Compañía
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Nunca olvido a un compañero ni permito
que su espíritu me abandone.
Mi perro era grande y noble
y sobrevivía conmigo a los inviernos.
A las tardes, a menudo, íbamos al bosque,
subíamos al monte y le gustaba, como a mí,
compartir la soledad.
Recuerdo que aquel perro
y la soledad de la tarde
colmaban de paz mi corazón.
En mi pueblo el invierno
es negro y gris como una noche oscura, y largo,
más largo que la noche.
Mi perro ya no vive.
Pero los inviernos en mi pueblo siguen siendo
largos y oscuros como la noche.
Ya no subo al monte para ver cómo de pequeño
se hace un pueblo en el camino,
ni busco aquel pretexto
que me obligue a compartir la soledad.
Por eso, no sé si el rocío tiembla aún en el matorral
o si el sendero es húmedo y frío como entonces.
Sólo la costumbre y algunos libros, adormecen cada tarde
la nostalgia de mi corazón.
Frente a la ventana que se abre al Norte
la melancolía, a veces se derrama.
No quiero subir más al monte y sentir al bosque
y a la niebla juntos.
No quiero andar hacia lo lejos y dejar en el camino
rastros sin compañía.
Un perro es más grande que un pretexto.
Aquel perro era grande y noble,
y yo soy de aquellos hombres
que nunca olvida a un compañero
(por muy largos y oscuros
que sean los inviernos).
(A Zal)
--oOo--
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Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Nunca olvido a un compañero ni permito
que su espíritu me abandone.
Mi perro era grande y noble
y sobrevivía conmigo a los inviernos.
A las tardes, a menudo, íbamos al bosque,
subíamos al monte y le gustaba, como a mí,
compartir la soledad.
Recuerdo que aquel perro
y la soledad de la tarde
colmaban de paz mi corazón.
En mi pueblo el invierno
es negro y gris como una noche oscura, y largo,
más largo que la noche.
Mi perro ya no vive.
Pero los inviernos en mi pueblo siguen siendo
largos y oscuros como la noche.
Ya no subo al monte para ver cómo de pequeño
se hace un pueblo en el camino,
ni busco aquel pretexto
que me obligue a compartir la soledad.
Por eso, no sé si el rocío tiembla aún en el matorral
o si el sendero es húmedo y frío como entonces.
Sólo la costumbre y algunos libros, adormecen cada tarde
la nostalgia de mi corazón.
Frente a la ventana que se abre al Norte
la melancolía, a veces se derrama.
No quiero subir más al monte y sentir al bosque
y a la niebla juntos.
No quiero andar hacia lo lejos y dejar en el camino
rastros sin compañía.
Un perro es más grande que un pretexto.
Aquel perro era grande y noble,
y yo soy de aquellos hombres
que nunca olvida a un compañero
(por muy largos y oscuros
que sean los inviernos).
(A Zal)
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