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Mi madre - Poemas de Samuel Akinin Levy



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Categoría: Poemas de Amor
Mi madre
Poema publicado el 10 de Junio de 2019

Reconozco en ella fue una mujer privilegiada, desde niña y hasta ahora a sus ochenta años de edad mantiene una belleza Egeria aporcelanizada, pareciera el tiempo no pasa por ella. Como verán más adelante, ella ha sido impulsora de cada uno de sus descendientes, además, es eterna estudiante, recopila las cosas más increíbles y le da igual, si se trata de literatura clásica, religiosa, antigua o moderna. Todo es recopilable, todo debe tener un especial interés para mi Samy. Posee una voz de averío, cuando canta emula el trinar de aves. Su fuerte es la poesía, con una memoria prodigiosa, recuerda versos de su niñez, su juventud, desde siempre. Su hobbie escribir, lo hace de día y noche, me consta tiene decenas de cuadernos que atestiguan sus inquietudes. Su propia filosofía de la vida. Su talento: conocedora de los cumpleaños, onomásticos y festividades o motivos especiales como para llamar y hacernos llamar a cada uno de nuestros familiares y amigos Su grupo de amigas es reconocido desde siempre, pareciera ser una especie de San Nicolás, está pendiente de llevar un regalo, un dulce hecho por ella, un chocolate, una fantasía. Su trato con nietos es de amiga, sabe escuchar y con ellos practica ese deporte.
Como madre ha sido consecuente, cuando uno menos lo espera, a cualquier hora del día o la noche, ella nos llama, para saber como estamos, a una respuesta y a otra pregunta nuestra similar, ella siempre dice igual, “ahora estoy mejor, mucho mejor” pienso que envés de envejecer, ella debe rejuvenecer. Pues siempre está cada vez mejor. Ni igual, ni peor. Ella es sumamente ordenada, en nuestra familia a veces nuestros hijos le piden a conciencia de su manera de ser le ordene su closet. En verdad que da gusto, puesta su mano en ello, pareciera vitrina de una tienda de lujo. Cada cosa, cada ropa además de estar en su sitio luce como nueva, las dobla con tal amor, que logra así realzarla para apreciar valor y estima.
Siempre he sido su preferido, no sé por qué, no es algo que haya pedido, o por algún mérito ganado, ella decidió eso y así fue. Con la persona que mejor se lleva es con mi hermana, ella le tiene la paciencia que nunca tendré. Mamá me trae recuerdos altisonantes, he tratado, pero no he logrado entenderla. Pienso que su ritmo de vida no va con su edad, como dije, ella se cree joven y así vive, la he visto sentada en una mesa de juegos, por horas y horas, jamás se cansa. Su vicio es infinito, creo trata de recuperar las horas que alguna vez no jugó.
Es un ser algo extraño, pienso vive para los demás más que para ella misma. Quien la entendía y mimaba ya no está, ahora su vació le ocasionará problemas. Mi padre además de compañero, amigo y amante, era todo. La ayudaba en la cocina, y en lo que ella requería, a una llamada de ella, él siempre estaba presente. Era muy difícil que él no la complaciera. Ambos formaban una pareja tan especial que entre hijos y nietos nos peleábamos para lograr la aceptación de mi padre en cualquier salida, bien fuese comer un dulce, o un helado o para dar simplemente una vuelta en el carro.
Entre ellos sucedieron anécdotas increíbles, como aquella vez, era nuestra primera quinta en la ciudad de Maracaibo, cuando nos mudamos, la recibimos con un perro adentro, se llamaba Nerón, fue el primer perro que tuvimos, en Melilla no se estilaba. Mi hermano tenía aproximadamente un año y medio, el miedo de que un animal tan grande pudiese morderlo o vaya usted a saber qué otra cosa, fue suficiente, mi madre pidió a mi padre que se llevara el perro, lo regalara.
A la mañana siguiente mi padre tomó el perro y en un viaje que hizo a unas cincuenta cuadras de distancia, lo llevó y bajándolo del auto, ahí lo dejó. Con sentimiento de culpa, con algo de dolor, regresó para informar a mi madre que había cumplido la orden. Al poco de él llegar, oímos los ladridos de un perro, no lo podíamos creer, nuestro Nerón, el perro volvió.
Al comenzar la otra semana mi padre volvió a montar el perro en su camioneta y lo llevo a Perijá a más de cien kilómetros de distancia, esa vez si lo dimos por perdido, mi hermana y yo sufrimos la pérdida, sabíamos que, sin Nerón, nuestros sueños de otro perro se esfumaban. Toda la semana nos sentimos tristes, echamos la culpa a nuestra madre, la medida tomada fue injusta.
Una noche, escuchamos ladridos, no hicimos caso, de seguro sería otro perro callejero; nada que ver, Nerón con sus patas heridas había encontrado por sí sólo el camino de regreso. Eso en mi casa fue considerado como un milagro. Así, nuestro perro se ganó su estadía, creo que fue el más inteligente de los que he conocido. Su readaptación fue increíble, Como sabiendo quién no lo quería, se acostaba a los pies de mi madre y de ahí, no se despegaba.
En el entorno que vive, mi madre es bienvenida, la gente la estima, y diría que hasta la han aprendido a querer, les lleva como dije, galletas, dulces, de todo, es atrevida, a su edad se inscribió en la Universidad Nacional Abierta. De haber charlas o conferencias sobre cualquier tema, por muy especializado que sea, cosa que le viene sin cuidado, de enterarse, ella asiste. Sus cuentos son como los del abuelo, jamás los repite, a veces he pensado que se le olvidan, pero no, ella tiene tal repertorio y tantas vivencias, que para charlar, ella no requiere repetirlos.
La madre
La creación fue un acto divino
Y gracias a ella por ello vivimos.
Por eso, me es difícil explicar
El Creador no posea un corazón,
Uno que debe ser muy especial
Porque no puede ser uno normal
Ya que para mí El debe tener
Un corazón como el de una madre.
Suena a lo mejor injurioso
Pero nada más puro y hermoso
Que el corazón de una madre.
El único capaz de perdonar
Al más bárbaro de sus hijos
Sin medir, contar ni esperar
El mismo que siempre con amor
Está preparado para sin recibir dar
Para entregar sin justificar
Y nunca cansarse de dar.
Una madre debe tener algo divino
Un algo que no se puede describir
Se siente cuando en el vivir
Solos nos encontramos
O cuando con dolor lloramos
Ya que ella es nuestro consuelo
Idéntico al que desde el cielo
Recibimos cuando pedimos
Y al escucharnos sentimos.
Una madre lo es todo
La entrega abnegada
La creación representada
En este mundo que a veces
Cuando oscuro nos parece
E inhóspito se nos presenta
Tan sólo una madre nos alienta
Samuel Akinin Levy


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