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Poemas del libro "alabanzas y alucinaciones" - Poemas de Ernesto R. Del Valle



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Poemas del libro "alabanzas y alucinaciones"
Poema publicado el 27 de Diciembre de 2010




En este libro el autor se ofrece como un estilista maduro y exquisito. Su lírica es superior y deleita a los lectores dejándoles un toque de poesía que permanece a nivel epidérmico.
La poesía de Rodríguez del Valle es una poesía para leer y recomendar. Será conocida y estudiada por los futuros investigadores de la palabra escrita.
Dr. Ernesto Kahan (Israel)
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PLAZA DE ADAN (Alucinación)

Estampida de dios.
Corteza de la cruz
que el Hombre muerde
adolorido y exaltado.
La espada del angel
aguarda el momento
de cortar el hilo que une
el día con la sombra.

Sobre el lomo de Adán
la carga del mundo
y sus enigmas.

Adán frente a la puerta de la verdad,
a espaldas de su raíz.
La soledad de Adán como inmensa catedral
junto al vuelo de las palomas
que rinden en sus vasos de cristales furiosos
la sed de dios y otros olvidos...
mientras el angel huye
en la corola del cielo.


TODA ESPERANZA.

Hermanos del absurdo y el silencio
aquí les dejo este esplendor,
esta herejía a los ojos de dios.

Este es el final y el principio
de la iluminación y el destierro.

Hereden mi voz de padre a hijo.
Aquí les dejo el drama y la comedia,
los frutos que se pudren en mi abdomen.
Les dejo esta vaciedad, esta puerta abierta
para que escapen del aire y de la sombra.

Mi silencio estalla en la elocuencia
de la luz que hace implacable
el amor y el crimen.

Recuérdenme alguna vez en el silencio del día,
ante una ventana enferma de amor
o en la mansedumbre de los arcoiris.


DILUVIO INTERIOR

Ven, no temas a las palabras     
que arden en el Juicio Final.
Te ofrezco las líneas de los equinoccios
que marcan el origen del sueño.
Encierra en tus cavidades más entusiastas
el ojo del ave
que en el último canto
regresa a tus manos con una rama de laurel
en la revelación del hueso
y el heliotropo.


LA NOCHE Y SUS HERALDOS.


Y estos heraldos de fin de siglo,
Qué noche podrán liquidar
En su vasto carnaval?

El arco lanza la saeta al vacío
y las sombras le devuelven su inocencia y su furia;
queda tensa la cuerda en la secreta lápida
de este corazón.

Un fuego pútrido, como de gangrena
consume los halagos que
resplandecen
desde su rabia cotidiana.

Y estos Heraldos en este mes desorejado
hasta la médula
?no habíanse marchado ya con sus ropajes?
                                        ?No quedaron prendidos a otras resonancias?

Yo continúo tras las huellas de los otros
                                        los que dejan las lanzas del odio,
                                        los exabruptos de la ira.

Atravieso mi alma con esta saeta
                                        que la noche envía
y sus jugos de angustia humedecen
                                        la blanca luz que envuelve mi inocencia;
sus barajas duermen sobre mi camisa
colgada de la soledad.


PIEDRA DE óNICE



Madre esparce su mirada hacia mis días
                    pero no ve las vastas horas
                    que me consumen en su azufre.

Madre escucha mis palabras en el silencio de esta página
pero confunde mi alquimia con la lívida mortaja
que le debo al mundo.

Madre vigila mis pasos entre las rocas atroces
pero apura mi ruta en su amorosa lontananza.


PROFUNDO HUMANO

La imagen reflejada en el cristal partido
no tiene vida propia,
no satisface el rostro que en la lógica del agua
se establece.
Es copia agónica en imperfecta;
guarda la impronta de la muerte
en su propia mutilación.

La imagen entonces
no es aquella equivocada
sino la que detrás de las sombras
suple la esperanza
y nutre el fuego del propio cristal
que lo refleja..

El rostro no es la mueca espejeante
en el insulto de la soledad del agua
si detrás del misterio
un sueño cavila otras querencias,
limpia el follaje de la perfección,
rompe el silencio de las flores
y se da a crecer contra el espanto
en los grumos abiertos del amor,
calma el agua y la sangre
desde la misma vértebra
en la poesía incendiada de la tierra.

La imagen reflejada
es sólo entonces
la fuerza imponderable del mundo.


MUERE LA ROSA(*)

                   
"Muriendo está la rosa"
Jorge GUILLEN  (Argentina)

Muriendo está la rosa exacta, cruel,
hermosa en su palacio pleno de perfección.


Ah, la rosa y su ceniza de cuarzo!
!La rosa en su acuarela despavorida!
!La rosa innombrable que se pierde
como vieja postal desvaída y fugaz!

Esencia del tiempo
que llega entre follajes
y en el aire se integra
al fino perfume de su llama
dispersa en su carroza lunar.

Curvo el reflejo de la realidad
que todavía arde en sus pétalos.


LOS PINOS, LAS SOMBRAS.


A:  Roque Dalton.

Muchacho loco, tiraste la última piedra de tu alma
en un grito que bien recuerdo.
parecido al que Heraud parió junto a sus estrellas
en las selvas de Perú.

Yo bendije tu nombre ante una botella de ron,
como ante una cruz,
junto a una muchacha tan pura
y llena de inocencia
que no tuve más remedio
que amarla como un salvaje homicida,
mientras te morías de risa a cientos de kilómetros
ante el horror de tus victimarios.


Definitivamente somos unos pobres desolados
que se espantan de este hilo inconcluso que mueve al mundo.
Este es el sobresalto, la huella de la sangre
y tantas noches fraternas que delante
nos emboscan...
Pero la sombra del pino no es tan trágica
ni efímeras las palabras que inventaron los poetas,
para que otros tropiecen
y quiebren el sueño de cristal.


FANTASÍA EN AZUL

Vuela
sin las alas tercas que en las tardes
bendice una música alrededor de las ondas del tiempo.

Yo la veo arder
y no en los sueños, sino en la estampida
de los arcángeles que un día pusieron
miel y sol
en los labios de mis hermanos muertos.

La siento consumirse
en mis venas, dentro del oleaje obstinado de la sangre.

La siento fluir,
alzarse en sus anillos de fuego.

Música perpetua que hace suya
las cabezas elegidas, el resplandor de las tardes encendidas
por última vez en nuestros ojos.


PAGINA EN BLANCO

Esta página se incendia
por el lado izquierdo de la primavera.
Su llama no es de muerte,
pero espanta.

Página en blanco, estancia del trigo
y el vientre por gestar.
Lluvia de alta abeja donde se humedecen
frutos y caderas capaces.

Su pesadilla será negada
a los cirujanos de la esperanza
que aguardan el vuelo más alto,
el suspiro más profundo
y hunden su misterio
en el abismo de las palabras.

Esta página se incendia, señores,
en el azogue del canto de los pájaros,
en el incoloro salto de los ciervos,
en el amor de las hormigas;
frente a los ojos de impenetrable luz                                                 
y en el ácido desprendido de las orquídeas
que se derrama en el aceite del poema
para dormir finalmente en su ceniza..


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