Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Donde estoy nada queda
y existir es vivir en tu recuerdo,
ver una luz atravesando
el rumor arrancado de un cadáver,
escuchar a pesar del miedo
la palabra de un niño que gemÃa
y tener en las manos un hálito, un temblor
y un profundo lamento ensombrecido.
Pensar en ti no es pensar
con alguien o con algo
sino hundirme en mà mismo y mi principio,
como llegando a un extremo donde fluyen
una tranquilidad de corazón roÃdo,
una amargura de rencor oscuro,
un retornar al hombre desgarrado,
y recordar que el pensamiento muere
a través de ese tiempo que a ti te pertenece,
sin más impulso que tu desamparo,
como una prolongada enfermedad,
como sonido que flotara en un abismo.
Y todo vive inútilmente:
adonde miro allà me encuentro
en vano espejo de mi soledad,
con simulado rostro de Narciso
o humo que pretende conservarse;
hallo sólo tinieblas
y empiezo a caminar por dentro de mi cuerpo,
y aquà te palpo y me maldigo
porque vuelves a ser, pero en recuerdo.
Vivo ahora contigo y nada turba
la posesión del tiempo en que viviste,
y nada ha de cambiar mi pensamiento
cuando pensar en ti es contemplar
mi propia voz por sueños invadida
y dolerme de haber creÃdo en mÃ
como en algo que existe fuera de todo tiempo,
de mà mismo nutrido,
seguro de mi voz.
Amarte hoy serÃa desertar,
huir del odio que por mà acreciento
bajo el latido de mi corazón;
fuera negar la luz que al rumor sobrevive,
o afirmar que la flor
no crecerá jamás en mis entrañas
con un sabor de imagen prolongada
a través de la carne,
sobre el silencio húmedo del túmulo
de esta mi soledad que resucita y me regresa
al desierto en que siempre habÃa creÃdo.
¿ Te gustó este poema? Compártelo: