Mujer sola
Poema publicado el 29 de Septiembre de 2014
Mi pensamiento —en temerario vuelo—
ardiente osaba demandar al cielo
objeto a mis amores...
G. G. de Avellaneda
Cercana a los cincuenta, en la adusta aduana
donde la menopausia me aguarda en su dintel,
soltera y solitaria en mi isla de fotos y rutinas,
me miro en el espejo, molesto confidente,
y veo que no soy la que hace algún tiempo,
los ociosos del bar le clavaban piropos
[procaces o atrevidos
en la diana íntima de su hambre callada
de amor, aunque mi andar un reto parecía
desde una exuberancia de jardín femenino.
Más de una vez rozaron por mi oído las alas
sibilinas de obscenas o turbias sugerencias,
y supe en soledades, tal si fuera un destierro,
el dolor de no ser amada como quise,
como se merecía la mujer que yo era:
imagen de los tiempos, sensata y algo esquiva,
pero siempre anhelante de viriles asedios,
soñadora del hombre que me deshojaría
cercándome con frases de emoción y ternura
y abriendo delicado mi expectante amapola.
Pero el príncipe aquel se quedó en su castillo
y no vino a buscar a su dama, acosada
por requiebros equívocos en esquinas arteras…
¡Ojalá por un día me hubiese abandonado
de su mano monótona y senil la cordura
y dejar que pusiera la pasión en mi boca
hambre de desvarío y el sabor instantáneo
de sus mieles fugaces y tener, además
de esa experiencia humana con ribetes de dicha,
vástago y compañía, aunque madre soltera!
De Poemas premiados (2014)
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Poema publicado el 29 de Septiembre de 2014
Mi pensamiento —en temerario vuelo—
ardiente osaba demandar al cielo
objeto a mis amores...
G. G. de Avellaneda
Cercana a los cincuenta, en la adusta aduana
donde la menopausia me aguarda en su dintel,
soltera y solitaria en mi isla de fotos y rutinas,
me miro en el espejo, molesto confidente,
y veo que no soy la que hace algún tiempo,
los ociosos del bar le clavaban piropos
[procaces o atrevidos
en la diana íntima de su hambre callada
de amor, aunque mi andar un reto parecía
desde una exuberancia de jardín femenino.
Más de una vez rozaron por mi oído las alas
sibilinas de obscenas o turbias sugerencias,
y supe en soledades, tal si fuera un destierro,
el dolor de no ser amada como quise,
como se merecía la mujer que yo era:
imagen de los tiempos, sensata y algo esquiva,
pero siempre anhelante de viriles asedios,
soñadora del hombre que me deshojaría
cercándome con frases de emoción y ternura
y abriendo delicado mi expectante amapola.
Pero el príncipe aquel se quedó en su castillo
y no vino a buscar a su dama, acosada
por requiebros equívocos en esquinas arteras…
¡Ojalá por un día me hubiese abandonado
de su mano monótona y senil la cordura
y dejar que pusiera la pasión en mi boca
hambre de desvarío y el sabor instantáneo
de sus mieles fugaces y tener, además
de esa experiencia humana con ribetes de dicha,
vástago y compañía, aunque madre soltera!
De Poemas premiados (2014)
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