Poeta de provincias con paisaje de constable al fondo sigue las instrucciones de un manual del buen poeta
Poema publicado el 05 de Marzo de 2015
Mira que no hay manera, Pedro,
de entusiasmarme con amaneceres,
puedes testificarlo, hijo,
que llevo una semana como liebre
saltando de la cama hacia las cuatro
armado con el lápiz y el cuaderno,
llegar de noche al campo y esperar
que salga el sol. Hasta he probado
sentarme junto a un río como dicen
con rumor de fontanas, escuchar
el canto de los pájaros,
mover los cangilones,
desnudarme y tumbarme boca arriba
para entrar en contacto con la tierra,
ver pasar las ovejas por el fondo
soñando mientras tanto en amoríos,
en tu madre también, que no hay manera
de entrar en comunión con el paisaje.
He probado a cambiarme de cuaderno
y de marca de lápiz, la tonsura,
a recoger frambuesas, nomeolvides,
contar versos de once con los dedos,
recitar poesía pastoril
mientras escucho a Mozart
y las Cuatro Estaciones de Vivaldi,
doblarme en las posturas y ejercicios
de las respiraciones básicas,
el loto y las flexiones espinales.
Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta
se escapa de mi alcance. No he ganado
más que para pinchazos, pulmonías
y para que tu madre
me espere en el salón más que enfadada,
que a ver qué explicación y que a estas horas,
y padre de familia, tú de dónde,
con la ropa empapada y sin zapatos,
qué ejemplo tú para tus hijos,
abierta la bragueta, oliendo a flores.
(Cuaderno para Pedro [Un día de estos se nos va a morir Juan Gelman], Madrid, Hiperión, 2014)
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Poema publicado el 05 de Marzo de 2015
Mira que no hay manera, Pedro,
de entusiasmarme con amaneceres,
puedes testificarlo, hijo,
que llevo una semana como liebre
saltando de la cama hacia las cuatro
armado con el lápiz y el cuaderno,
llegar de noche al campo y esperar
que salga el sol. Hasta he probado
sentarme junto a un río como dicen
con rumor de fontanas, escuchar
el canto de los pájaros,
mover los cangilones,
desnudarme y tumbarme boca arriba
para entrar en contacto con la tierra,
ver pasar las ovejas por el fondo
soñando mientras tanto en amoríos,
en tu madre también, que no hay manera
de entrar en comunión con el paisaje.
He probado a cambiarme de cuaderno
y de marca de lápiz, la tonsura,
a recoger frambuesas, nomeolvides,
contar versos de once con los dedos,
recitar poesía pastoril
mientras escucho a Mozart
y las Cuatro Estaciones de Vivaldi,
doblarme en las posturas y ejercicios
de las respiraciones básicas,
el loto y las flexiones espinales.
Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta
se escapa de mi alcance. No he ganado
más que para pinchazos, pulmonías
y para que tu madre
me espere en el salón más que enfadada,
que a ver qué explicación y que a estas horas,
y padre de familia, tú de dónde,
con la ropa empapada y sin zapatos,
qué ejemplo tú para tus hijos,
abierta la bragueta, oliendo a flores.
(Cuaderno para Pedro [Un día de estos se nos va a morir Juan Gelman], Madrid, Hiperión, 2014)
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