La carga de una pena
Poema publicado el 23 de Julio de 2022
Tantas vidas vacías dejan las malditas guerras, tantos corazones destrozados que la vida a veces se hace larga en el dolor y la muerte es una amiga que esperas.
Dedicado a todas aquellas valientes viudas que tuvieron que vivir una dura vida de humillación, trabajo duro y recuerdos que iban destrozandolas por dentro.
LA CARGA DE UNA PENA
En su rutina diaria
y cumplidos los noventa,
solo tenía un recuerdo
y la carga de una pena,
una carta amarilla
y una foto de la boda,
un pañuelo ya cansado
de tanta lágrima seca.
Todos los días soñaba
que la vida fuese un sueño,
que la tarde la mañana
y primavera el invierno.
Larga se le hizo la vida
esperando un milagro,
ver aparecer su esposo
con sonrisa en los labios,
como el día que se fuera
ocultando triste pena
cuando tuvo que marcharse
voluntario a la guerra.
Se le acababan los días
como un regalo del cielo
y se sentó en la puerta
a oír gritar su silencio
y vestido de soldado
tras una luz que brillaba
estaba aquel mozo joven
al que tanto ella amaba.
Es la hora de partir
que el amor es algo eterno,
sobre el no tienen poder
ni las guerras ni el infierno.
Van cogidos de la mano
por encima de los miedos,
son dos estrellas brillantes
las que hoy brillan en el cielo.
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Poema publicado el 23 de Julio de 2022
Tantas vidas vacías dejan las malditas guerras, tantos corazones destrozados que la vida a veces se hace larga en el dolor y la muerte es una amiga que esperas.
Dedicado a todas aquellas valientes viudas que tuvieron que vivir una dura vida de humillación, trabajo duro y recuerdos que iban destrozandolas por dentro.
LA CARGA DE UNA PENA
En su rutina diaria
y cumplidos los noventa,
solo tenía un recuerdo
y la carga de una pena,
una carta amarilla
y una foto de la boda,
un pañuelo ya cansado
de tanta lágrima seca.
Todos los días soñaba
que la vida fuese un sueño,
que la tarde la mañana
y primavera el invierno.
Larga se le hizo la vida
esperando un milagro,
ver aparecer su esposo
con sonrisa en los labios,
como el día que se fuera
ocultando triste pena
cuando tuvo que marcharse
voluntario a la guerra.
Se le acababan los días
como un regalo del cielo
y se sentó en la puerta
a oír gritar su silencio
y vestido de soldado
tras una luz que brillaba
estaba aquel mozo joven
al que tanto ella amaba.
Es la hora de partir
que el amor es algo eterno,
sobre el no tienen poder
ni las guerras ni el infierno.
Van cogidos de la mano
por encima de los miedos,
son dos estrellas brillantes
las que hoy brillan en el cielo.
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