Historia de un hombre
Poema publicado el 06 de Mayo de 2010
…como un amante en medio de la vida, aquel hombre se tocó los labios,
las sienes, el costado de dolor;
sentado, entrecruzó los dedos de las manos y clavó los ojos
sobre la tierra y el tiempo, sobre todo, sobre nada,
después tragó saliva con esfuerzo y pestañeó despacio el tiempo, la luz y la paciencia;
… tras siglos y generaciones, lentamente, introdujo una mano
en el bolsillo del mundo - el de retaguardia tal vez, pensó -
y buscó algo;
la sacó vacía y se mesó los cabellos con aquel mar de tristeza
de hombres y mujeres que alguna vez se paran, se sientan y sin rencor
dialogan con ella;
… y cayó tanto sol como es la soledad,
y cayó también la angustia, y las hierbas cercanas, las que crecen y al crecer
se agolpan, las mismas que al secarse secan las fuentes/corazón y la alegría verde,
pero no la amistad última de andar consigo mismo e idéntico hasta el fin;
[… aquel hombre - comentarían más tarde - no tuvo nacimiento, ni patria, ni edad para morirse]
… se levantó y estremeció su cuerpo como un río que marchara a despeñarse
sin más grito que un tambor del alma tronando, escrutando y diseñando el ser
que quería ser: dos gotas de amor y dos gotas de rocío;
… y sin dejar rastro, entre el más sutil de los silencios, un día desapareció.
http://www.oriondepanthoseas.com
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Poema publicado el 06 de Mayo de 2010
…como un amante en medio de la vida, aquel hombre se tocó los labios,
las sienes, el costado de dolor;
sentado, entrecruzó los dedos de las manos y clavó los ojos
sobre la tierra y el tiempo, sobre todo, sobre nada,
después tragó saliva con esfuerzo y pestañeó despacio el tiempo, la luz y la paciencia;
… tras siglos y generaciones, lentamente, introdujo una mano
en el bolsillo del mundo - el de retaguardia tal vez, pensó -
y buscó algo;
la sacó vacía y se mesó los cabellos con aquel mar de tristeza
de hombres y mujeres que alguna vez se paran, se sientan y sin rencor
dialogan con ella;
… y cayó tanto sol como es la soledad,
y cayó también la angustia, y las hierbas cercanas, las que crecen y al crecer
se agolpan, las mismas que al secarse secan las fuentes/corazón y la alegría verde,
pero no la amistad última de andar consigo mismo e idéntico hasta el fin;
[… aquel hombre - comentarían más tarde - no tuvo nacimiento, ni patria, ni edad para morirse]
… se levantó y estremeció su cuerpo como un río que marchara a despeñarse
sin más grito que un tambor del alma tronando, escrutando y diseñando el ser
que quería ser: dos gotas de amor y dos gotas de rocío;
… y sin dejar rastro, entre el más sutil de los silencios, un día desapareció.
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