A mi madre...
Poema publicado el 09 de Marzo de 2009
A MI MADRE…
María Mercedes Samayoa de Mejía.
Jesús, mírame postrada en tu presencia,
sabiendo que tu madre te acompaña
a los dos suplico humildemente
que liberen a mi mami de sus penas,
que la mandes a a traer con tus ángeles
y que le abras la puerta de tu morada;
ya ella ha esperado con paciencia
hasta que al fin, su turno le ha llegado.
Pasaron horas, sin embargo
tuvo que hacer un poco más de espera…
pero ya la Virgen, Nuestra Madre,
la había tomado de su mano; es más,
creo que abrazada la llevaba.
Iba lento, pero directo al Paraíso,
los Ángeles las seguían con sus cantos…
y a distancia, muy cera ya
se veía el resplandor de Jesús Resucitado,
que con sus brazos extendidos la esperaba.
Y al fin, llegó el momento…
dejó con amor, pero en paz, todo lo que
aquí quedaba… ¿Que se llevó?:
ni siquiera los recuerdos…
solo el perfume de su vida pasada
la cual iba retomando… mientras caminaba
y la Virgen ¡la abrazaba!
En este momento, Señor, diría que agridulce,
en que los sentimientos se confunde…
cuando la dicha de tu Gloria esta presente
en nuestras vidas, también tenemos el corazón
triste por el vacío que mi mami nos deja.
Pero queremos darte GRACIAS, Señor, por los
años que la disfrutamos, por los valores
que aprendimos de ella, por las oraciones que
cuando éramos niños, con ella rezabamos y sobre
todo, Señor, por la paz que hoy nos dejas.
Con amor, tu hija María Mercedes
San Salvadpr, 2 de agosto de 2008
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Poema publicado el 09 de Marzo de 2009
A MI MADRE…
María Mercedes Samayoa de Mejía.
Jesús, mírame postrada en tu presencia,
sabiendo que tu madre te acompaña
a los dos suplico humildemente
que liberen a mi mami de sus penas,
que la mandes a a traer con tus ángeles
y que le abras la puerta de tu morada;
ya ella ha esperado con paciencia
hasta que al fin, su turno le ha llegado.
Pasaron horas, sin embargo
tuvo que hacer un poco más de espera…
pero ya la Virgen, Nuestra Madre,
la había tomado de su mano; es más,
creo que abrazada la llevaba.
Iba lento, pero directo al Paraíso,
los Ángeles las seguían con sus cantos…
y a distancia, muy cera ya
se veía el resplandor de Jesús Resucitado,
que con sus brazos extendidos la esperaba.
Y al fin, llegó el momento…
dejó con amor, pero en paz, todo lo que
aquí quedaba… ¿Que se llevó?:
ni siquiera los recuerdos…
solo el perfume de su vida pasada
la cual iba retomando… mientras caminaba
y la Virgen ¡la abrazaba!
En este momento, Señor, diría que agridulce,
en que los sentimientos se confunde…
cuando la dicha de tu Gloria esta presente
en nuestras vidas, también tenemos el corazón
triste por el vacío que mi mami nos deja.
Pero queremos darte GRACIAS, Señor, por los
años que la disfrutamos, por los valores
que aprendimos de ella, por las oraciones que
cuando éramos niños, con ella rezabamos y sobre
todo, Señor, por la paz que hoy nos dejas.
Con amor, tu hija María Mercedes
San Salvadpr, 2 de agosto de 2008
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