Para la vieja
Poema publicado el 11 de Diciembre de 2010
Venga mi viejita, venga aquí, a mi lado,
Quiero que charlemos de cosas, de historias...
las tuyas, las mías, las bellas, las otras... las cosas del alma.
Observo tu pelo color del ánimo,
refleja los años, los años pasados…
Mira esas arrugas, testigos del tiempo...cada una de ellas conoce su dueño...
dime, Mamá, ¿cuál será la mía?
Sírveme otro mate, con tus manos…
ellas son las mismas que me acariciaban...
las que me mecían, las que me abrigaban...
las que cocinaban la mejor comida…
y las que arreglaban mi ropa estropeada...
hoy están cansadas, y tímidamente recorren mi rostro,
y mírame, míranos, con tus pesados ojos...
esos ojos lindos, esos ojos puros...
llenos de esperanzas... colmados de asombro…
Ellos descubrían mi alma apenada,
mis luchas, secretos, angustias. Silencios.
Tú siempre supiste lenguajes del alma...
ése que hoy me sirve para hablar contigo...
el que siempre ayuda a decir las cosas que salen de adentro...
que vienen del cielo... que huelen a limpio... que saben a dulce...
Te veo agotada, tu espalda pequeña,
tus hombros caídos, tu cintura breve,
el paso es más lento, pero tu voz siempre firme…
¡pero eso qué importa, terminaste tu obra...
tiene cuarenta años...o quince o cincuenta...eso es lo que cuenta .
No... No apures tu paso... hoy no es necesario...
Ya todo está hecho, la mesa está puesta... la ventana abierta...
¿Y sabe una cosa?... trajimos unas rosas...
las que le gustaban... las rojas, las blancas,
y estas perduran, permanecen en el tiempo.
Vamos a la mesa, ya todos te esperan...
hoy eres la reina...del día la dueña
Como dueña eres de toda esa historia...
historia de la que todos también somos parte.
Todos los que estamos y los que se fueron...
Aquí está tu copa...tómala en tus manos
y brinda conmigo, con ellos, con todos…
Venga mi Viejita, siéntese a mi lado sigamos hablando...
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Poema publicado el 11 de Diciembre de 2010
Venga mi viejita, venga aquí, a mi lado,
Quiero que charlemos de cosas, de historias...
las tuyas, las mías, las bellas, las otras... las cosas del alma.
Observo tu pelo color del ánimo,
refleja los años, los años pasados…
Mira esas arrugas, testigos del tiempo...cada una de ellas conoce su dueño...
dime, Mamá, ¿cuál será la mía?
Sírveme otro mate, con tus manos…
ellas son las mismas que me acariciaban...
las que me mecían, las que me abrigaban...
las que cocinaban la mejor comida…
y las que arreglaban mi ropa estropeada...
hoy están cansadas, y tímidamente recorren mi rostro,
y mírame, míranos, con tus pesados ojos...
esos ojos lindos, esos ojos puros...
llenos de esperanzas... colmados de asombro…
Ellos descubrían mi alma apenada,
mis luchas, secretos, angustias. Silencios.
Tú siempre supiste lenguajes del alma...
ése que hoy me sirve para hablar contigo...
el que siempre ayuda a decir las cosas que salen de adentro...
que vienen del cielo... que huelen a limpio... que saben a dulce...
Te veo agotada, tu espalda pequeña,
tus hombros caídos, tu cintura breve,
el paso es más lento, pero tu voz siempre firme…
¡pero eso qué importa, terminaste tu obra...
tiene cuarenta años...o quince o cincuenta...eso es lo que cuenta .
No... No apures tu paso... hoy no es necesario...
Ya todo está hecho, la mesa está puesta... la ventana abierta...
¿Y sabe una cosa?... trajimos unas rosas...
las que le gustaban... las rojas, las blancas,
y estas perduran, permanecen en el tiempo.
Vamos a la mesa, ya todos te esperan...
hoy eres la reina...del día la dueña
Como dueña eres de toda esa historia...
historia de la que todos también somos parte.
Todos los que estamos y los que se fueron...
Aquí está tu copa...tómala en tus manos
y brinda conmigo, con ellos, con todos…
Venga mi Viejita, siéntese a mi lado sigamos hablando...
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