Somos viejos
Poema publicado el 19 de Septiembre de 2012
Mira como nos despierta el canto de las aves, más temprano que de costumbre, porque se ha alterado nuestro propio reloj.
Tus manos junto a las mías ya no son las mismas, sutiles destellos de recuerdos nos invaden la piel, nos recuerdan la larga travesía en nuestras ahora dulces esperanzas, nuestros rostros han sido cambiados como si hubiésemos perdido nuestra identidad en la nocturna mascarada.
Y al unisonó de nuestras sutiles caricias, nos emplazamos con nuestras propias ideas pero sin olvidar que seguimos juntos. Ya hemos olvidado casi nuestros nombres, pero la amable y cortés rutina que nos empalaga, nos permite seguir de pie uno al lado del otro.
Ya no recuerdo la dulce melodía de tu voz al bajar la escalera, esa sensual llamarada que me incitaba a apresurar mis pasos para verte de pie en el corredor de aquel cálido merendero, ahora se viste de obscuras cenizas que arden solo con un destello de brisa.
Al retorno de nuestros pasos, en ese largo pasillo que nos conduce a los sueños, se erige el monumento a nuestro andar, recuerdos plasmados en fotos, risas enmarcadas, y llantos que mojan las paredes y dejan olor a humedad.
Nuestro paraíso son lindas secuelas de algunas macetas, se riegan con los tonos acolchonados de tu voz y crecen con las largas pláticas que musitas con los canarios.
Ya no me despides con un beso encaminándome a la dulce jornada, ya solo me miras leer las noticias postrado en aquel viejo sofá, develando los misterios de lo que nos traerá el nuevo día, alimentando nuestras ansias con suéteres de lana bordados y mascotas asombradas de nuestra paciencia.
Nos previene el alarido de la tarde, nos toma de las manos y nos lleva aquel balcón, el atardecer nos sonríe y pinta nuestro nuevo cielo, olvidado y lleno de recuerdos.
Como ha pasado el tiempo, te miro y con un suspiro sufrido saliente del pecho agradezco tu eternidad a mi lado. Nuestras voces se pierden en un grito ahogado en el eco de esta caverna a la que un día llamamos hogar.
Que nos ha pasado, que nos ha rendido, es acaso el señor tiempo que nos juega una treta? Es acaso el hechizo continuo del destino morboso e ingenuo? Son acaso las nieves que cubren nuestro cabello?
Somos recuerdos en un rincón olvidado, somos dos nombres escritos en la arena esperando ser borrados, dos presas asustadas esperando la hora de ser devoradas, somos un cielo de estrellas lejanas, la fotografía de un invierno desolado, un día en la esperanza de dios… somos viejos y eso no podemos olvidarlo.
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Poema publicado el 19 de Septiembre de 2012
Mira como nos despierta el canto de las aves, más temprano que de costumbre, porque se ha alterado nuestro propio reloj.
Tus manos junto a las mías ya no son las mismas, sutiles destellos de recuerdos nos invaden la piel, nos recuerdan la larga travesía en nuestras ahora dulces esperanzas, nuestros rostros han sido cambiados como si hubiésemos perdido nuestra identidad en la nocturna mascarada.
Y al unisonó de nuestras sutiles caricias, nos emplazamos con nuestras propias ideas pero sin olvidar que seguimos juntos. Ya hemos olvidado casi nuestros nombres, pero la amable y cortés rutina que nos empalaga, nos permite seguir de pie uno al lado del otro.
Ya no recuerdo la dulce melodía de tu voz al bajar la escalera, esa sensual llamarada que me incitaba a apresurar mis pasos para verte de pie en el corredor de aquel cálido merendero, ahora se viste de obscuras cenizas que arden solo con un destello de brisa.
Al retorno de nuestros pasos, en ese largo pasillo que nos conduce a los sueños, se erige el monumento a nuestro andar, recuerdos plasmados en fotos, risas enmarcadas, y llantos que mojan las paredes y dejan olor a humedad.
Nuestro paraíso son lindas secuelas de algunas macetas, se riegan con los tonos acolchonados de tu voz y crecen con las largas pláticas que musitas con los canarios.
Ya no me despides con un beso encaminándome a la dulce jornada, ya solo me miras leer las noticias postrado en aquel viejo sofá, develando los misterios de lo que nos traerá el nuevo día, alimentando nuestras ansias con suéteres de lana bordados y mascotas asombradas de nuestra paciencia.
Nos previene el alarido de la tarde, nos toma de las manos y nos lleva aquel balcón, el atardecer nos sonríe y pinta nuestro nuevo cielo, olvidado y lleno de recuerdos.
Como ha pasado el tiempo, te miro y con un suspiro sufrido saliente del pecho agradezco tu eternidad a mi lado. Nuestras voces se pierden en un grito ahogado en el eco de esta caverna a la que un día llamamos hogar.
Que nos ha pasado, que nos ha rendido, es acaso el señor tiempo que nos juega una treta? Es acaso el hechizo continuo del destino morboso e ingenuo? Son acaso las nieves que cubren nuestro cabello?
Somos recuerdos en un rincón olvidado, somos dos nombres escritos en la arena esperando ser borrados, dos presas asustadas esperando la hora de ser devoradas, somos un cielo de estrellas lejanas, la fotografía de un invierno desolado, un día en la esperanza de dios… somos viejos y eso no podemos olvidarlo.
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