Mi carta suicida
Poema publicado el 15 de Septiembre de 2010
MI CARTA SUCIDA
El cielo se tiñe de arreboles rojos.
La tarde se muere, y el sol agoniza.
Y un frio penetrante que viene en la brisa,
Hace que mis músculos se sientan flojos.
Conmigo el destino sacio sus antojos.
No llevo en el alma ninguna ilusión.
Estoy solo y triste con mi corazón
Y este llanto amargo que nubla mis ojos.
La noche ya viene con su negro manto.
Me traerá desvelo y si un instante duermo,
Tendré sueños locos de poeta enfermo,
Que llenan el alma de horror y de espanto.
Sueño que la muerte en un fúnebre canto,
Me llama y me dice, ven descansa en paz.
Quítate la vida, ya no sufras más.
Ven que yo te espero ¿Por qué tardas tanto?
Hoy he dispuesto poner fin a mi vida.
En una bala terminará mi suerte.
y al traspasar las fronteras de la muerte,
Aquí les dejo la carta de un suicida.
Recorrí el mundo buscando una salida.
Crucé los mares y atravesé desiertos.
Y me di cuenta que solo entre los muertos,
Habrá descanso para el alma vencida.
Cuando sea un cadáver yerto y sin aliento,
Que el soplo de vida de se haya ido,
Seré semejante a un niño dormido,
Después que ha escuchado ya el final de un cuento.
Comparable al tamo que se llevó el viento.
Cual flor de mañana que muere en la tarde.
Para unos valiente, para otros cobarde,
Total nada importa ya en ese momento.
Si alguien me pregunta porque me suicido.
Contesto pausado, la muerte me gusta.
En cambio la vida me espanta y me asusta,
Porque nada tengo, porque estoy vencido.
Soy ave sin plumas, soy gorrión sin nido,
Soy flor sin perfume, sol que ya no alumbra.
Soy pálida aurora, soy noche y penumbra,
Soy poema triste, soledad y olvido.
Ruego a mis amigos, pido a mis dolientes.
Que ante mi cadáver no recen rosarios.
No me prendan velas, ni hagan novenarios.
Yo no quiero cruces ni cristos sufrientes.
¡Pobres desdichados! los que son creyentes.
¡Qué triste desgracia! vivir engañados.
Pensando en infierno y cielos inventados,
Por cerebros sucios y atrofiadas mentes.
Que nadie me traiga oraciones ni flores,
No las necesito, todo eso es basura.
Y que a mi sepelio no asista ni un cura.
Ni falsos maestros gurús, ni pastores.
Todos son farsantes, viles y traidores.
Van tras el dinero si el difunto deja.
Lobos asesinos vestidos de oveja,
“sepulcros blanqueados” ¡pobres pecadores!
Teguas y hechiceros quedan en mis listas.
Que ninguno de ellos vea mi sepultura.
Porque todos forman una masa oscura,
Con los evangélicos y estatistas.
Son supersticiosos, locos, fatalistas.
Enferman las almas con su pesimismo.
Todos son iguales, son todos lo mismo.
Sin dejar por fuera los espiritistas.
Yo se que la gente al final me olvida.
Después de unos años, no habrá ni la historia.
Me iré como vine, sin pena ni gloria.
Como el jugador que entabló la partida.
Y ahora permítanme que me despida,
Hasta luego todos, allá los espero.
Donde ustedes lleguen, yo llegué primero.
y en constancia firmo: mi carta suicida.
ALEJANDRINO CALVO SANGUINO
GIGANTE HUILA 1992
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Poema publicado el 15 de Septiembre de 2010
MI CARTA SUCIDA
El cielo se tiñe de arreboles rojos.
La tarde se muere, y el sol agoniza.
Y un frio penetrante que viene en la brisa,
Hace que mis músculos se sientan flojos.
Conmigo el destino sacio sus antojos.
No llevo en el alma ninguna ilusión.
Estoy solo y triste con mi corazón
Y este llanto amargo que nubla mis ojos.
La noche ya viene con su negro manto.
Me traerá desvelo y si un instante duermo,
Tendré sueños locos de poeta enfermo,
Que llenan el alma de horror y de espanto.
Sueño que la muerte en un fúnebre canto,
Me llama y me dice, ven descansa en paz.
Quítate la vida, ya no sufras más.
Ven que yo te espero ¿Por qué tardas tanto?
Hoy he dispuesto poner fin a mi vida.
En una bala terminará mi suerte.
y al traspasar las fronteras de la muerte,
Aquí les dejo la carta de un suicida.
Recorrí el mundo buscando una salida.
Crucé los mares y atravesé desiertos.
Y me di cuenta que solo entre los muertos,
Habrá descanso para el alma vencida.
Cuando sea un cadáver yerto y sin aliento,
Que el soplo de vida de se haya ido,
Seré semejante a un niño dormido,
Después que ha escuchado ya el final de un cuento.
Comparable al tamo que se llevó el viento.
Cual flor de mañana que muere en la tarde.
Para unos valiente, para otros cobarde,
Total nada importa ya en ese momento.
Si alguien me pregunta porque me suicido.
Contesto pausado, la muerte me gusta.
En cambio la vida me espanta y me asusta,
Porque nada tengo, porque estoy vencido.
Soy ave sin plumas, soy gorrión sin nido,
Soy flor sin perfume, sol que ya no alumbra.
Soy pálida aurora, soy noche y penumbra,
Soy poema triste, soledad y olvido.
Ruego a mis amigos, pido a mis dolientes.
Que ante mi cadáver no recen rosarios.
No me prendan velas, ni hagan novenarios.
Yo no quiero cruces ni cristos sufrientes.
¡Pobres desdichados! los que son creyentes.
¡Qué triste desgracia! vivir engañados.
Pensando en infierno y cielos inventados,
Por cerebros sucios y atrofiadas mentes.
Que nadie me traiga oraciones ni flores,
No las necesito, todo eso es basura.
Y que a mi sepelio no asista ni un cura.
Ni falsos maestros gurús, ni pastores.
Todos son farsantes, viles y traidores.
Van tras el dinero si el difunto deja.
Lobos asesinos vestidos de oveja,
“sepulcros blanqueados” ¡pobres pecadores!
Teguas y hechiceros quedan en mis listas.
Que ninguno de ellos vea mi sepultura.
Porque todos forman una masa oscura,
Con los evangélicos y estatistas.
Son supersticiosos, locos, fatalistas.
Enferman las almas con su pesimismo.
Todos son iguales, son todos lo mismo.
Sin dejar por fuera los espiritistas.
Yo se que la gente al final me olvida.
Después de unos años, no habrá ni la historia.
Me iré como vine, sin pena ni gloria.
Como el jugador que entabló la partida.
Y ahora permítanme que me despida,
Hasta luego todos, allá los espero.
Donde ustedes lleguen, yo llegué primero.
y en constancia firmo: mi carta suicida.
ALEJANDRINO CALVO SANGUINO
GIGANTE HUILA 1992
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