Poemas de Eka Ríos



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Eka Ríos

Nace en Xalapa, Veracruz un frío 8 de enero, niño inquieto, soñador, solidario, aunque desafortunadamente, le toca ser integrante de una de las muchas familias desintegradas: padre ausente, violento, indiferente; madre depresiva, sobre-protectora, permisiva y es el rebelde hermano menor, todo ello provoca la gestación de personalidad con autoestima deteriorada.

Son tal vez los elementos detonantes del miedo sofocante, angustia, soledad y culpa al suponer en ocasiones que podía lograr avenir a sus progenitores o que quizá “por no ser buen niño” su padre se marchó dejando tras de sí, ruptura, abandono y desolación.

La posterior violenta irrupción del padre en la escuela primaria, quien profiere y golpea, lacera más que al cuerpecillo de once años, al potencial futuro, exhibe la indefensión, ante los amigos, maestra y compañeros, vulnera y debilita definitivamente, desencadena la dualidad: necesidad-autosuficiencia, afecto-odio, maldad-bondad, debilidad-fortaleza orgullo-humildad, nunca más se borrará el estigma.

Quizá es en este momento cuando la soledad se empodera y aprisiona, sumada a sucesos relevantes, de pérdida devastadora, el aislamiento trata de eludir al dolor, ¿las pérdidas? Grandes, fatales, arrasadoras: la muerte de la primera confidente-vecina, novia-niña, novia-amada; el asesinato artero del amigo de la secundaria, el fallecimiento del tío, de la abuela, uno tras otro se van, dejan cosas, palabras, acciones pendientes. La siguiente relación significativa de pareja que no se concretiza, que transita entre la aceptación y el rechazo, amor y desamor, encuentros y desencuentros desafortunados.

Vivir, morir, sufrir las adicciones le hace conocer el infierno, más violencia, más agresión, más destrucción se agregan y restan, sin embargo logra salir fortalecido con el cúmulo de experiencias como sostén, con un atisbo de esperanza que se refuerza con el nacimiento de Iqui Balam, el hijo que le resucita y le ata a la vida, le permite reconocer sus debilidades, pero también logros y fortalezas, ese niño le alienta y resarce las pérdidas, en el fondo de esos pequeños ojos está todo; el derrengado devenir, la vida atormentada, la confusión, al mismo tiempo le desvela la posibilidad de acceder a un cierre paulatino del proceso de auto-devastación.

Con su mala caligrafía y buena ortografía manifiesta su lirismo en escritura de cuentos, pequeñas historias y poemas, alrededor de los doce años vuelca en esas letras el desasosiego e impotencia, soledad eterna y amargura a la par de belleza etérea se perciben en esos depósitos de ideas. Le han sido publicados algunos textos en “La palabra y el hombre” y posee un gran acervo de su producción.

Fue un excelente alumno desde preescolar hasta secundaria y regular en bachillerato y licenciatura, concluyendo la carrera de Artes, Opción fotografía en la Universidad Veracruzana, Ha tomado cursos relacionados a su carrera en Cuba y diversos cursos para fortalecer el conocimiento.

Se aprecia en el proceso de tomar fotos una búsqueda de sí mismo a través de la imagen sugerente donde se trasluce ese recóndito dolor, con la muerte que ha sido sustituido en la última etapa., con la identificación de la belleza del cuerpo humano, del desnudo, los rostros y el paisaje a través de una manifiesta imaginación y creatividad. Ha expuesto fotografías en varias galerías de Xalapa, Veracruz y en otras partes del país, donde además le agrega un poema a cada cuadro y ya aparece el reencuentro con la vida, el amor hacia la naturaleza.

Actualmente Ehécatl a sus 25 años, vive en Xalapa, Veracruz, trabaja como fotógrafo y continúa con la manía de seguir leyendo, investigando y escribiendo constantemente, con una variedad de matices, resurge y mira con otros ojos el porvenir que le redime y le aleja de los fantasmas, la melancolía y la añoranza, que le coloca en una realidad más atemperada, separado definitivamente del paroxismo, y del intento de suicidio llevado a cabo en el pasado, con necesidad de cristalizar y consolidar su proyecto de vida.

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