Entrométeme, incorpórame, introyectame, víveme mi vida pero no me cambies.
No me escribas temores en la almohada, no te desistas, no te desgastes mi vida.
Yo te rasguearé en la almohada como pecado, renunciare a las horas pesadas de juicios cansados que me advierten y desquician de un solo tajo.
Incógnita mía lléname de misterios y de historias que comprometan nuestras historias, yo tengo tinta de todas las tonalidades de tu boca, vestigios de todas nuestras obscenidades.
Dame la vida o dame la noche, muerte mía este es nuestro secreto, este es el rito de nuestra triste ausencia desolada y es al final de tus ausencias donde busco la mia.
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