Agonía
Poema publicado el 04 de Junio de 2010
No sé si de mi mente en su fluir inquieto,
O del espejo roto que es esta realidad,
Provino aquel recuerdo ¡Macabro, lento, escueto!
Que me hizo sentir nimia frente a la inmensidad.
No sé si lo he soñado o lo imaginaría.
¡Mas yo sentí su garra clavándose a mi piel!
Como espina de rosa. ¡De mustia rosa fría!
Allí estaba muriendo, sin nicho, sin corcel.
Fue su débil respiro, suspiro de los Dioses
Y del núcleo del averno, grito sepulcral.
El cántico sublime que unifica las voces
Divinas y diabólicas, del bien y del mal.
Sus gemas hieráticas clavábanse en la noche,
Brotando sangre quieta, de lívido esplendor.
Y la tiniebla herida por esos fijos broches
Congeló su agonía en un grito de horror.
Heredera de Osiris, despojo malhadado,
Fantasma semi vivo: Llora mi pecho al ver
Del lecho de hojas secas, por mil piedras sembrado
A la dama sombría tu cuerpo recoger.
Cadáver acunado en musgo terciopelo
¡Déjame que te cubra de aliento y suavidad!
(De una última caricia quité al cuerpo su velo)
¡Oh Dios, mi compañera! ¡Ha muerto SOLEDAD!
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Poema publicado el 04 de Junio de 2010
No sé si de mi mente en su fluir inquieto,
O del espejo roto que es esta realidad,
Provino aquel recuerdo ¡Macabro, lento, escueto!
Que me hizo sentir nimia frente a la inmensidad.
No sé si lo he soñado o lo imaginaría.
¡Mas yo sentí su garra clavándose a mi piel!
Como espina de rosa. ¡De mustia rosa fría!
Allí estaba muriendo, sin nicho, sin corcel.
Fue su débil respiro, suspiro de los Dioses
Y del núcleo del averno, grito sepulcral.
El cántico sublime que unifica las voces
Divinas y diabólicas, del bien y del mal.
Sus gemas hieráticas clavábanse en la noche,
Brotando sangre quieta, de lívido esplendor.
Y la tiniebla herida por esos fijos broches
Congeló su agonía en un grito de horror.
Heredera de Osiris, despojo malhadado,
Fantasma semi vivo: Llora mi pecho al ver
Del lecho de hojas secas, por mil piedras sembrado
A la dama sombría tu cuerpo recoger.
Cadáver acunado en musgo terciopelo
¡Déjame que te cubra de aliento y suavidad!
(De una última caricia quité al cuerpo su velo)
¡Oh Dios, mi compañera! ¡Ha muerto SOLEDAD!
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