El día de nuestra boda
Poema publicado el 01 de Junio de 2009
Hoy se cumplen sueños de infancia, se culminan profecías juveniles, se retoman juramentos no tan imperecederos; hoy es tu boda, y no atino a nada, sólo río. Tanto que planeamos este momento y no encuentro palabras para decir: te amo, hoy más que nunca. Preciosa; perfecta cual pétalo de rosa, aromática, seductora, provocativa. Podría morir en este preciso instante y tan sólo recordaría este momento.
Ya llega la hora, las campanas redoblan, las aves cesan su canto, la ceremonia comienza, el tiempo se detiene, yo no respiro; y apareces tú, yo en un extremo, tú en el otro; nuevamente estás ahí, blanca, pálida, temblorosa; yo igual que tú (…) introduzco la mano en mi bolsillo buscando motivos para despertar; encuentro dos superficies porosas, circulares, precisas, pequeñas; nuestros anillos; esos que guardo como cómplice de una sorpresa oportuna; se siente una multitud, los presentes se ponen de pié, reverencian a la joven; mi corazón se detiene y se presentan ante mí todas las imágenes de días turbios, de días en los que la lluvia lo es todo; hoy también llueve, en mi corazón, en mi memoria, en mis ojos (…); tú le tomas de la mano y le juras amor eterno, el mismo amor que una vez me juraste a mí; yo respiro, mi corazón adopta su ritmo cotidiano, mi cuerpo yace inerte en el tiempo.
Ya ves amor los dos nos casamos el mismo día, en el mismo lugar, a la misma hora; tú con él, yo contigo; todo en el mismo instante, todo en el día de nuestra boda, todo en el día en que despedí a mis sombras y dije adiós a tu sonrisa.
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Poema publicado el 01 de Junio de 2009
Hoy se cumplen sueños de infancia, se culminan profecías juveniles, se retoman juramentos no tan imperecederos; hoy es tu boda, y no atino a nada, sólo río. Tanto que planeamos este momento y no encuentro palabras para decir: te amo, hoy más que nunca. Preciosa; perfecta cual pétalo de rosa, aromática, seductora, provocativa. Podría morir en este preciso instante y tan sólo recordaría este momento.
Ya llega la hora, las campanas redoblan, las aves cesan su canto, la ceremonia comienza, el tiempo se detiene, yo no respiro; y apareces tú, yo en un extremo, tú en el otro; nuevamente estás ahí, blanca, pálida, temblorosa; yo igual que tú (…) introduzco la mano en mi bolsillo buscando motivos para despertar; encuentro dos superficies porosas, circulares, precisas, pequeñas; nuestros anillos; esos que guardo como cómplice de una sorpresa oportuna; se siente una multitud, los presentes se ponen de pié, reverencian a la joven; mi corazón se detiene y se presentan ante mí todas las imágenes de días turbios, de días en los que la lluvia lo es todo; hoy también llueve, en mi corazón, en mi memoria, en mis ojos (…); tú le tomas de la mano y le juras amor eterno, el mismo amor que una vez me juraste a mí; yo respiro, mi corazón adopta su ritmo cotidiano, mi cuerpo yace inerte en el tiempo.
Ya ves amor los dos nos casamos el mismo día, en el mismo lugar, a la misma hora; tú con él, yo contigo; todo en el mismo instante, todo en el día de nuestra boda, todo en el día en que despedí a mis sombras y dije adiós a tu sonrisa.
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