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Junto al rescoldo ha dormido - Poemas de Juan Carlos Suñén



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Junto al rescoldo ha dormido
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008


un perro rojo como la miel. La boca
              
le sabe a color malva, a religión y a cuarzo.
El animal vigila cada gesto y su propio
miedo. No toma el pan de la mano.
Tampoco salta para atraparlo antes
de que llegue a la alfombra.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               

              

              Se      ha acercado
por fin, reclina el peso
de la cabeza sobre
las rodillas desnudas del centésimo mono.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *

                            


              Y ladra dueño
a la que da a la calle.
Despierta al del sofá.
              
Sólo han sido dos días y dos noches
cuando el pelo sudado y la lengua inservible
no son forma de abrir. Nadie ha venido
pero tiene la leche
nueva y el pan del día
sobre la mesa, el que asoma
de lado deshaciendo
sus ojos ha esperado
más de lo que es prudente.
Que no es nada,
de lo que lleva envuelto
en papel de periódico, le dice.
Tuerce cada
palabra,               yo el que escribe
en las tapias
. Le pone
eso en las manos frío
y pegajoso y húmedo y se lleva
el índice a la frente. Truchas,               fácil
con el verbasco
, ha dicho.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               

                            


              Y cierra
la puerta, vuelve
el rostro: mira al perro
por encima del hombro
izquierdo. Siente la punzada.
              
También ha sido
zarandeado por la noche, pero
pensando en ello nunca
se salva cosa. Vale
sólo luchar contra el caolín molido
de la esperanza, una
y otra vez sacar brillo al mismo objeto,
roer el mismo juguete.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               

              



              La rosa se ha propuesto
ceder, su voluntad es esa sobre los tréboles.
              
Su voluntad es puro
sedimento, un dolor del que otro
no podría echar mano. El viento deja
quieto al milano y humo
dulce en los arañoles, trae del pueblo
olor a hoguera recién cortada.
              
El monte
es una mesa negra, casi humana,
para el festejo de la primavera.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               



Allí los corazones
claman sin descubrirse. El sufrimiento dicta
sin vergüenza su precio. Le susurra
su confidencia el hombre
al lobo. La costumbre
se ciñe a ese rencor. La casa firme,
dura más que el presente, se remonta
a una fragancia pequeña.
              
Cuando había un sombrero
en la repisa de los sombreros.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               

              


              Tan sólo unas semanas y algo hurga
sin pasado en la tierra,
solo y de buen humor en los pulgares
del domingo; aunque siga
volviéndose sin causa
cuando es la voz pequeña la que llama.
              
Bajo los soportales
las mujeres pasean con los hijos del año
de la sequía, se paran
para ofrecerlos aún no horripilados
a la mueca del hombre. Que hablaría
bajito, muy bajito,
en el dialecto del dolor; pero hace
sonar sus llaves.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997

                            

* * * * *               

                            


              A pocos kilómetros
el autocar le deja donde la piedra se abre
al cielo. En lo más alto
de abajo, en lo más bajo
de arriba. Tanto cielo,
incomprensible desde la casa.
              
Allí comienza un breve
ascenso. Poseída
por la fronda y el musgo,
la ruina salva su belleza. Quiere
mirar con ojos ebrios
tanta serenidad. En lo que fuera
claustro (y taller) la inútil
arrogancia del gesto se detiene.
              
El tejo habla.
Y si el hombre
pudiera un voto sería
este que sabe ser inagotable
sin hacer daño, ser centro
y ser contorno bajo
la amenaza o promesa
de hacerse nuevo sin hacer acopio.
              
Canta
la abubilla su gesto sin dejarse ver
la duración exacta del presente.

              

De "El hombro      izquierdo" 1997




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