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Mi gruta - Poemas de Maria Teresa Aláez Garcia



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Mi gruta
Poema publicado el 14 de Diciembre de 2008

ROMANCE DE MI PERSONA.

Y en cierta ocasión, creía
que mi cerebro soñaba
con una caja de roble
que mi cuerpo custodiaba.
Que mi madura autoestima
alimentaba mi alma.
Que mis miedos, tan feroces,
sustentaban mis espaldas.
Que mis traumas y vergüenzas
ponían una pantalla
ante hechos y ocasiones
que dañaban mi esperanza.


Pero no era así. Fue entonces
cuando saqué mi arma blanca
y miré en los exteriores
la negrura de mi llama.
Encontré fibra podrida
de las cosas que, esperadas
por amigos y familia,
jamás, libres, fueron dadas.
Descubrí cemento roto
de inseguridades vanas
por creer lo que no era
y por ser valija falsa.

Estoy en una, encerrada,
cueva horrorosa de carne,
de pelo, lípido y grasa,
retorcida y  reinventada
por anélidos infames,
que deliberan, en formas
entre vísceras, sinuosas,
repartiendo la glucosa
por la cortina adiposa
de la oquedad infecciosa.
Las paredes que me cubren
no son paredón de loza,
que son de ósea podredumbre
de falsedad y congoja.
Por dichos muros resbalan
el  odio y el desagrado.
Son ácidos, son viscosos,
pegajoso decorado.
Desprenden olor marino
a rebajarse ante el asno,
a ignorarse ante el mendigo,
a esconder sebosos granos,
a negligencia y a culpa,
a vil deshonestidad.
Entre barro y calavera
junto a traidores humanos
la gruta que me aprisiona
me derrota con mis manos.
En rojos atajos veo
transcurrir tiempos y lunas.
En blancos senderos dejo
alegrías y amarguras.
La sangre es un río negro,
caudaloso, basófilo,
residual de ignorancia,
vacuos eosinófilos,
frustración e intolerancia,
talleres de neutrófilos.
Descarga su gran basura
marrón, desproporcionada,
miserias intestinales,
bilis de cotillas lacras
en un luengo laberinto,
de blanda piel, troceada
por el descarado instinto
que insatisfecho, se clava:
por desórdenes mentales,
por moscas estropeadas,
por hornos sentimentales
incinerados por ratas.
En su entrada, las mucosas
presentes están, verdosas,
y un pestilente aroma
de infecta y pútrida soma
  y de uterina acidez,
hablando con altivez
de su presencia, pregonan
que el lugar nunca abandonan.
. Sus dos salidas cegadas
por unos engaños ambas,
mucosos y transparentes
de desahogos fecales,
llenos de linfa castrada
que ciegan la gris morada,
catedrales venéreas,
plataformas etéreas,
de piedras de cal renales
y de rocas vesicales.
En su interior sólo hay una
laguna negra infectada
de dejadez e inconstancia,
suciedad y  horas perdidas,
de inconsistencia y dolencias,
también de inútiles quejas,
disculpas sin fundamento,
enjauladas por árboles
de  bejucos inhábiles,
suicidio de expectativas,
negación de libertades.
Páramos en los que anidan
los picos de los buitres
de las críticas que anulan
los cuernos de meretrices
que pegotean lucernas
  en destructivas narices.
Ánimos esforzadores,
arpías de tinte orina,
ladrones consentidores
ojos de lluvia cetrina,
dragones de tibia  escama,
de las sierpes hemorroides,
de larga tristeza y cola,
de indolentes soñadores,
que discurren por los huecos
más ocultos de este monte
de esta amalgama de insultos
orientados a mi norte.

Infinita es mi condena
de oxidados orificios
por la opinión que enajena,
de chapas erosionadas,
tacos de hedor purulento,
por escombros tumefactos
y coágulos de menstruo.

Aquí residen mis días
. En un sitio que hace aguas
y en inundación porfía.
Gotas de cara incomible,
escarlata, beige, lechosas
marrones, irrenunciables,
infantiles, ojerosas,
de rendijas inmaduras
abiertas y recelosas
al tornillo deslizantes
y del parche desertoras
ante impactos viscerales
abren trazos desiguales
por donde escapan las lorzas.

Soy dura soy miserable,
soy dejada y perezosa
soy carbón, soy la pimienta
soy la mostaza traidora.
En lo hondo la campana
que me avisa, traicionera,
al  cometer mis delitos
de avergonzadas quimeras
luce fiel de color oro,
refleja a Selene, plata.
Al acercarme es un bronce
duro de estaño y de laca.
Las fauces que me encarcelan
en ideas recurrentes
no muestran ni siendo hirientes
la más mínima deshonra.

Allá en el fondo entre rejas,
entre tejidos y huesos
encuentro una luz serena
que parece el firmamento.
No me permite el acceso
por mi huraño sinsentido.
Pero me alumbra el camino
que marca mi retroceso.
O puede ser mi conciencia
que me lleva hacia la cima
o puede ser mi vagancia
que mi proceder sublima.
En la tez de la mirada
y en la lengua viperina,
en mitad de una jornada
que mi vida no domina,
nace la voz que me anima
y me causa mis enojos
y que morirá abatida,
segura, de sus despojos.


. No me marcho. No. No me iré.
Una vez se alumbró una
pequeña vela. Me gusta.
La bujía anda escondida
en algún recodo de este
fangal,  lodazal de infaustos
de esta alcantarilla mugre
de la que las cucarachas
huyen asustadas. Temen
desánimo y  desconcierto.
que la pobreza contiene
Es un cirio que va dando
  fogonazos atenuados
por todo el bajo sistema
de coprofagia y de guano.
Es un diminuto foco
que no se consume y deja
un aire de limón suave,
ignorado en una leja.
En los lugares en los que
su buen hacer y su estancia
consiguen manar calor,
ambrosía, paz y gracia,
nacen rosetas y fresas
pequeñas y delicadas
señales de condolencias
de perdón atenuadas.










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