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La muñeca de rosa - Poemas de Ana Espinosa



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La muñeca de rosa
Poema publicado el 16 de Mayo de 2012

La niña corría insoportablemente por toda la casa y ya le era imposible contener sus lágrimas cuando volvió a buscar a su madre para implorar su ayuda.
-Mami, no encuentro mi muñeca de rosas, -dijo la pequeña.
La luz de inocencia que irradiaba su mirada, le decía una vez más a la mujer que en ella depositaba toda su esperanza para encontrar su valioso tesoro con trenzas. Rosita vivía en un mundo de ensueños, junto a Jazmín su madre, hermosa mujer que la niña solía confundir con las hadas de sus cuentos y Dolores su nodriza a quien llamaba Toñi.
-ya sé lo que vamos hacer,-dijo la madre, -buscaremos por parte, tu y Dolores buscan abajo y yo me quedo en la parte superior.
Era la idea perfecta dada por la reina de la casa, enseguida la niña se dirigió a la planta baja junto a Toñi quien había recibido ya instrucción de permitirle a Rosa que se sintiera que era ella quien mandaba en la búsqueda, pero que no la perdiera de vista, mientras Jazmín más que buscar a la muñeca se dedicaría a terminar de trabajar en su despacho, quería a su hija pero sabía que en algún rincón aparecería como otras tantas veces había ocurrido. La joven madre dedicaba gran parte de su tiempo a su trabajo, parecía enclaustrada en la grandiosa casa, ella tenía que mantener a flote la fortuna de la familia y dedicaba todo su tiempo al trabajo y a su hija, mantenía a la niña alejada de cualquier realidad que le entorpeciera, con seis años cumplidos cualquier niño conocería alguna historia inventada sobre su padre, pero Rosa no, nunca su madre le había dicho cosa alguna sobre él, y las pocas veces que pregunto las respuestas eran para asegurarse de que nunca más volviera a pregunta.

La tarde caía y Jazmín bajo al jardín, donde estaba Dolores con la niña.
-Mami, no está -dijo Rosa, con signo de agotamiento.
-Mi amor te compraré otra -dijo tranquila la madre.
-No, es a mi rosas a quien quiero -dijo ya llorando la niña.
Le llamaba rosas por el vestido de rosas que llevaba puesto su muñeca, era entrañable para ella, desde siempre la había tenido, lo desconocía pero la muñeca eran un regalo de su padre, se le dejo antes de partir sin que nadie supiera a donde se había marchado, la madre le permitió conservarla pues al principio no le dio importancia pero luego sin dudas era la muñeca favorita de la niña.
-Ya eres mayor, tienes que saber donde dejas las cosas -dijo su madre con tono de reproche.
-Sí que se, estaba jugando en el jardín, -dijo la niña. Era la misma respuesta dada durante todo el día, sobre su último lugar de juego. La madre dio por terminada la charla , indicándole a Rosa que debía entrar.

Ella y Dolores se quedarían a refrescar las flores del jardín las que eran bañadas todo el día por el salitre, arrastrado por la brisa marina. El silencio reino durante el encuentro vespertino de las mujeres, solo se escucho la voz de Dolores, al preguntar si el padre de la niña intento ponerse nuevamente en contacto con ella, Jazmín lo negó, pero luego reconoció que la noche anterior estuvo con él, y que prometió, no volver más.
Dolores era el baúl de los secretos de la joven madre, pero ni ella tenía claro el porqué la marcha de señor García, y por qué ahora aparecía interrumpiendo la rutina de las mujeres, al insistir en que querer ver a su hija, los encuentros fueron pocos, el primero intensos, con insultos, amenazas y hasta violencia, el segundo mucho mas breve y ocurrieron las dos últimas noches previas a la desaparición de rosas, en la parte de atrás del jardín, justo en los arrecife.

La noche transcurrió sin novedad, acepto por la pesadilla de Rosa en la cual corría tras su muñeca y esta no se dejaba alcanzar; se metió en la habitación de su madre, ya a su lado en aquella habitación de ensueño durmió durante toda la noche.

Dulce y hermosa estaba la mañana, las flores escondían tímidamente parte de su bellezas en los botones aun cerrados, otras desafiaban el día entregando su fragancia sin secreto a quien pudiera ver el jardín, cordones de entrelazados pajarillos volaban libres entre flores y espinas, mientras el color azul del mar servía de fondo al cuadro pintado por la natura, la armonía era rota por los pasos frágiles de Rosa, quien había decidido encontrar su muñeca y tenía claro donde la había extraviado, en el jardín. Por fin estaba sola, podía buscar tranquila por todos los rincones; de pronto estaba frente al portal que dividía el jardín del arrecife. Sabía que no podía entrar, esa zona era prohibida para ella, pero era el único lugar donde no había buscado su valioso tesoro de trapo; la puerta estaba abieta, una invitación clara a pasar, no lo pensó más y decidió vencer su miedo y lo hizo, se acerco hasta la base del desfiladero y sintió que la blancura y el rugir de las olas la engullían, y desde allí diviso las rosas de su muñeca, la alegría la obligaba a solo ver los colores vivos y comenzar a descender por las afiladas rocas.
-Rosa, mi amor- dijo su madre, -no bajes más.
La habían descubierto, -ahora tengo que subir la muñeca, -se dijo la niña. Así que continuo descendiendo y lo único importante era recuperar a rosas.
Jazmín no resistía mas aquella escena y parecía tener más fuerza que Dolores, quien impedía que bajara para que no asustara a la niña que empapada de sal, sacaba de entre las manos del cuerpo clavado en los arrecife a su querida muñeca.
-Mami, ya subo, -dijo la niña,-ves te dije que la encontraría.
Estas palabras las decía con una sonrisa, mientras apartaba de su carita el agua que opacaba sus brillantes ojos .Sonrisa que no desapareció horas más tarde en que miembros de servicio de emergencia sacaban del fondo del arrecife el cuerpecito sin vida de la niña.

La hermosa hada vio volar entre la espuma todas sus esperanzas, cuando su hija salió en busca de las rosas que estaban en poder del hombre que noches atrás fue protagonista de un violento encuentro y en la noche de la desaparición de la joya de trapo, la madre solo se limito en silencio a empujarlo por el acantilado sin percibir que tenía en sus manos la muñeca que un día le regalo a su Rosita y que encontró tirada en el jardín. La mujer dio por sentado que el cuerpo estaba en el agua y los nervios le traicionaron tanto que no cerró la puerta correctamente, luego de terminar su breve cita.

En la tarde el sol terminaba su misión al robar las ultimas fragancias a las flores del jardín, las cuales se quedaron esperando la dulce agua regalada por Jazmín o Dolores, pero ellas no vendrían pues ambas decidieron acompañar a su pequeña Rosa; y solo por un momento estuvieron unidas las mujeres y la niña, al indeseado visitante y la muñeca de rosas.

alec


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