Cosecha de la mente
Poema publicado el 03 de Enero de 2016
Cierto es que uno nunca puede estar seguro de si una acción está bien o mal obrada, una decisión no es más válida que un sueño, y la comprensión de lo que sea determinante en su autenticidad ha de resbalar a través de nuestras manos, así como el agua, portadora de vida y sabiduría, se escurre entre nuestros dedos, siendo por esto una total incógnita tan eterna como el universo mismo, pero tan hermosa y llenadora de propósito que el simple hecho de imaginar rozar el tramo más sutil del velo que la oculta, ha de estremecer hasta al más firme, y ha de devolverle la sonrisa hasta al más solitario y asolado ser, huésped de lo que nosotros llamásemos vida; así que no titubees tanto al no saber si tu oración llena de esperanza no estuvo hábida de oídos que la oigan, o si sientes que el tiempo fluye demasiado veloz como para saborear un instante, porque en ese momento ida va a haber sido tu plegaria, y en cenizas se habrá convertido tu lengua, y sentirás como tu miedo, oscuro como el propio vacío, se llenará de fuerza gracias a tu ayuda, tan irónica e inhabida de conciencia, como de belleza puede estar el verano sin el armonioso cantar de las aves y el soplar del reanimante viento a través de tan interminable cielo y tan adormecedor colchón de césped aportado por la naturaleza; he de reiterar, ya que una vez cruzada sea dicha puerta, dura será la caída y aún más la vuelta, pero no tanto como jamás haber intentado, con la propia voluntad, regresar al espíritu su tan añorado despertar.
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Poema publicado el 03 de Enero de 2016
Cierto es que uno nunca puede estar seguro de si una acción está bien o mal obrada, una decisión no es más válida que un sueño, y la comprensión de lo que sea determinante en su autenticidad ha de resbalar a través de nuestras manos, así como el agua, portadora de vida y sabiduría, se escurre entre nuestros dedos, siendo por esto una total incógnita tan eterna como el universo mismo, pero tan hermosa y llenadora de propósito que el simple hecho de imaginar rozar el tramo más sutil del velo que la oculta, ha de estremecer hasta al más firme, y ha de devolverle la sonrisa hasta al más solitario y asolado ser, huésped de lo que nosotros llamásemos vida; así que no titubees tanto al no saber si tu oración llena de esperanza no estuvo hábida de oídos que la oigan, o si sientes que el tiempo fluye demasiado veloz como para saborear un instante, porque en ese momento ida va a haber sido tu plegaria, y en cenizas se habrá convertido tu lengua, y sentirás como tu miedo, oscuro como el propio vacío, se llenará de fuerza gracias a tu ayuda, tan irónica e inhabida de conciencia, como de belleza puede estar el verano sin el armonioso cantar de las aves y el soplar del reanimante viento a través de tan interminable cielo y tan adormecedor colchón de césped aportado por la naturaleza; he de reiterar, ya que una vez cruzada sea dicha puerta, dura será la caída y aún más la vuelta, pero no tanto como jamás haber intentado, con la propia voluntad, regresar al espíritu su tan añorado despertar.
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