Amor platónico
Poema publicado el 20 de Abril de 2020
AMOR PLATÓNICO
Está canoso y lleno de paz
su mirada de sabiduría
y es su vida el recuerdo fugaz
de un beso, amor de un solo día.
Cincuenta años guardando el secreto
que a revelar nunca se atrevió
y por querer ser siempre discreto,
amargura y triste completó.
A los quince años, es la belleza,
solo un beso, verdadero amor;
es allí donde la vida empieza,
o empieza el camino del dolor.
Ahora ya le ciega la amargura;
¡qué cobarde!, nunca se atrevió
en esa su pérfida locura
a confesarle cuanto la amó.
Quiere en la carne clavar su mano,
arrancarse el triste corazón
y con precisión de cirujano
implantarle un poco de ilusión.
Ya en las sombras ella se ha alejado
durmiendo a la sombra de un ciprés;
es allí donde un Ángel alado
la está vigilando, a sus pies.
Allí donde se rompen los miedos
el silencio se torna incapaz;
es allí donde mueren los credos,
allí se encuentra un poco de paz.
Allí, llorando y arrodillado
con la rosa que le quiso amar;
cuando cincuenta años han pasado,
él quiere volver la vista atrás.
Aquí te traigo mi amor una rosa,
la rosa que un día te quise dar
y aunque tu no estás porque ya te has ido,
¡soy tuyo!, nunca te dejé de amar.
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Poema publicado el 20 de Abril de 2020
AMOR PLATÓNICO
Está canoso y lleno de paz
su mirada de sabiduría
y es su vida el recuerdo fugaz
de un beso, amor de un solo día.
Cincuenta años guardando el secreto
que a revelar nunca se atrevió
y por querer ser siempre discreto,
amargura y triste completó.
A los quince años, es la belleza,
solo un beso, verdadero amor;
es allí donde la vida empieza,
o empieza el camino del dolor.
Ahora ya le ciega la amargura;
¡qué cobarde!, nunca se atrevió
en esa su pérfida locura
a confesarle cuanto la amó.
Quiere en la carne clavar su mano,
arrancarse el triste corazón
y con precisión de cirujano
implantarle un poco de ilusión.
Ya en las sombras ella se ha alejado
durmiendo a la sombra de un ciprés;
es allí donde un Ángel alado
la está vigilando, a sus pies.
Allí donde se rompen los miedos
el silencio se torna incapaz;
es allí donde mueren los credos,
allí se encuentra un poco de paz.
Allí, llorando y arrodillado
con la rosa que le quiso amar;
cuando cincuenta años han pasado,
él quiere volver la vista atrás.
Aquí te traigo mi amor una rosa,
la rosa que un día te quise dar
y aunque tu no estás porque ya te has ido,
¡soy tuyo!, nunca te dejé de amar.
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