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La flor de la vida - Poemas de Delmer Iván Baquedano



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La flor de la vida
Poema publicado el 20 de Noviembre de 2013

Viene la mañana,
Se está comenzando a formar,
Ya se miran sus botoncitos,
De una planta que hermosea en su naturaleza.

Cada día va creciendo,
Llegó el día en que se puede abrir
Para embellecer la primavera,
El hermoso huerto,
Y el espléndido jardín.

En ese día hermoso,
En esa hermosa mañana,
Cuando el rocío del cielo
Caía sobre ella,

La flor se alegró,
Y sus pétalos, abrió.
Era la hermosura de una rosa,
Quién con un encantado color morado,
Era la más hermosa de aquel jardín.

El clavel la alababa,
La maravilla también,
Un gorrión la elogiaba
Por su rica nutrición.

Una mariposa la engrandecía
Por su olor que despedía,
La amapola la abrazaba,
El trébol se admiraba de su belleza.

El rocío del cielo la bendecía,
Cayendo constantemente de su cielo.
Era la rosa más hermosa de todo el rosal,
Y del jardín entero,
Todas las rosas la abrazaban de contento.

Pero sucedió que la mañana pasó,
La hora de la prueba llegó,
El rocío se extinguió,
El jardín entero se entristeció.

La primavera abandonó aquel lugar,
Un lugar que parecía el huerto del Edén,
No había lluvia que cayera sobre él.
Los pájaros se ausentaron,
La naturaleza se marchó
Dejando una terrible soledad.

Un hueco vacío quedó en aquel lugar,
La fiesta se cambió en tristeza,
Y lo que parecía una danza,
En una terrible humillación.

La que parecía la hermosa de todas las flores,
Ahora era la más fea de todo el jardín,
Feneció su color morado,
Su olor ya no era natural,
Y ya no tenía nutrición.

Los gorriones se alejaron de ella,
No había mariposa que volara en ella,
Ni abeja que buscara su miel.
Las demás flores parecían
Estar más fuertes que ella.

Ella estaba moribunda,
Más que las demás rosas,
Cayó con su tallo al suelo,
Todos admirando y recordando
A la gran rosa morada de aquel entonces.

Pasaron las horas,
El largo sol seguía en su trayecto,
El jardín entero,
Y los que se creían vigorosos,
Murieron de sed.

Todo el jardín se secó.
Bajó una nubecita a ver el desastre,
Se asombró porque aún había una esperanza,
Vio a la rosa agonizando en su suelo,
La rosa le suplicó a la nube,
A que derramara de su lluvia.

La nube entristecida contestó,
Que faltaba mucho para la primavera,
La rosa le contestó suplicándole,
Que tuviera compasión de ella.

La nube entristecida contestó,
No puedo porque este es el tiempo del verano,
La rosa contestó suplicándole
Con sus palabras moribundas:

Dile al verano que me haga un favor,
Que se vaya y que traiga a la primavera
Que la necesito tanto,
El verano le mandó a decir:

No puedo irme,
Mi tiempo no ha acabado todavía.
La rosa contestó suplicándole,
¡Ten compasión de mí!
Que me faltan minutos para morirme.

El verano contestó,
Haré lo posible,
Mandó a llamar a la primavera,
Y la primavera contestó:

No puedo, ahorita estoy ocupada,
Aquí en lo lejano,
Alimentando a otros seres
Que necesitan de mí.

La rosa contestó suplicándole,
Aparta un ratito para mí,
Vuelve un momentito amiga primavera
Que te necesito.

Contestó la primavera,
Hay un personaje que es mi jefe,
Su nombre es Dios,
Y sin su permiso no puedo ir,

Él si puede mandarte la lluvia,
Él siempre está desocupado,
Te atenderá y te hará muy feliz.

La primavera llamó al altísimo,
Y le dijo que había alguien
Que lo necesitaba en la tierra,
Y que acudiera a su favor,

Dios contestó y le dijo:
Ya voy,
Se ciñó y tomó su carro.
La rosa le suplicó,
Amigo Dios, amigo Dios,
¡Ten compasión de mí!

Dile al verano que se vaya,
Y manda a la primavera,
Que yo no me quiero morir.
Dios le contestó y le dijo:

No puedo, yo tengo un reglamento,
La primavera está en otros lados,
Dando de mis buenos tiempos.
La rosa contestó suplicándole:

Amigo Dios, amigo Dios,
Yo sé que vos mandas
Al sol y sale,
A la luna, y alumbra la noche,
A las estrellas que adornen tu cielo,

A las nubes que destilen lluvia,
¡Ten misericordia de mí!
Contestó Dios;
Enviaré a la nube
A que derrame un poco de lluvia,
Pero recuerda, todavía no es primavera.

A su silbo de mando,
Dios mandó a la nube con agua,
A que lloviera en medio del verano,
El rosal se levantó,
Las semillas de las flores muertas nacieron,
Y volvió la gloria del jardín.

Volvió a embellecerse como en los tiempos pasados,
Hasta que volvió la primavera,
Y la rosa volvió a ser hermosa
Hasta el día de su muerte.

Por eso no es extraño,
Ver que llueve en el verano,
Pues las súplicas de la naturaleza
Son más fuertes que un trueno.

El hombre es esa rosa,
Plantado en su Edén,
Su gloria es hermosa,
Ignora lo porvenir.
Pero viene la prueba,
Se acaba su preciosa mañana,
Su gloria se marchita de sed.

No le queda otra opción al hombre,
Que clamar a Dios en el momento de la prueba,
Cuando la desesperación inunda su vida.
El hombre necesita de Dios,
Pues sabe él que sólo Dios puede alegrar
El jardín de su vida.


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