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Discordia - Poemas de Gabriel Marco



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Categoría: Poemas de Amor
Discordia
Poema publicado el 27 de Septiembre de 2011

Todo empezó en  La Sociedad.

- Lo mismo hacen médicos y artistas- anuncio.

Comprendí que debía convertirme.

No había ninguna relación entre ambas cosas, claro.

Se trataba de una mera vecindad de ideas.

Sin embargo, me refugio en los libros.

Alquilo una piecita
al fondo de una casa vieja de Barrio General Paz.

Debí pasar desapercibido muchos años.

La primera medida que adopté,
lo recuerdo muy bien, fue en el verano.

Carente de bombillas y aun de energía eléctrica
comencé mi labor.

En materia de Bellas Artes
decidí no traspasar el coto natural de las monodias y las simetrías.

(En la medida que hablásemos de las monarquías o del precio de la carne no había problemas; acerca de todo lo demás se carecía de comprensión.)

El vestido tampoco fue impedimento,
bastaba con olvidar las funciones tradicionales de las prendas.

Como mis aspiraciones no se dirigían a restaurar el pasado, sino a la discordia fundamental 
entre mi presente y la época,  no llegué a una involución
genética, imposible desde todo punto de vista.

Pero suplanté, eso sí, la caja de herramientas y los cubiertos
de la vajilla por mis manos, estas abigarradas garras aguerridas.

Recuerdo que mi madre se largó a llorar cuando me vio.

Su pobre mitología no le permitía apreciar mi belleza.

Yo estaba sumido en la doble contemplación de lo Único.

Había logrado superar el Anhelo, la Nostalgia y la Vitalidad.

Con respecto al amor, aunque acepté duramente el cuero, no adopté medida alguna.

Seguía considerándome un polígamo en secreto o, en el mejor de los casos, silvestre.

Copulaba después de ingerir, o en sueños, y en esto
me asemejaba mucho a la chusma emancipadora.

Al cabo de no muchos ciclos lunares había afrontado ya demasiadas ofensivas reformatorias.

Me propusieron al sacrificio de los usurpadores de los dioses.

Empecé un tratamiento de coco-amido-propil-betaína y de viscosantes con el que jamás estarías de acuerdo.

¿Fue por ese entonces que comprendí el sentido de Las Palabras?

Al cabo de horribles sesiones mi novia resolvió dejarme.
Nuestras diferencias se pronunciaron
una vez que fue decretado mi carácter baldío.

Ella estaba del lado de la Naturaleza.

Es verdad que Flora se resistía a llevarme.
Prefería que yo hiciese un esfuerzo por caminar.

Sin embargo, esa postrera tarde salimos juntos.

¿Debo referir también -Oh- mi situación?

Los parientes se obstinan en el depósito de sumas
que mi diligencia arroja con grageas a la basura.

Flora, caprichosa y afortunada como pocas, previendo cada uno de mis actos, se adelanta a mis decisiones y demora un cósmico designio proveyéndome de manjares y empleos de jerarquía.

Mis amigos, ya sea por envidia, ya sea  por conmiseración, nunca se apartan de mí.

Qué no padecí yo por mor de la verdad.

Podía exclamar con Nieto: sí, las mujeres solo quieren un vástago de nosotros.

Cómo explicar la vergüenza que siento sobre mi rodado
policromado, impuesto al dorso por mis seres queridos.

Fue esa misma tarde.

Después de un anhelo de popularidad
pude sentir  la voz.

Una voz que surgió del profundo bosque.


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