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Como ocultar un elefante enjaulado - Poemas de Lose Luis



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Categoría: Poemas de Amistad
Como ocultar un elefante enjaulado
Poema publicado el 14 de Septiembre de 2013

CÓMO OCULTAR UN ELEFANTE ENJAULADO.





NIÑOS.

Siempre hay una niña aislada.
Que no salta a la comba.

Un niño que es descarte
en los equipos de fútbol,
o juega –que es peor-
de humillado portero.

Mujeres solas.

Siempre hay.
Aunque lleven marido

Y hombres que no entienden
de amor ni de deportes.

NATURALEZA.


Salir a cazar y regresar
sin haber cobrado una sola pieza.
(No han salido codornices, perdices,
princesas)

Haber disfrutado de la naturaleza.

Dejando aparte –claro-
el instinto animal.

BRETÓN.


Dos travestís tomando café,
con un payaso, una iguana y un torero.

En la mesa de al lado una mujer
recoloca su cola de lagarto
y atiende atareada a una flor,
que, llorona, ha escupido el chupete.

Y en la barra dos curas y una monja
flirtean con el cuervo que les sirvió los tés.

Es lo que tiene el carnaval,
convierte en letra mojada
el discurso de Bretón.

LOS OJOS DE MI MADRE.


Los ojos de mi madre están intactos.

Con sus praderas, sus cielos,
sus bosques de luz y tormentas cristalinas.

Han llegado hasta aquí, sobrevivido.

Y me miran igual
que a los siete años.

NIÑO.

Alguien se acerca a ti,
como si fueras un niño.

Es impreciso, tal vez
solo una sombra.
Puede, yo no sé,
quizás tú mismo.

O no: un viento ya cansado de volar,
una estructura.

Te arropa, recoloca tus cabellos
y ordena tus palabras.

Mi niño.

Mi niño, -dice- ven,
fin de trayecto.

Y te cierra los ojos y devora.

¿NO TE ACUERDAS?


Me cuesta reconocerte
en el hombre obeso, calvo y sin dientes
que tengo frente a mí.

Soy Eduardo –me dices- ¿No te acuerdas?

Me acuerdo –no te digo- que te quise,
por haberme elegido de entre todos
los niños del desierto

resucitado de todas las tormentas,

permitido completar más de un álbum
de cromos

y, por fin, definirme.

Ahora yo sí sé quién soy.

Pero a ti, no te reconozco.

QUÉ BIEN.

Qué bien ser tú todas las manos,
el globo terráqueo, el armazón,
el suelo, la tarima,
y este techo infinito.

Qué bien que seas yo, sin máscaras,
disfraces, la tierra por arar,
la siembra justa.

La pradera mullida, el rio al lado.

Tú: todos los libros y películas.

El mundo conocido y aquel
con qué soñamos.

ORACIÓN.


Recemos para que todo sea verdad
y existan las sirenas.

Al dios que no existe.

Desmenucemos los inciensos
y cubramos de flores el cuerpo resucitado

de la miseria,
del dolor o el desamor,
del miedo más presente.

Recemos con las manos bien introducidas
en las cuencas de los ojos,
para ser ciegos y ver
la complacencia.

Recemos para estar y ser
una piel navegable,
una casa sin puertas ni cerrojos.

Al dios que  no existe.

OFICINA INFANTIL.


No puedo evitarlo: sólo veo niños
en los adultos que están y me rodean.

Como en “El Sexto sentido” percibo
otra realidad.

Paralela.

Mi jefe como un niño dominante,
decidiendo en el despacho
quién va a jugar con él,
o quién, en los descartes,
acabará despedido:

Mi compañero –otro niño-
invadido de mocos,
mellado y balbuciente,
tímido, tal vez poco estudioso,
recientemente padre de otro niño.

O yo, que le ha sacado la lengua en el recreo
al ver su dedo índice metido entre mis ojos.

Todas las niñas en el pasillo cuchichean.

Se intercambian los cromos
y enseñan sus braguitas.

No entienden por qué yo
me retiro llorando,
llamando a mi mamá.
(Que sí, es otra niña)

UN ELEFANTE ENJAULADO.


Ocultar el dolor, el amor,
y un elefante enjaulado.

Es difícil, pero posible:
Humor hermético, bien construido,
con hábil manipulación
de los ojos y los labios.

Si hay lágrimas,
tratar de aislarlas con el gesto.
Si temblor, esconder las manos.

El elefante es más fácil:
metros y metros de tela
(a lo largo y a lo ancho)

VOMITO.


Infestado de tu voz
vomito mi desamparo.

Trino en la boca de un sauce,
-destilador de tormentas-
las razones de mi miedo.

Llamas a la puerta y abre
el niño que yo no fui.

Lleno de flores y arañas
y pañuelos voladores.
Alto, para que deslumbre
de un portazo tu razón.

MI PADRE.

                      Zeus le dio un mal a Titono, vejez perdurable,
                      que asusta incluso aún más que el horror de morirse.
                                 
                                                        MIMNERMO.

No quiero convertirme en un niño,
-dijo mi padre-, invadido de ictus,
depresiones e infartos.

Temía el vil cuidado,
galopando inexorable
en su búsqueda de manos enfermeras.

Pero yo lo vi –cuando lo dijo-
bien atado a la mano de su madre,
buscando en el viento mariposas y pájaros.
Feliz.

¡Qué más quisieras! –pensé-

Y le miré.

Y los dos soñamos, un rio y un bosque acogedor
y , abierto, el paraíso.
















POETA CONTEMPORÁNEO


Arquíloco dijo:
Se me aflojan los nervios de la verga.

Así, sin más, como un realista sucio.

Versos sin pelos en la lengua,
arcaicos-contemporáneos.

LA POBREZA


Está prohibido pedir, llorar o molestar
a la gente de bien que levita en la calle.

No es estética la mano
mugrienta que se acerca,
ni un muñón, ni una boca
sin dientes profidén.

No queda bien ni casa
con el mobiliario urbano.

Ensucia las conciencias
de los seres humanos

la evidencia animal
de la pobreza.

LAS SÁBANAS

Dos jirafas en mi salón
pastando los colores de la alfombra china.

No me causan sorpresa.

Un león en el baño
probándose mi albornoz
(después de un buen hidromasaje)

Le acerco la crema corporal,
le ayudo a peinarse la melena.

Y u n rebaño de ocas en mi cama,
resucitadas del edredón de plumas

que al final, sí despiertan
mi espíritu cazador.

INVIERNO


Un invierno sin lluvia (2011/012)
un invierno sin nieve.

Los expertos dan mil explicaciones,
desde el cambio climático
(hay pruebas contundentes)
hasta el comportamiento cíclico
–matemática natural-
de los agentes atmosféricos.

Yo  sé que es una metáfora.

Y tú, me entiendes.

GUILLIVER


Mi hijo es un gigante.

Ha crecido en un verano
todos los años, de golpe.

Me preocupé, al principio.
Pero alargué mis brazos –de enano-
para poder abarcarlo.

Y abrazarlo.

Como antes.

AMBULANCIA


Ha aparcado una ambulancia
enfrente de mi piso.

Yo estoy asomado a la ventana,
fumando una noche incierta.

Observo al conductor, al enfermero,
cómo descarga la camilla,
interiorizo
el chirriar de las ruedas.

Las luces crean un efecto dramático,
expresionista.

Dos parejas se paran
y también observan.

Adelanto la cabeza y veo
cómo entran en mi portal.

Estoy solo, pero no pierdo la calma.

Tal vez algún vecino esté enfermo.
Hay un anciano terminal en el segundo.

Pero llaman a mi timbre.

Tengo que abrirles la puerta.

LIBÉLULAS


Me explicas que el amor,
me dices no se qué de una noche estrellada…

Las libélulas –hablas-
y te arrancas la piel en finas tiras.

Desdémona, Esther o Dulcinea,
el cadáver caliente de Julieta,
Helena liberada…

Puede ser, no lo sé, a veces pasa
que el bufido del viento te aconseja indolente
la muerte a la hora del café.

Pero a ti te apetece descansar,
tumbarte en el sofá
y ver la tele.

REALIDAD

Te llamo realidad porque pretendo
que el sueño tome forma y vivifique
mis alas moribundas.

Por si acaso utilizo muchos nombres.
De mujeres, de hombres,
de criaturas extrañas que sé
viven en mi.

¿Me escuchas?

He aprendido el idioma de los pájaros,
acercado a la noche y entendido
su trémulo susurro.

Te llamo verdad.

Porque no creo
que los sueños se cumplan.

CAMBIO DE CANAL


No es bien visto en sociedad
el dolor explicitado,
el llanto, el recordar
lo negro de la vida.

Se cambia de canal
cuando el drama no está televisado,
y el actor es, por ejemplo,
el vecino de enfrente

que se muestra y exhibe su desdicha.

El temor al contagio
convierte al desgraciado
en un leproso.

Y me obliga a emplear
esta sonrisa.

SEÑORA DANVERS

El deseo de la señora Danvers
tiene plumas negras,
como las coronas mortuorias del siglo XIX,
espinas en los pétalos de las rosas
y lágrimas ácidas que funden la carne.

Rebeca es un sueño, como el mar.
Y el mar es un sombra
dolorida de barcos, alarmada de vientos,
esculpida sin temor a la réplica.

El primer amor siempre es un naufragio.

Y es lícito buscar en él
las tablas viejas, el mástil astillado,
e incluso los restos de comida.

Para vivir de acuerdo con tu sueño.

Para morir por él, señora Danvers.

PAZ


El nobel de la paz
declara la guerra al mundo.

Y a nadie extraña.

Hoy mismo la O.N.U ha decidido
que no existe Sudán.

Sólo es cuestión de cambiar
el programa informático.

LA VERDAD

Fred Astaire ha dejado de bailar
y Gene Kelly tiene miedo de la lluvia.

Si cerramos los ojos ya no vemos
palacios y paisajes irreales de tela artificial,
estrellas de colores ampliadas
por la luz de los focos.

Se han derribado todas las mentiras.

Para mostrar esta verdad miserable
que tiembla en nuestro plato,
como la brisa en la piel del mar,
apenas perceptible.

Se ha descubierto que la muerte de Marilyn
fue un montaje de la C.I.A.

Y hoy llena las portadas de todos los periódicos
una anciana teñida de miedo a los geriátricos.

CUPIDO

Rescato a Cupido
en el muro se enferma la mañana
rosa y soñolienta
la fiebre trepa por la sombra del árbol
transformado en mujer miel de manzanas
resurrección si de verdad me quieres
conviértete en cristal dora tu brillo
amanece y sé fiel como ahora Judas
amante que fue de Jesucristo
y niño despoblado
el arco iris liba el jugo de la hierba
y vuela colibrí hasta tus ojos
no me has vencido
toda mi carne se abre satisfecha

PALABRAS


Con lo que hicieron de mí
he construido un caballo
y le he obligado a volar.

Debajo de las cenizas
las brasas aún reivindican
el poderío del fuego
y crepitan orgullosas.

El agua en el fango tiene
tanto hidrógeno y oxígeno
como la lluvia que ves.

Y si no me animo no es
por no inventarme palabras.

MEDIDAS


El tamaño del corazón en los pájaros.

La longitud de la lengua de las serpientes.

La desproporción, evidente, entre mi razón
y tu tristeza

El malecón y el mar
embravecido.

Que alguien ajuste, por favor, las medidas
y cree un orden, al fin, equivalente.

ÁNGEL CUSTODIO


Un ángel custodio se despluma delante de mí.

Alguien le regaló una sonrisa falsa
para velar el sufrimiento ajeno las noches de tormenta.

Y un corazón con pilas Duracell.

¿Por qué llegó hasta aquí?
¿Quién le dictó al oído las señas de mi casa?

Ahora quiere el infierno
y se me acerca desnudo y temeroso.

Como un niño me dice:
Custódiame.

LÍDERES


Niño, te reíste mucho de mí.

Niño, tengo tu dedo aún dentro
de mi cerebro.

Niño rojo con un cuchillo
de lengua afilada.

Niño, tus ojos fuera de toda órbita
amedrentaron a las niñas de los míos.

Miedos y trenzas y lazos blancos.

Niño, ya no eres niño y sigues aquí.

Y me aplastas
y pagas un salario.

INCONFORME


Necesito que me quieran las flores, los insectos,
las ardillas, el árbol, el puente cuando cruzo.

Pido amor a la alfombra,
a la sábana exijo que tiemble con mi piel,
que me adore el sofá, la cuchara que lamo,
el guante si introduzco mis dedos temblorosos.

Suplico en el semáforo amor a los que enfrente
me dejan atrapar sus ojos transeúntes.

Porque no me conformo
con esta soledad.

PUEDE SUCEDER


Porque puede suceder la muerte
y sus uñas de esmalte macilento

rasgarte de improviso, acelerar
el tiempo que entretejes. 

Ahora mismo, ya, apenas maquillada,
sin rayas en los ojos,  sin carmín,
desnuda, sin disfraz,
una mujer enfrente del espejo.

Porque puede suceder la vida
con todas sus parábolas y colores azules
–de mayor a menor intensidad-

Y no enterarte
de nada.

LAS PALOMAS 


Un muchacho bellísimo se rocía de luz
y, cómplice, nos mira.

A ti y a mí, dos viejos decrépitos
que dan de comer a las palomas.

Teñidos y ofuscados, anacrónicos.

Nos sonríe, se acerca y nos saluda.
Te da la mano.

¿Sabes quién es? –pregunto-

Pero tú estás deslumbrada, rejuvenecida.
Te han brotado flores en la piel,
en las niñas de los ojos.

Me voy con él –me explicas-

Y al marcharos –el muchacho y tú-
todas las palomas se van tras vosotros.

LAZOS Y MENTIRAS


El niño ordena sus secretos.
Los encierra en una caja,
que atraviesa de lazos y mentiras.

Percibe un aullido azul,
y una especie de presión en el pecho,
un pinchazo de aguja.

El agua recorre, insatisfecha,
la fría piel del cristal,
buscando entre las maderas
una posible desembocadura.

Está solo.

Pero eso lo sabrá al cabo de mucho,
mucho tiempo.

ROSAS CRÍPTICAS


Te he regalado un ramo de rosas perversas,
sin olor, no vivas.

De espinas interiores
que se abren cuando tú te acercas.

Espero que seas capaz de entender
lo que te digo.

PARA VIVIR


Los niños juegan encima de una nube de baldosas.

Pero yo no estoy.

Saltan por encima del rumor de los árboles
y sorben el chocolate
de la piel de las rendijas.

Para asomarse y ver
el sol frondoso.

Que yo no comeré.

A pesar de que soy también un niño

y tengo el tamaño justo
para vivir la alegría.

UNICORNIO


Unicornio Fernández Alejandrino
no tiene miedo a la lluvia,
a los pétalos de rosa, al sexo,
ni a la sed.

Es feliz transformándose en árbol
y  a veces, en sirena nocturna.

Sin red, da saltos sobre sí mismo,
templándole a la vida.

Que le mira atónita.

NIÑO FUNAMBULISTA


El niño recordaba su niñez,
vaciando lirios, como oscuros terremotos.

Su madre-pez volaba tierra arriba,
por encima de todos los recuerdos,
simulando ser noche o acaso estrella,
dulce presagio, líquida respiración,
primera guía.

Porque todo se reduce
a unas manos que te buscan.

Para asirte cual cadenas de plata,
niño funambulista.

REYES

Como los niños que esperan cada año
la llegada nocturna de los reyes
y los ven, y evalúan el brillo de sus capas
en las sombras violetas de ese día
más que exacto.

Y tejen la verdad y se estremecen,
prósperos y libres, no dudan,
y creen que no hay límites,
márgenes paredes…

Así yo espío tus miradas
con la fe de un devoto enardecido.

No esperando el milagro,
convencido de merecer
el todo que prometen.

PERDER


Qué importante es no tener la razón
y sin embargo defenderte ante todos.

Equivocarse.

Qué esencial arrastrar el error
hasta que al fin provoque la caída,
la herida, futura cicatriz.

No levantarse.

Cómo convenceros de que no
os hagáis caso,
de que perdáis, jugando hasta la extenuación
la vida.
2012

No te has dado cuenta:
nadie tiene ojos.
Se ha extendido la piel
por encima de las cuencas,
reptando por la nariz
hasta inundar las bocas,
que selladas también,
ya no molestan.

Silencio.

Nada de luz.

Miles y miles de personas
en trasiego continuo por las calles.

Y la ciudad, desierta.




Tú envuelta en llamas,
fatigada de tanta combustión.

Aprovecho tu luz y tu calor
de cirio involuntario.

Acerco un dedo y hago
de tu pasión, cenizas.

NUBES


Nubes de metacrilato poblando tu frente.

Yo soy el presentador, resumo las noticias
y me apago.

Para que tú salgas de ti misma.

Y te acerques no a mí
–vivo en la tele-
si no a la explosión del mundo.

A la bomba de la vida.

BRILLA


El corazón se esconde en una lata de trapo.
Los caballos galopan como campanas.
Y las mujeres lloran.
Hay un miedo recubierto de pequeños mosaicos,
y vírgenes desnudas que procesionan
un dolor de flores envenenadas, marchitas.

Cerrad todas las ventanas.

Pero abrid sin miedo la noche.

Para tumbarse en la hierba.

Y observar un cielo negro que, sin embargo, brilla.

ARCO


La realidad, de puntillas ante el espejo,
se acomoda sus pestañas postizas.

Un hombre lleva varios años muerto
y luce en su antebrazo una rosa de seda,
que en su casa consideran un detalle snob.

Me miras.

Y convergen la lluvia y la luz.

¿Por qué no soñar?

Aunque parezca irreal
el arco iris no es una mentira.

NIEVA


Entre los complicados cuchillos de la noche
siempre hay un niño vestido de manzana.

Dos ojos sin búho excavan en nosotros
para extraer diamantes,
con un pico sin mango y una pala de plumas.

Pero solo hayan carne y huesos tan humanos
como esta tristeza de sonrisa felina,
volátil y asustada.

Su decepción contagia y lloramos al tiempo
que un incendio de nieve disfraza la ciudad.

EN LA PLAZA


La ansiedad plateada de las palomas
sorbiendo el cabello de las fuentes.

Lisiadas. Algunas con muletas de sombra.

Gatos reencarnados en viejas burguesas,
sembradas de perjuicios ancestrales.

Y mientras, las niñas con sus juegos de mujeres
preparan comiditas de tierra, tartas de margaritas
y amapolas.

Ignorantes del peaje, de las consecuencias
de tanto corro y nana.

Otra tarde más la plaza bombea un corazón
que si lo observas bien,
parece una palmera.

NIÑAS DE COMUNIÓN


Niñas vestidas de comunión
trepan por los arcos y se hielan
por detrás de las avenidas.

Convertidas en muñecas de tarta
tienen el sabor justo de la almendra
y pueden ser devoradas
sin temor a la ley estricta de los hombres,
que no repara en sueños ni en rarezas.

Todos hemos sido niños, es cierto.

Pero hay parques sin columpios
donde habitan serpientes, cocodrilos,
y suspira la anémona.

Esa flor inocente que huele como el agua.

LILÍ


Un Lilí de bombón, menudito, ocarina.

Su mamá le compró un vestido de fuentes,
con pespuntes de lluvia.

Que comió un marinero todo lleno de anclas.

Se abre el sol y un ciprés
se introduce en el cielo
-pobrecito Gerardo-
desgarrando los lazos
de su funda organdí.

Que no llores Lilí,
y envuelve, si tú quieres, en papel de regalo
aquellos sueños tristes que tuviste de niña.

LODO


Protesta tiernamente la amapola y fiel al tópico
se desangra y nos muestra sus carnes escarlatas,
altiva entre los trigos.

Lleva la guerra peinada en  una trenza,
que arrastra por los suelos
como una niña de oro
con miedo de hojalata.

¡Cuántas lágrimas y ríos de tristeza!

¡Cuántas noches de fosas y agonías!

Me disparo en la boca y por si aciertas
te muestro un corazón lleno de lodo.

SOMBRAS


La sombra gitanea los patios andaluces
como una dama hombruna, dominante
y resuelta.

Con un hambre de siglos arrebata claveles,
geranios y amapolas
en un baile de brazos teñidos y enguantados.

La luz se humilla y toma
la calavera azul que anuncia los venenos
que dan luto a la cal y visten a la noche.

Que se duerman las niñas y las guitarras.

Que otro día el amor prenda mecha
y se incendie.

DAMIEN HIRST


Tenemos toneladas de ropa,
pero nada que ponernos.

Miles de kilómetros de piel no utilizada.
Flotamos en formol, como las ovejas de Damien Hirst.

Un mundo de farmacias y cerebros dañados,
ceniceros-piscina, corazones enfermos
devorados por moscas que son arte en el Tate.

Metáforas caníbales con olor nauseabundo.

Colas y colas para ver el fin
del ser humano.

VECINOS



No eres el único habitante de la luna.

Cerca de tu cráter vive una hiena.

No la escuchas reír porque está disecada.

Ni ella a ti llorar
porque cree que estás muerta.

RASGUÑOS SUPERFICIALES


No nos es suficiente el grito del espejo,
con su mirada imposible de miedo y de cristal,
su ensañamiento.

Después de superar las pesadillas y sus uñas de gato,
que él nos muestra orgulloso, sincero y servicial,
en un trabajo que
casi siempre repele.

Nos parece que es poco la muerte alrededor,
su arqueóloga obsesión de búsqueda entre ruinas,
de carnes y miradas putrefactas y secas

el desplome brutal de nuestros padres,
con sus ojos de jóvenes y niños.

No nos es suficiente.

Seguimos doloridos de soledad,
llorando por pequeñas heridas, rasguños superficiales,
dañándonos con la nada, que al fin,
es lo que queda.

VOSOTROS


Sé que no soy un niño.

Entonces por qué
estoy llorando,
entonces por qué
en esta mano
escondo una piedra
arrojadiza,

vuelvo la cabeza,
llamo a mi madre,

corro, me escondo,
busco el
cuarto de baño,
y espero a que se pierdan
las pisadas

para abrir los cerrojos.

Entonces por qué me siento así, cómo
un niño pequeño, diminuto,
endeble e indefenso
frente a todos
vosotros.

YONKI


He entrado en el bar y he pedido
veneno.

El camarero me creyó un borracho
y me puso una cerveza Mahou
delante de los ojos.

Una más.

La bebí, la pagué, y me fui resentido,
buscándote, por fin, sin dar rodeos.

Y ahora, aquí estás: mirándome.

Ofreciéndome gratis
otra dosis de frío y soledad.

BEEÉ…


Mira imbécil…
¿No ves cómo la araña entreteje sus telas sobre ti?

¿Aún te crees vivo?

¿Qué me cuentas sobre
la vida tan normal,
como tiene que ser, casa-trabajo,
esa afición tuya a decir Beeé..?

¿Me oyes oveja?

Qué pena… quítate la corbata de miedos,
tus días de tergal, el bozal y las bridas.

Márchate.
Aléjate lo que puedas
de ti mismo.

LA GARZA


Me he encontrado una garza en la cocina.

Sola. Preparando café.

Ocupando con sus plumas el espacio
entre el lavavajillas y la encimera.

Le he dicho hola, buenos días,
he abierto la nevera
y sacado un yogurt.

Me he sentado a la mesa
y ella
ha movido las alas,

varias veces,
con intención –parecía- de emprender la retirada.

Lo ha dejado todo perdido
(azulejos, mobiliario, mi desayuno)

Pero…
no ha podido volar.

UN GORRIÓN SE DESPLOMA


Un gorrión se desploma sobre el café con leche,
justo en medio del bar.

Todos miran hacia arriba o a los cristales,
buscando un cielo azul en el techo desconchado
o una rendija al aire entre tanta persiana.

Nada ven que les aclare la muerte y procedencia
del cadáver alado que ha elegido mi taza
como meta final.

PENTECOSTÉS


Gloria Fuertes se aparece, como paloma,
en pleno consejo de ministros.

Emocionada se posa en cada una de sus cabezas,
que quedan – a partir de ese momento- llenas de luz.

El de defensa pide ceder su presupuesto al de cultura
y éste promete no gastarlo en viajes oficiales.

Y se decide el fin de los ejércitos, la policía, y ya de paso
de la guardia civil.

El de interior declara su amor al de exteriores
y juntan sus bigotes mientras todos aplauden.

Gloria resucita un poema de patos
y de amigas contentas.

Y el presidente, subido ya en la mesa,
se pone a cantar y dice
que nunca fue tan feliz.

SIN SUEÑOS


Renunciar al mar, al patio andaluz nocturno
una noche de verano,
con su sombra caliente y perfumada,
su sueño de geranios y poetas malditos.

Renunciar a estar cuando me busquen tus ojos
a esa hora convencidos del amor
e interrogantes.

Y no poder decir otra mirada.

Renunciar a mí.

Y a ti.

Y seguir de pie,
dando órdenes a un cerebro confuso y dolorido.

Para que el cuerpo se mantenga.

Para que el alma aguante.

SERGIO


Mirarte y entender el porqué de todo esto.

De mi mismo, quiero decir.

VERANO


Hay una plaga de sol y las señoras
riegan marineros.

Detrás de la tapia se peinan los caballos
que, al tiempo, pastan flores, niñas,
y un dulce que la abuela enfrió con escarcha.

Las campanas de la torre llaman a sus hijos,
un poco exageradas.

Pero ellos siguen escondidos,
muertos entre las amapolas.

Nadie quiere salir a la calle.

Que es recorrida sólo por una vieja extraña
que conserva todos los dientes
y se ríe.

Alguien puede pensar
que de nosotros.

NO JUEGUES


El sabor azul del niño cuando lo estás masticando
se te pega después a la conciencia, pervive.

Como esos caramelos que te invaden los dientes
de chicle y corazón indefinido,
que al final eliminas con el hilo de seda.

No juegues.

El mar es transparente porque el rio
bebió del agua limpia del arroyo.

EL BAZAR


Reconocerme en la piel del tigre,
extendida en el salón, pisoteada,
convertida en un objeto kitsch.

Destruir la sabana, disparar la foto
sólo cuando empieza a atardecer
y el resultado tiene la entidad
de un gato de la suerte chino.

Un holograma tu rostro,
que me guiña y al pasar
abre la boca.

Un bazar.

Lleno de objetos inservibles.

Todo a cien.
O a mil.

(No siempre es barata tu mirada)

















PREGUNTAN POR TI


Alégrate, porque hay niños –de 54 años-
que aún llaman a tu madre y preguntan por ti.

Y tu madre es atenta y generosa
y entretiene su espera llenándoles los bolsos
de dulces y rosquillas de sartén.

Porque te prefieren, te han elegido,
señalado entre la multitud.

A su hijo,
que ella construyó con sangre y huesos
y soltó en la sabana, en la selva,
echó a andar, puso en un tren
disparado a un futuro
que sus bridas retienen.

-Ahora baja, les dice.

Y despeja una sombra de niebla en el salón.

PATIO ANDALUZ


La niña juega con el sol
al que ha desmenuzado
en lunares preciosos.

Todas las mariposas están atentas
y suspiran golosas, con aires de bailarina.

Porque la niña, de repente, suelta un lazo de su trenza,
y éste comienza a danzar con alma de caramelo.

¡Cuánto alboroto en el patio!

La abuela se desmomifica y sonríe sin dientes.

Para que el aire –apenas insinuado-
musite una canción.

SUR


La gitana se prepara una ensalada de flecos
y un potaje de caracolillos.

¡Qué graciosa!

Porque lo hace todo con diez niños en cada mano
y otros dos prendidos en el pelo,
como si fueran rosas de té.

Su marido toma el fresco, el fino,
y abriendo bien la boca,
la fragancia azul marina de la noche,
que es caliente y hombruna,
como la mariposa sonámbula.

No muy lejos un patriarca divino desoja un cante,
para saber si la vida existe fuera del Sur.

TU PADRE


Me encontré con tu padre muerto.

Llevaba un cesto con flores en la cabeza
y en la mano una niña,
que, posiblemente, fueras tú.

Me habló en el idioma de los pájaros,
que yo entendí, porque soy hada y jilguero,
a pesar de mi apariencia de hombre taciturno.

Todo lo que me contó
yo ya lo sabía.

-No llore, buen hombre, le dije,
sin abrir mi boca de ave y pez.

Y él, enternecido, me cogió de la mano,
para que también estuviera
en los sueños de tu infancia.

EN EL CAFÉ MIRADOR


Dos mujeres desayunan tormentas
en el Café Mirador.

Para amainar su desdicha y una duda que cuelga
de sus ojos nocturnos.

Las observas: mastican como conejas,
moviendo sus carrillos velozmente,
a la derecha, a la izquierda, acompasadas.

Mírate.
Y rumia lo que puedas.

Tenéis el mar de fondo.
Y aunque no os deis ni cuenta
va a facilitar la digestión.

EL NIÑO RICARDO


El niño Ricardo no tiene corazón. Zón. Zón.
Niño Ricardo.

Eso dijo su propia madre,
mientras aguantaba la respiración,
sujetando entre los dedos
una ramita de ortigas.

El niño Ricardo sonríe siempre,
esté contento o no.
Porque sabe que los dientes funcionan como espejo
y distraen a Narciso, que no ve de esta forma
su hechura de reptil.

El niño Ricardo no tiene corazón. Zón. Zón.
Niño Ricardo.

Y lo sabe su madre –víctima del cuco-

Y te lo digo yo.

Pero mira qué de amigos tiene
niño Ricardo.

BLANCANIEVES


Regresar de la muerte, como Blancanieves,
pero no encontrar al príncipe azulado.

Ni un bosque, ni a un enano al que emocionar.

Solo un callejón que se estrecha y al fondo
el parpadeo cruel de los neones.

Y tu rostro en un charco.

-No eres la más guapa –te escupe-
gana la madrastra
de la sociedad.

LOS POLICIAS


También tuvieron madres
los policías.

Sólo que nunca les leyeron
poemas de amor.

SEVILLA


Un serrucho de grillos quiebra el silencio.

La reja se peina y se hace caracolillos,
que ensangra con geranios y enredaderas.

¡Agua fresca de ojos recién llorados!
-vocea el aguador-

Y comienza la noche.

Caliente de palabras, tan seguidas,
que ya nadie recuerda el sopor de la siesta.

Su dulce duermevela de miedos y amenazas.

CÁDIZ


Tres sombras hacen punto
y se cuentan sus dolores

que nacen y desembocan
en sus heridas abiertas.

Las pañoletas se han comido
sus ojos,
pero a pesar de todo
las bufandas avanzan.

Para abrigar, en el sur,
el frío del amor.

Que no sabe de puntos
cardinales.

LA CASA


La casa te añoraba.

Eliminó las flores de sus cortinas.

Se arrancó sus papeles pintados.

Y cerró todas las puertas.

Para que nunca nadie
-solo tu piel, solo tú-
entrara.

EL RIO


Dos pájaros transparentes se mimetizan
con el agua del rio,
con la canción del rio,
y son sueño y verano –como él-

Los enamorados tejen cerca
una trenza bicolor con sus cuerpos
y se envician de rocío
como las flores-novias de las madreselvas.

El sol colma de miel la carne del paisaje,
que le ofrenda, dispuesto, el alma de su sombra.

VIVIR


Salía por las calles negras
para oír cantar a las gitanas católicas.

Las que mezclan el padre nuestro con la petenera
y luego se ruborizan ante las hechuras –marineras-
de un buen Jesús.

¡Ole y ole los cuerpos martirizados!

Entraba en las cantinas
buscando a los efebos borrosos
que enamoraron a Lorca
para emborracharse de sol
y de gardenias.

Sin ningún tipo de complejos.

Mostrándose rubio, alto y decidido,
para ser perla en un rio de azabaches.

¿Quién no quiere morir siendo guitarra?
¿Quién no vivir, al fin, dichoso?

CUMPLEAÑOS



Un vestido estampado de heridas,
frustraciones y miedos.

Como regalo de cumpleaños.

Y una gargantilla con forma de cadena.

Que él le abrocha con mimo.

Cuando prende las velas
se ilumina la tarta.

Pero tarda en soplar

Juana de Arco.

MANZANAS HELADAS


Recogía el carbón
desprendido de las vagonetas.

Y manzanas heladas.

Sabía que era niña
tal vez por el tamaño de su necesidad.

Porque entre tanto trabajo
soñaba con muñecas voladoras
y paisajes distintos,
sin frio ni arañazos.

Sin darse cuenta apenas, yo la miré de frente:
aún tenía dos trenzas sujetas con horquillas,
a modo de corona.

Y  no hubo vuelta atrás.

DE PASEO


La calle se ha roto el espinazo
y los niños tropiezan –sol y sombra-
con los dientes del calor.

Agua exprimida de rosas formando un riachuelo
serpenteante y triste.

Para los enamorados y las viejas beatas,
que humedecen así sus cuerpos,
enjugados con una cruz que es yema de caricias.

Y viento inexistente.

-No puedo ni llorar, dice, de pronto,
una luna vestida de escarlata.

Confusa, pues la tarde descorre las cortinas
–y aparta a los chavales- para verte pasar.

CRISTO EN EL TABLAO


Piden que Cristo baile en el tablao.

Y le llaman negro y carne de violetas.

Y le ofrecen Betadine, gasas y tiritas.

No se puede negar.

-¡Que baile el Ecce Homo!
grita una gitana pintada de payaso,
la cabeza humillada por el peso del oro
y un moño casi vivo con alma de florero.

Cristo se levanta y camina entre copas
de vino de Jerez.

Levita al escenario.

Le acompaña Camboria y el niño de Chiclana,
alias “El guitarrero”.

E inicia un taconeo de sangre y señor mío
que nos hace llorar.

VIEJOS TOMANDO EL SOL


Dos viejos camaleones toman el sol.

Sacan y meten sus lenguas de trapo
y de brote de helecho.

A las niñas que pasan y enseñan el sur.

Relinchan como flamencos, a lo lejos, los caballos,
moviendo sus melenas, su sonrisa de dioses.

Y enmarca una arquivolta a una virgen gitana,
coja y desdentada que reparte romero,
maldiciendo de paso al cielo, tan azul.





RECIÉN CASADO


Soy Elena y estoy recién casado.
Nadie sabe por qué. Ni mi marido.

Le he dejado mi carne poco hecha
y de postre he fingido una erección.

Tengo planes desde
mi tierna infancia,
que adivináis mordaz y correosa.

No viviré feliz. Y tendré hijos
que educaré sin reglas
ni principios,
al margen de toda sociedad,
al margen de sí mismos.

No cierro los finales
e imagino
que me venguen y entiendan
que es muy duro
vivir en soledad.

FELICIDADES


Nadie te esperaba,
pero has llegado vital,
saludando a todo el mundo.

Cambiando de posición
y de fondo de ojos,
distribuyendo equitativamente
tu recolección de anécdotas.

Pero yo seguí pintándome las uñas
-por algo soy Nosferatu-
concentrado tan solo en que el esmalte
no profanase mi piel, de veras blanca,
y viviera –como yo- en los límites
precisos.

Límites que tú, por lo visto, has traspasado.

Mira qué bien. Muy trascendente.

Perdona –por las uñas- que no encienda
los aplausos.

PÁJAROS PINTADOS


Han salido volando los pájaros pintados
del juego de café de porcelana china
expuesto en la alacena.

Hartos, supongo, de ser elementos de adorno,
exquisitos dibujos sin función.

Porque alguna estuvieron cerca de unos labios,
de una lengua,
tal vez heridos de carmín, muy cerca de una piel

que ahora, remontando el vuelo, buscan.

MALVALOCA


Se emboza un prado de flores
-con sus flecos-
para ocultar la tristeza.

Las anémonas son serpientes
y van ajedrezando
la pureza de los muros,
hartos de sol.

Dos ancianos en peligro de demolición
juegan a las cartas chinas,
confundidos sin remedio con la estampa del paisaje.

Qué miedo de campanas.

Porque están sordos los patios
y los niños juegan a morirse,
tumbados en un cemento
que nunca se va a encalar.


VERSOS SIN RIMA


Lo malo de todo esto
es que ya me lo sé.

El vencimiento, digo.
La recuperación posterior
sin ayuda de nadie
y sin pastillas.

Tan solo unas ligeras molestias
en los ojos
y una necesidad –aparcada-
de gritar.

Lo malo es saber
que al final resucitaré
al tercer o cuarto día
según mis escrituras

y el pentecostés estará descafeinado.

Y nadie me meterá los dedos
o las manos
o el sxo para ver
si soy yo de nuevo

o el impostor que escribe
estos versos sin rima.

GATO LUNAR


Reconocer que puedes ser un perro
o un gato lunar.

O una palmera.
De esas que se peinan con el viento,
con la dulzura pícara de algunas mujeres.

De algunas mujeres palmera.

Darse cuenta de que a pesar de estar aquí,
empotrado en la silla estrecha de esta oficina,
a punto de morir de aburrimiento,
o decidido –por fin- a ejercer de asesino en serie
(en defensa propia, claro, con todos los eximentes)
darse cuenta digo, de que
si te miras las manos y las uñas
adviertes sin problemas sus múltiples posibilidades,
un sinfín de calles con salida.

Y una puede ser ésta:
erizar el rabo (con perdón)
y maullar o ladrar
-libre elección-
a la cara más ingenua de la luna.

ESCONDIDO


Me he escondido
en el bolsillo interior de tu abrigo negro.

Ocupo poco.

Juego con el forro y las pelusas
y muevo la cabeza al ritmo de tu corazón.

Me asomo para ver con quien hablas
o vives.

Y apunto los momentos
que quiero recordar, rememorar,
aquí tumbado, al lado de un pañuelo
de flores diminutas
y una entrada de un viejo cineclub.

A veces tu mano, despistada, me acaricia el cabello,
o me roza la piel, que absorbe ese contacto
como el cactus la lluvia.

No pido más.

LIFTING


Miradme bien: he vuelto.

Me he cambiado el rostro
y estirado el corazón:
un lifting que hace tiempo
me era necesario.

Ahora sonrío con los pies,
que se pueden confundir también
con los lóbulos de mis piernas,
invadidos de flores y promesas.

Y picos de palomas.

Mi nombre también es nuevo:
llamadme mar.

A pesar del desierto de mis ojos,
que como veis, sigue intacto.
Con sus dunas móviles,
su sed de espejismos y oasis imposibles.

Que a día de hoy la ciencia, no puede eliminar.

NACÍ EN MADRID


Nací en Madrid, en el número 23 del Paseo Delicias,
en una corrala.

Mi madre –una chulapa- se ganaba la vida de modista,
y mi padre era un prestigioso camarero
del barrio de Lavapiés.

Soy gato, pues, de nacimiento.

Mi hermano gemelo nació en el sur,
en una casa blanca de Sevilla
-cerca del barrio de Santa Cruz-
con un patio y un pozo y una capilla
dedicada a la virgen de Triana.

Su madre y la mía –una gitana-
era experta en el cante y las puntillas.
Su padre y el mío, un torero de plata:
banderillero.

Mi hermano es por lo tanto artista,
de nacimiento.

Maullamos y bailamos los dos al tiempo
que nacemos de nuevo donde queremos.

Hoy, por ejemplo, en New York.

SOY SUSANA LARÍN


Soy Carlos y Susana Larín Álvarez.

Un hombre, una mujer y un rodaballo.

No me miréis así:
he adaptado mi cuerpo a las mareas
y mi sxo es por eso temporal.

Soy lo que quiera ser y en el momento,
con solo cerrar o abrirme de ojos.

Me meto  e introduzco la carne que me forma,
mientras pido a los dioses tres orgasmos:

El del origen, muy caliente y espeso.
El múltiple volcán adolescente.

Y el que está en este pez que sibilino,
ha entendido por fin, que yo soy él.

TARZÁN


A estas alturas de mi vida,
una vez extinguidos todos los dinosaurios,
trazadas las fronteras que dividen lo que
en otro tiempo se creyó el paraíso,
a costa de la sangre del orangután…

Os digo de verdad que me da igual
el derrumbe de vuestra mandíbula,
vuestros ojos de búhos multiformes,
que recéis a los dioses por mi alma pervertida
haciéndoos de cruces o –peor-
defendiéndome benevolentes.

Yo soy Tarzán,
Pero antes de Jane y los aviones.

Cuando era tan solo un pensamiento
en los sueños de Rice.

VIVA


Te han encontrado viva, sin previo aviso.

Abrieron y allí estabas: escribiendo poemas,
con un vaso de leche sin veneno,
encendida y callada, la televisión.

Te tomaron el pulso y era normal.
No había síntomas de taquicardias.

Los análisis dieron muestras de salud
irrefutable.

En la sangre y orina.

En el corazón.

Contra todo pronóstico diagnosticaron
que la vida latía todavía en ti.

De lo que no se hicieron
-y ahí está firmado el documento-
responsables.

LA HORA DE COMER


El grito de la madre se despluma calle arriba.

Y se precipita sobre dos niños desdentados,
que persiguen al sol entre las sombras,
sordos como pájaros.

Y ávidos de vida.

Porque la tienen toda
y aprovechan sus flecos sin futuro,
normas o convicciones.

Pero el potaje se enfría.

Y se calientan
sus nombres en el aire.

IDENTIFICACIÓN


Le colocaron una pulsera de “Todo incluido”:
comida, bebida… hasta morir.
El tiempo controlado cada minuto
en una orgía intensa de emociones.

Absorber diez mojitos mientras te pones
hasta el culo de pizzas y salchichas
a la vez que te distraes en la piscina
caldosa del hotel.

No hacer nada. Solo ser
un cerdo para el engorde,
uno más en la piara de lazo en la manita
y presente feliz.

¡Qué suerte! ¿Por qué no?

Ahora está bailando “Los Pajaritos”
y le hacen un corro de serpentinas.

Y si cierra los ojos  hasta imagina
que el acordeón lo toca
María Jesús.

MOISÉS


Por fin ha descargado su ira el Moisés de Miguel Ángel,
roto la contención marmórea que le diviniza,
dado utilidad a sus músculos de gimnasio,
que Lía y Raquel evitan tan siquiera mirar.

Y se ha puesto de pie: es un gigante
frente a todos nosotros,
humildes criaturas con cámaras y flash
de programación variable,
buscadores de pizza que no entienden
el frio de sus venas, desbordadas de luz
y de recuerdos.

Para aplastarnos.
Como simples hormigas que no ven
lo terrible de ser
látigo y arte.

OJALÁ EL AMOR


Ojalá el amor, ojalá el diablo.
Que nadie nos arranque la piel que sensitiva
nos revela la sangre de los sueños.

El pozo donde al fin poder tirarse
después de tropezar todas las piedras,
sabiendo o no que están
o habiendo hecho
el hielo quebradizo del meandro.

Imponernos sin miedo lo imperfecto.

Vivir. Vivir. Vivir.

Defendernos del tiempo y de la  historia
que resta nuestras ansias.

Mirar atrás buscando otra mirada,
lamer hasta morir, la realidad perversa
de la sal.

Huir
de lo libre de pecado.

CONTRASEÑA


He guardado mi corazón en la caja fuerte:
un modelo blindado de última generación
que se cierra después de veinte contraseñas
y una clave encriptada
que es fórmula de mago.

Y he salido a la calle sin miedo a los tumultos,
a los robos, al viento merodeador.

Sin mirar de reojo ni buscar en las sombras
el puñal escondido,
la mano que lo agarra y lo dirige.

Sabiendo que carezco de valor.

CULPABLES


Porque sois culpables de que mi madre
sea casi analfabeta
(ella, que es tan inteligente)

De que mi padre lea solamente
prospectos para ver efectos secundarios
y etiquetas de vino peleón
(y jamás, por ejemplo, se acerque
a mis poemas)

Porque a conciencia hundisteis
y anulasteis sus cerebros,
sabiendo que hay peligro
en las neuronas del pobre
cuando éstas sin miedo se estimulan…

Os escupo estos versos
sobre vuestras conciencias
de moqueta mullida y satisfecha.

Porque sé que leéis y estáis formados,
desde el principio de los tiempos.

Generación tras generación.

LIBRES


Porque a pesar de vosotros, somos libres.

Nos acostamos con hombres, con cangrejos.

Follamos la dulzura de medusa
y rompemos su hechura tabernaria,
su peluca de miedo fluorescente.

Nada tememos.

Ni a los dioses –por humanos-
Ni a la cárcel con que hicieron
el cuerpo que nos sostiene y debilita.

Nos mezclamos sin orden, sin arbitrio.

A la luz o en las sombras que el deseo
extiende licencioso.

Somos eternos
y a pesar de vosotros si queremos,
quemamos a lo bonzo, los segundos.

LA GITANA Y HOPPER


La gitana se atraviesa el corazón
con una mirada que encontró en el pasillo.

Porque ella es así:
resuelta para parches de piel y medicinas,
una giganta contra la soledad.

No estaría jamás en un cuadro de Hopper,
si no fuera, claro, para bajar las persianas
y hurtar una sonrisa a un amante pequeño
o acercar una cerilla al triste surtidor.

Ahora, por ejemplo, come un rayo de sol
que juega entre sus labios,
y lo expulsa cantando, aún caliente.

Para que lo atrapes tú,
harto e infeliz payaso moribundo.

ENAMORADOS


Al final de su vida una pareja
recupera su amor.

En el hospital.

Ella ajusta el suero y recompone
unas ruinas de carne entre las sábanas,
y le acerca el teléfono para que hable
con su nieto, su hija, lo que hizo él.

Y él observa que, mientras, los ojos de ella
contienen un caudal de agua salada
que le alivia una sed que no sabía
habitaba en su cuerpo.

Que por fin se estremece, pues sensitivo
conserva la memoria de lo que fue.

SEÑOR MÉDICO


Qué bien, hijo de puta.
Te has peinado, lavado, y hecho médico.

Lo dice el bordado de tu blusa:
“X “de tal y tal: MÉDICO.

Y esa enfermera que te tiras.
-Me tiro al médico, se vanagloria,
me tiro al médico.

Ni siquiera recuerda ya tu nombre,
solo que estudiaste medicina.
Para ella, por lo visto, eso es lo importante.

Y ahora mírame y observa este cuchillo
que tiembla como tú, al lado de tu
garganta.

Señor médico: escuche bien,
abra el caracol de sus orejas
e introduzca en su cerebro
-¿he dicho diminuto?-
estas cinco palabras.
El esfuerzo no es grande:
una, dos, tres, cuatro y cinco
palabras.

Las puede repetir conmigo:
TRATE
BIEN

MI
PADRE.

JILGUERO


Llena el camino de espinas de cardo de jilguero
y redime su pena flagelándose,
como un mártir del amor.

¿Morir?
No es suficiente.

En la vida se cavan pozos más oscuros
y es su obsesión arrojarse en todos.
Para alivio de su piel, convertida en saeta
y pergamino.

Escríbeme – le suplica-
que note tus palabras aquí, en el esternón.

Qué gitano.

Servirse así de los entresijos.
Relamerse, absuelto, con su propia sangre,
ávido de todos los rechazos y miradas oblicuas.

¿Vivir?
No exactamente.

LUNA ESCONDIDA


La luna se escondió en su rostro.
Y ella, para disimular, se pintó
dos lunares chiquitos, tímidos,
que no rompieron en absoluto
la blanca dominación.

(El miedo al amor puede retirar
la sangre de pronto,
y hacer tiritar al árbol del jardín,
que se hace cómplice y sensitivo)

Todo porque alguien pronunció
el nombre amado.

Casi sin querer, de pasada,
en una intrascendente conversación.

Y ahí está: el cuerpo demudado.

Y el alma prendida con dos horquillas,
trémula y a punto de florecer.

LA MUERTE CON SOMBRERO CORDOBÉS


La muerte se ajustó un sombrero cordobés
y –qué curioso- se calzó unos zapatos de gitana.

Y nada más. Solo huesos y aire,
tal como aparece en las estampas antiguas.

Se me olvidaba: entre sus dientes bailaba
una amapola de seda natural
(lo que le daba un aire intrascendente)

Mejor así –me diréis-

Y tendréis razón.

Porque insolente, anunció su pasión
por todo el mundo.

LA MISERIA


La miseria copula con la muerte
y se entrega
como la flor a la abeja: suicida y útil.

No hay gemidos.
Ni caricias.
Ni mínimos afectos.

Solo un cuerpo abierto, desconchado.
Y un frio helador
que lo penetra.

NAÚFRAGOS


Reniegas de tus ojos y los descorchas
como si fueran aceitunas de Jerez.

Para impedirles mirar
lo que tienen que mirar desde hace siglos:
la compostura vieja de una piel
que se muestra orgullosa y te atraviesa
como una flecha oscura y decidida.

Pero no te has quedado ciega: ves.

¿Qué te creías?

El amor es un sabio milenario,
desprovisto de miedos, hábil y tenaz,
un muro a donde van a chocar
todos los barcos.

SOY EL TREN


Me llega un grito de margaritas:
seguramente es Juana, pariendo sus dolores.

No hago caso, porque estoy azul y pescando
cangrejos.

Tengo además tendida la mañana
a la que he hecho promesas de novio encantador.

Y quiero que se oree, como si fuera virgen.

Pero vuelven las voces, ahora ya montadas sobre pájaros,
redondas, altas:

¿No me ves bien?
–me distraigo, pero solo un segundo-
Soy el tren que llora en los raíles.

SIN TI


Lleno mis ojos de ti.

Hasta desbordarlos.

Me vale cualquier imagen,
no importa su nitidez.

Cualquier instante que capte
mi mirada hambrienta vale
como único alimento
que dará vida después
a lo que quede de mi.

CLASES


A veces no es suficiente
nacer y vivir en la miseria,
masticar el aire, ser
la suela de los zapatos.

Tienes que dormir también
en los raíles de un tren
que te arrolla cada poco,
y estar dispuesto a morir
por lo que otros no creen.

Pero, claro, no es bastante.

Es necesario dejar
constancia de que no vales,
poner mirada de tonto,
y serlo, después, al fin.

Ser consciente de que el polvo
también se divide en clases.

TARDE DE VERANO


El prado, con sarampión,
llama la atención de la cigüeña
que aterriza su cuerpo de azafata
para dar a la hierba un vestido de frac.

No muy lejos, un niño escupe miles de arco-iris,
a los que encierra en bolas con la piel de jabón.
Y guiña al cielo azul, porque se sabe dueño
de todo lo que le rodea.

Mientras, yo dibujo una rosa en mi cuaderno.
Para añadir más leña al incendio del sol.

CON LOS OJOS DE LOLA FLORES


Llegó con los ojos de Lola Flores
y un moño en avispero rematado en una flor.

De recoger naranjas entre las espinas,
y de llorar su dolor pequeño, de lirio enrojecido.

Los parroquianos se mordieron la lengua,
para que el veneno circulara hasta los dedos del pie
y corroborara la maldad de los hombres.

Qué giganta.

Porque abriéndose el pecho les mostró  una azucena



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