La copa alta de la enredadera
Poema publicado el 20 de Noviembre de 2008
Abro la mano y nada veo:
cierto estrecho caudal de dedos
recorriendo una ensenada.
Viento puro de nube blanca,
de azucena blanca, blanco níveo:
deslumbrante halo de amante ungido.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su dulce amor».
La vida transpira saboreando;
la campiña por setas engalanadas;
la bellota por un árbol de encina;
y si no fuese por una razón muy loca,
de esas olas que tanto rompen la marina,
también su radiante orilla.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su sabor».
Profundo es este abismo
del que brotan tantas melodías,
sin pudor sin celosías.
Enroscados sus extensos nudos,
por un par de estacas sostenidos:
la enredadera crece despavorida.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su candor».
¡Qué desprecio por mi dolor!:
descolgándose desde alguna flor,
lujuriosas perlas en racimos,
igual a girasoles tras su ardoroso sol,
va tras un jardín de blancos lirios
que se tornaron una canción.
Agustín Espina
Poema publicado el 20 de Noviembre de 2008
Abro la mano y nada veo:
cierto estrecho caudal de dedos
recorriendo una ensenada.
Viento puro de nube blanca,
de azucena blanca, blanco níveo:
deslumbrante halo de amante ungido.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su dulce amor».
La vida transpira saboreando;
la campiña por setas engalanadas;
la bellota por un árbol de encina;
y si no fuese por una razón muy loca,
de esas olas que tanto rompen la marina,
también su radiante orilla.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su sabor».
Profundo es este abismo
del que brotan tantas melodías,
sin pudor sin celosías.
Enroscados sus extensos nudos,
por un par de estacas sostenidos:
la enredadera crece despavorida.
«La niña virgen de rampante ardor
transpirando fervor de rosas,
para mí con todo su candor».
¡Qué desprecio por mi dolor!:
descolgándose desde alguna flor,
lujuriosas perlas en racimos,
igual a girasoles tras su ardoroso sol,
va tras un jardín de blancos lirios
que se tornaron una canción.
Agustín Espina
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