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Palacio del cinematÓgrafo - Poemas de Pablo García Baena



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Categoría: Poemas de Amor
Palacio del cinematÓgrafo
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008

Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre.
Tú sabes que estoy aquí. Te espero.               
A través de un oscuro bosque de ilusionismo
llegarás, si traído por el haz nigromántico               
o por el sueño triste de mis ojos
donde alientas, oh lámpara temblorosa en el cuévano               
profundo de la noche, amor, amor ya mío.
Llegarás entre el grito del sioux y las hachas               
antes de que la rubia heroína sea raptada:
date prisa, tú puedes impedirlo. O quizás               
en el mismo momento en que el puñal levanta
las joyas de la ira y la sangre grasienta               
de los asesinos resbala gorda y tibia,
como cárdena larva aún dudosa               
entre sopor y vida, gotando
por el rojo peluche de las localidades.               
Ven ahora. Un lago clausurado de altos
árboles verdes, altos ministriles, que pulsa               
la capilla sagrada de los vientos
nos llama; o el ciclamen vivo de las praderas               
por donde el loco corazón galopa
oyendo al histrión que declama las viejas               
palabras, sin creerlas, del amor y los celos:
«Pagamos un precio muy elevado por aquella felicidad»;               
o bien: «Ahora soy yo quien necesita luz».
y más tarde: «Tuve miedo de ir demasiado lejos»,               
en tanto que el malvís, entre los azafranes
del tecnicolor, vuela como una gema alada.               
Ah, llega pronto junto a mí y vence
cuando la espada abate damascenas lorigas               
y el gentil faraute con su larga trompeta
pasea la palestra de draperías pesadas               
junto al escaño gótico de Sir Walter Scott.
Vence con tu áureo nombre, oh Rey Midas;               
conviérteme en monedas de oro para pagar tus besos,
en el vino de oro que quema entre tus labios,               
en los guantes de oro con los cuales tonsuras
el capuz abacial de rojos tulipanes.               
Vendrás. Alguna vez estarás a mi lado
en la tenue penumbra de la noche ya eterna.               
Sentado en la caliza de astral anfiteatro
te esperaré. Tal ciego que recobra la luz,               
me buscarás. Tus hijos estarán en su palco
de congelado yeso, divertidos, mirando               
increíbles proezas de cowboys celestiales,
y yo, ya sabes dónde: impares, fila 13.




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