Historia de mis primeros años
Poema publicado el 26 de Noviembre de 2012
HISTORIA DE MIS PRIMEROS AÑOS
Quiero contarles como fueron los primeros años de mi vida:
Para empezar regresaré a mi primera infancia, donde me veo jugando con mis amiguitos del barrio, me veo rodeado de canicas de distintos colores que hacíamos rodar y chocar entre ellas, o haciendo bailar un trompo de madera, enrollándole una lienza y lanzándolo a la tierra.
¡Y cómo no recordar!, cuando nos íbamos al bosque a jugar a los pistoleros convirtiéndonos en los héroes de las películas que veíamos en la “tele”.
Otras veces jugando una entretenida “pichanga” de fútbol en cualquier lugar… A veces en el pasto de algún terreno desocupado, en la arena de la playa o simplemente nos tomábamos nuestra calle y la convertíamos en una cancha deportiva aprovechando que
los vehículos que había en ese tiempo eran pocos; por eso no teníamos problemas…
Pero sí teníamos problema cuando la pelota se elevaba y caía dentro del sitio de algún vecino de carácter agrio y mañoso.
También jugábamos mucho junto con las niñas: al “tugar, tugar salir a buscar”; a las “escondidas”; al “policía y ladrón”; a “los países”, etc. ¡Qué etapa tan bonita fue mi pubertad! No había motivo para estar encerrado en casa, porque no existían las consolas de vídeo juegos ni el Internet ni nada con tecnología avanzada que nos transformara en niños sedentarios.
Saliendo de la pubertad y entrando a la adolescencia, empecé a mirar a una niña en forma diferente… Y ella se dio cuenta, pero yo me conformaba con solo mirarla… Hasta que un día, bajó de su bicicleta, se acercó… y me dijo: ¡hola!... Sacó un anillo de su dedo, me lo regaló, me dio un beso fugaz, y se subió nuevamente a su bicicleta. Ya no recuerdo bien si fue en la mejilla o en los labios, pero sé que en ese momento para mí no tenía relevancia, porque se había concretado mi amor platónico.
Llegué a mi casa sonriendo alegre; apretando en mi mano el tesoro que había logrado… Tenía poco valor en dinero, pero para mí valía más que un diamante.
Seguimos viéndonos y hablando de vez en cuando por algún tiempo. Yo me conformaba con solo mirarla y conversar... Hasta que la vi con otro jovencito de la mano.
Quizás nunca supo ni sabrá que dos años estuve enamorado de ella sin poder sacármela de la mente. Hermoso amor platónico, pero con un dulce sufrimiento.
Hasta que llegué a la juventud y me volví a enamorar, pero esta vez fue un amor real y correspondido… Ella tenía quince años y yo diecinueve. Se convirtió en mi mundo y en mi motivo para vivirlo… Todo empezó a girar en torno a ella. Los abrazos y los besos que le daba en su cándida y tierna boca me hacían volar… Este sentimiento tan fuerte a veces me provocaba mucha alegría y otras mucha tristeza y pesar. Vivía cada día pensando solo en encontrarme con ella en los lugares que ya habíamos hecho nuestros; para abrazarla y besarla, para entregarle mi amor…Que cuando a nuestra cita no concurría; ¡me desesperaba!… Porque la extrañaba, porque la amaba.
Jacob Neruda Unamuno
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Poema publicado el 26 de Noviembre de 2012
HISTORIA DE MIS PRIMEROS AÑOS
Quiero contarles como fueron los primeros años de mi vida:
Para empezar regresaré a mi primera infancia, donde me veo jugando con mis amiguitos del barrio, me veo rodeado de canicas de distintos colores que hacíamos rodar y chocar entre ellas, o haciendo bailar un trompo de madera, enrollándole una lienza y lanzándolo a la tierra.
¡Y cómo no recordar!, cuando nos íbamos al bosque a jugar a los pistoleros convirtiéndonos en los héroes de las películas que veíamos en la “tele”.
Otras veces jugando una entretenida “pichanga” de fútbol en cualquier lugar… A veces en el pasto de algún terreno desocupado, en la arena de la playa o simplemente nos tomábamos nuestra calle y la convertíamos en una cancha deportiva aprovechando que
los vehículos que había en ese tiempo eran pocos; por eso no teníamos problemas…
Pero sí teníamos problema cuando la pelota se elevaba y caía dentro del sitio de algún vecino de carácter agrio y mañoso.
También jugábamos mucho junto con las niñas: al “tugar, tugar salir a buscar”; a las “escondidas”; al “policía y ladrón”; a “los países”, etc. ¡Qué etapa tan bonita fue mi pubertad! No había motivo para estar encerrado en casa, porque no existían las consolas de vídeo juegos ni el Internet ni nada con tecnología avanzada que nos transformara en niños sedentarios.
Saliendo de la pubertad y entrando a la adolescencia, empecé a mirar a una niña en forma diferente… Y ella se dio cuenta, pero yo me conformaba con solo mirarla… Hasta que un día, bajó de su bicicleta, se acercó… y me dijo: ¡hola!... Sacó un anillo de su dedo, me lo regaló, me dio un beso fugaz, y se subió nuevamente a su bicicleta. Ya no recuerdo bien si fue en la mejilla o en los labios, pero sé que en ese momento para mí no tenía relevancia, porque se había concretado mi amor platónico.
Llegué a mi casa sonriendo alegre; apretando en mi mano el tesoro que había logrado… Tenía poco valor en dinero, pero para mí valía más que un diamante.
Seguimos viéndonos y hablando de vez en cuando por algún tiempo. Yo me conformaba con solo mirarla y conversar... Hasta que la vi con otro jovencito de la mano.
Quizás nunca supo ni sabrá que dos años estuve enamorado de ella sin poder sacármela de la mente. Hermoso amor platónico, pero con un dulce sufrimiento.
Hasta que llegué a la juventud y me volví a enamorar, pero esta vez fue un amor real y correspondido… Ella tenía quince años y yo diecinueve. Se convirtió en mi mundo y en mi motivo para vivirlo… Todo empezó a girar en torno a ella. Los abrazos y los besos que le daba en su cándida y tierna boca me hacían volar… Este sentimiento tan fuerte a veces me provocaba mucha alegría y otras mucha tristeza y pesar. Vivía cada día pensando solo en encontrarme con ella en los lugares que ya habíamos hecho nuestros; para abrazarla y besarla, para entregarle mi amor…Que cuando a nuestra cita no concurría; ¡me desesperaba!… Porque la extrañaba, porque la amaba.
Jacob Neruda Unamuno
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