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Retrato de mujer - Poemas de Pablo de Rokha



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Retrato de mujer
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008

Pequeña~pequeña y sutil, morenita como las esposas de "La Biblia" o los lirios              
dilectos del Ganges, graciosa, melodiosa, misteriosa, llena de innumerables destinos      augustos, egregios, y pálidas adivinaciones, humilde en su virtud, humilde y humilde,      grandes los negros ojos negros, chiquito el pie, anda por las vías eternas acariciando      los acontecimientos rientes, las desgracias que visten mortüorios lutos amarillos, el      gesto fluvial de los llantos, el gesto fluvial de los llantos, la montaña, y el insecto      maximalista, ácrata o filósofo, acariciando, acaparando la vida y los sepulcros con      mimos de gatita joven.

En aquel montoncito de carnes sumisas, humanas, heróicas, florales, viajeras, canta el      ilustre mar, la tierra orlada de trigales intermitentes o sonoros nidos, los cándidos      cielos musicales, Dios, Satanás, el viejo instinto negro que sonríe a la nada desde los      subterráneos del hombre y la materia.

Se parece a las banderas del pueblo: el modestísimo olor a gestos rurales, la      religiosidad honrada y honesta que diluye su ateísmo profundo
como las aguas eternas de las tumbas, su ateísmo, lo ensimismado, lo virtuoso, l0      tranquilo de las diarias maneras exteriores, el sentido de la divinidad aureolando sus      huesos a cada instante del a cada instante, tienen un no sé qué tan evangélico que      evoca, ¡oh!. que evoca la leyenda del lugar...

Diríase que viene saliendo de la escuela, seriecita y juguetona, juguetona y seriecita,      seriecita y juguetona, diríase que viene saliendo de la escuela con el hijo en los brazos      precoces, pueriles... "nenito, peladito, chucurrutito", así le dice a la guagua      de meses... él contesta sonriendo, sonriendo: "a... gu... u... u..." y los dos      se conocen ha setenta mil años, por lo menos.

A orillas de los campos floridos, apostólicos, su actitud llena de árboles y agua se      define ruidosamente; ¡qué alegres van los zapatitos blancos por el camino real      atardeciendo!... La silueta maravillosa, fina y triste, fina, fina y triste, sus líneas      intelectuales, imperial-ideales, dilectas, como de dulce y grave pastorcita ingenua que      fuese princesa ignorándolo, ilustran el tema agrario, sacratísimo, cual una flor el frac      del héroe; ella adaptó los últimos refinamientos a las yerbas honorables, burguesas, la      elegancia del encaje albo sobre las túnicas crepusculares al fervor doloroso del grande      poema de la agricultura.

Süave, süave, süavemente süave, ambula como ola sonámbula insinuando apenas su alma      enorme, palpa las cosas, y las cosas vibran lo mismo que arpas naturales, pisa y el pie      celeste roza los fenómenos cual una luz la cara de un difunto, sonríe y se ilumina el      turbio-mundo, piensa, y entonces un olor a violetas claras inunda el universo, las figuras      se hacen suavidad, los geométricos triángulos objetivos esconden las garras estridentes,      oblicuas, y unas canciones blancas, como arpas blancas, juegan alegremente con los      pájaros nuevos.

Mujercita al rojo es, mujercita al rojo; caldea el amor sus entrañas adolescentes, las      menudas manos le arden, el sangriento clavel de los labios calcina los vagos suspiros      innumerables, ondula el vientre como sementera, tiemblan los pechos cual floridas torres      que se incendiasen al crepúsculo, las pupilas van agrandando y van horadando la tierra y      florecen lágrimas y besos, florecen, florecen; dos verdes ojeras invaden su cuerpo      anulándolo, borrándolo, eliminándolo y los pies, riendo al mar de libres cabellos      anochecidos, fluctúan por el aire minúsculos, precisos, minúsculos de minúsculos...
              
Un gigante ritmo sobrenatural preside sus actos e imágenes; asombra lo equilibrado de su      espíritu, práctico y romántico, romántico y práctico, artistísimo cantor de las      pequeñas formas cuotidianas, y al que incendia los huesos el fatal ensueño fatal, la      vieja ilusión que viene saliendo de los manicomios con la verdad en un trapito; ama lo      lógico en las cosas, el inconmensurable absurdo local de las ideas y es prudente como las      golondrinas, porque realiza lo heroico.

                                          


              




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