Meláncolica comparación
Poema publicado el 28 de Noviembre de 2008
Melancólica comparación
Te he comparado con cosas naturales,
con las maravillas que son vivénciales,
con los resplandores en el techo de los cielos,
con esas luces que mis ojos ven de lejos,
con la inmensidad del mar que se pierde,
en trayectos de larga permanencia,
con la fuerza encabritada de los oleajes,
cuando el clima reclama a los mortales
las heridas que por tiempo hemos hecho.
Te he comparado por años y aún hoy lo hago.
Lo hice con la indomable fuerza del amor.
Con los deseos de ver crecer a un buen hijo.
Con hermosos idiomas y su dulce melodía
que se emplean para poder amar todavía.
Lo hice por años, y como ves, no me detuve,
lo hice y me doy cuenta que me contuve.
Ahora al tratar de encontrar la similitud
veo en ti, mujer sosegada, que hay un gran virtud.
Eres apagada, silenciosa, callada, estoica,
como el fuego que contuvo al Ave Fénix
que dio una nueva llama en el momento crucial
que de la muerte sacó vida y de las cenizas fuego
por ello veo que si te debo de nuevo comparar
y no equivocar, lo debo hacer con lo divino,
me doy cuenta no es posible, con lo demás.
Eres una diosa que se halla fuera de lugar
que ha venido desde lejos a decorar mi silencio
a mostrarme lo irreverente que son las demás
cuando uno te trata de comparar, igualar o más.
Eres como una diosa, eres el sueño deseado.
Eres el origen del amor, el premio más ansiado
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Poema publicado el 28 de Noviembre de 2008
Melancólica comparación
Te he comparado con cosas naturales,
con las maravillas que son vivénciales,
con los resplandores en el techo de los cielos,
con esas luces que mis ojos ven de lejos,
con la inmensidad del mar que se pierde,
en trayectos de larga permanencia,
con la fuerza encabritada de los oleajes,
cuando el clima reclama a los mortales
las heridas que por tiempo hemos hecho.
Te he comparado por años y aún hoy lo hago.
Lo hice con la indomable fuerza del amor.
Con los deseos de ver crecer a un buen hijo.
Con hermosos idiomas y su dulce melodía
que se emplean para poder amar todavía.
Lo hice por años, y como ves, no me detuve,
lo hice y me doy cuenta que me contuve.
Ahora al tratar de encontrar la similitud
veo en ti, mujer sosegada, que hay un gran virtud.
Eres apagada, silenciosa, callada, estoica,
como el fuego que contuvo al Ave Fénix
que dio una nueva llama en el momento crucial
que de la muerte sacó vida y de las cenizas fuego
por ello veo que si te debo de nuevo comparar
y no equivocar, lo debo hacer con lo divino,
me doy cuenta no es posible, con lo demás.
Eres una diosa que se halla fuera de lugar
que ha venido desde lejos a decorar mi silencio
a mostrarme lo irreverente que son las demás
cuando uno te trata de comparar, igualar o más.
Eres como una diosa, eres el sueño deseado.
Eres el origen del amor, el premio más ansiado
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