Hora de mi luz
Poema publicado el 16 de Octubre de 2014
Agua que empañas los parpados
del sol al oriente,
lleva forma de cristal tu voz silente
que augura profecías en las ramas
del álamo respirando en la ventana.
Se arquea con la brisa danzante al mediodía.
Surtida figura, electa flor de luna,
simultáneo cuerpo de oleaje,
las alas del cielo se abren sobre tu velo de espesura.
Acarreas el incendio del madero en tu mirada,
brazos de fuego ámbar que deslumbran la mañana.
Hora de mi luz,
no entra en mis parpados
el súbito caudal del rio cantando.
Sostén el vilo de mi peso en las bahías ondulantes
de tu sembrada figura/
El mundo tiene sus yermos pesares
y nosotros la lluvia que lava las heridas.
Luz filtrada en tus algas flexibles,
eres espalda de ágata,
color bermejo del cuchillo abriendo surcos en canales.
Ahí donde centellea tu cuerpo de rama mojada
el flujo de mis aguas roza tu piedra esmeralda,
transparencia y sonar de atabal,
agitas galerías de mis bosques,
secoyas encantadas que vibran
bajo el pasillo de tu poblado entrecejo
como un otoño de nácares diáfanos.
Siémbrame en tu vientre de maizal soleado
donde el colibrí quemó sus alas.
Espárceme bella,
soy el grano único que resiste tus lunas calientes
y la desnuda llama que toca tu frente.
Me haré polvo tórrido en las ondulaciones
que cantan sobre tu invisible falda
y con uñas félidas a tu piel enjaulado,
dejaré en ti cada fragmento de mi cuerpo.
Piedras de mis montañas que destellen,
que destellen o se apague la luz que tiembla
porque mi tacto hallará tus charcas entre alucinaciones
de estrellas ciegas esquivando rocosos astros.
Todos los derechos registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry
Poemas de ricardo alvarez@blogspot.com
Poemas de ricardo alvare-blogger
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Poema publicado el 16 de Octubre de 2014
Agua que empañas los parpados
del sol al oriente,
lleva forma de cristal tu voz silente
que augura profecías en las ramas
del álamo respirando en la ventana.
Se arquea con la brisa danzante al mediodía.
Surtida figura, electa flor de luna,
simultáneo cuerpo de oleaje,
las alas del cielo se abren sobre tu velo de espesura.
Acarreas el incendio del madero en tu mirada,
brazos de fuego ámbar que deslumbran la mañana.
Hora de mi luz,
no entra en mis parpados
el súbito caudal del rio cantando.
Sostén el vilo de mi peso en las bahías ondulantes
de tu sembrada figura/
El mundo tiene sus yermos pesares
y nosotros la lluvia que lava las heridas.
Luz filtrada en tus algas flexibles,
eres espalda de ágata,
color bermejo del cuchillo abriendo surcos en canales.
Ahí donde centellea tu cuerpo de rama mojada
el flujo de mis aguas roza tu piedra esmeralda,
transparencia y sonar de atabal,
agitas galerías de mis bosques,
secoyas encantadas que vibran
bajo el pasillo de tu poblado entrecejo
como un otoño de nácares diáfanos.
Siémbrame en tu vientre de maizal soleado
donde el colibrí quemó sus alas.
Espárceme bella,
soy el grano único que resiste tus lunas calientes
y la desnuda llama que toca tu frente.
Me haré polvo tórrido en las ondulaciones
que cantan sobre tu invisible falda
y con uñas félidas a tu piel enjaulado,
dejaré en ti cada fragmento de mi cuerpo.
Piedras de mis montañas que destellen,
que destellen o se apague la luz que tiembla
porque mi tacto hallará tus charcas entre alucinaciones
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