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La danza de los muertos - Poemas de Angel Zamora



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La danza de los muertos
Poema publicado el 12 de Marzo de 2021

La danza de los muertos

    Inspirando en el poema sinfónico de Camille  Saint-Saens, Danza Macabra.

           Dedicado A mi madre, y a las víctimas por el Covid-19

                                          Autor: Zairus Mont
       
                                          I


Son las doce de la noche
una melodía nace de la oscuridad
una flauta, un violín, unas fanfarrias
La Muerte llega en su carroza triunfal
y sus hijos la reciben como a una diosa.

Murciélagos sobrevuelan sus cabezas
aves nocturnas, palomas del infierno
dos, tres, cinco, mil, los muertos vagan
ya sin fin...
acuden al llamado de su reina una vez mas.

Lenta va, despacio va
“venid a mi, hijos del Averno,
vuestra madre os reclama orgullosa”
las puertas del Camposanto se abren
y de ellas resurgen avatares.


No temáis hijos míos
vuestra misión ya esta cumplida
toca retornar a casa.
Danzaremos hasta el amanecer
una vez y otra vez
una vez y otra vez.



Un, dos, tres, y un, dos, tres
las arpas suenan al revés
y un, dos, tres, y un dos tres
y otra vez,... y otra vez.

Címbalos de huesos
cuerpos demacrados
vivos que no respiran
muertos que no descansan.
Porque bailan al compás de su doncella.

Sibila el violín en do mayor
los que en vida sufrieron
en la muerte vivirán
los que en la muerte creyeron
a la vida volverán.




                                                                                II

Y un, dos, tres, y un , dos , tres,
se oye el arpa una y otra vez
muchos lustros han pasado
la danza de los llamados
vuelve cien años después.

Es una gran ceremonia
magnifica e imponente
todos somos invitados
unos regresaran, otros se quedaran
Es la gran Danza Macabra
del Tributo a la Madonna.

Lenta va, despacio va
gritos, llantos
vítores y aplausos
miedos y devociones
guantes y mascarillas
todo con tal de engañarla
pero ella va detrás de ti
y te tiende un velo azul
en la agonía.

No beses, no abraces, no hables,
bombos y platillos resuenan
un universo cambiante
necesita compasión.
La gente huye y se esconde
prenden vela en los altares.

Ella baila
Él la acaricia
todos tocan su violín
nadie escapa del destino
mimala, tómala, déjala ir
ella sabe quien la adora
y quien le huye o ve venir.


¡Danza, Muerte, danza!
es tu hora, tu día, tu año
tu ceremonia fatal
danza Muerte, danza,
somos tus súbditos


y tu nuestra señora
!danza, y déjate llevar!


                                          III
Ella le ama, el la odia
porque la muerte no le sabe odiar
porque el hombre no la sabe amar
y por eso unen sus manos
una vez en cada siglo
y se hablan, y se besan y se abrazan.

Es la Danza de la Resurrección
Es la Danza de los Muertos
la Gran Luna les contempla,
eternamente se buscan,
fundidos en el ocaso del anochecer.

-Yo soy La Muerte
-Tú eres La Vida
vive quien sabe odiar
muere quien sabe amar
Madre e Hijo son felices
!es maravilloso, el reencuentro con la eternidad.¡

Suenan las campanas del reloj
Luz, sol, vuelve La Esperanza, el amanecer...
cual novia del Hijo amado
sus manos limpias y transparentes
le reciben en su seno.




Una flor blanca en sus manos
-me marcho, hijo mio, ya
-¿volveremos a vernos?
Preguntó La Muerte
-nos vemos cada día madre-
respondió el hijo entre sollozos
y en un abrir y cerrar de ojos
la música feneció.

Solo quedó el adiós de los difuntos,
que nunca creyeron
en el sonido distante
de aquel violín.


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