Dios vive en mi
Poema publicado el 13 de Julio de 2011
DIOS VIVE EN MI
Señor, ya ni siento la pendiente del camino
Ha llegado el adormecimiento de la resignación a mi cuerpo
Las llagas de mis pies se han secado,
Ya ni sangre brota de las heridas que muestran mis huesos
Mis manos se aferran a mi sombra adelantada
Sólo vago, no camino, deambulo sin horizonte
Porque la ceguera ha llegado a mis ojos
Que se han dormido de cansancio.
Ya estoy viejo, los años pesan
Pero más pesa el infortunio,
La edad se diluye con el tiempo
Pero duele más que me hayas olvidado…
O quizá, Señor, yo te oculté dentro, muy dentro,
En el fondo profundo de mi corazón
Y me ando escondiendo de ti, de la verdad,
Del coraje, del pundonor, de la fe,
de la lógica,
De la realidad, de la maravilla
de sentirse vivo,
Y me escondo en mi aparente fragilidad
desbellando mi cuerpo para aparentar desnudez,
Y rasgo mi alma, para hacerla sangrar y producirme
lástima , me auto flagelo ante la cobardía
de reconocer que vivo,
que poseo el don de la vida
Que la vida mía depende de mí…
Y me someto a torturas crueles para llagarme el sentimiento,
y demostrarme estúpidamente
INFELIZ; como si a alguien le importara,
Como si alguien se ufanara y me diera algo
para hacerme sentir mejor.
Señor, ya ni siento vergüenza por mi declarada y clara cobardía.
No son escusa los años, el tiempo, ni el dolor.
Es pura hipocresía mía la de sentirme así,
Abandonado de ti,
Cuando se que a cada instante
estás a mi lado,
Dentro mío, o frente a mí.
Perdóname Señor, por ser tan cobarde
sumido en La apariencia del sufrimiento,
Perdóname Dios, por humillarme ante el dolor,
Por huir y llorar,
Por vivir penando y comprometerte a ti, buscándote
Donde no estás, olvidándome
que te tengo en mí.
¡ Dios mío, vives en mí y te ignoro !
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Poema publicado el 13 de Julio de 2011
DIOS VIVE EN MI
Señor, ya ni siento la pendiente del camino
Ha llegado el adormecimiento de la resignación a mi cuerpo
Las llagas de mis pies se han secado,
Ya ni sangre brota de las heridas que muestran mis huesos
Mis manos se aferran a mi sombra adelantada
Sólo vago, no camino, deambulo sin horizonte
Porque la ceguera ha llegado a mis ojos
Que se han dormido de cansancio.
Ya estoy viejo, los años pesan
Pero más pesa el infortunio,
La edad se diluye con el tiempo
Pero duele más que me hayas olvidado…
O quizá, Señor, yo te oculté dentro, muy dentro,
En el fondo profundo de mi corazón
Y me ando escondiendo de ti, de la verdad,
Del coraje, del pundonor, de la fe,
de la lógica,
De la realidad, de la maravilla
de sentirse vivo,
Y me escondo en mi aparente fragilidad
desbellando mi cuerpo para aparentar desnudez,
Y rasgo mi alma, para hacerla sangrar y producirme
lástima , me auto flagelo ante la cobardía
de reconocer que vivo,
que poseo el don de la vida
Que la vida mía depende de mí…
Y me someto a torturas crueles para llagarme el sentimiento,
y demostrarme estúpidamente
INFELIZ; como si a alguien le importara,
Como si alguien se ufanara y me diera algo
para hacerme sentir mejor.
Señor, ya ni siento vergüenza por mi declarada y clara cobardía.
No son escusa los años, el tiempo, ni el dolor.
Es pura hipocresía mía la de sentirme así,
Abandonado de ti,
Cuando se que a cada instante
estás a mi lado,
Dentro mío, o frente a mí.
Perdóname Señor, por ser tan cobarde
sumido en La apariencia del sufrimiento,
Perdóname Dios, por humillarme ante el dolor,
Por huir y llorar,
Por vivir penando y comprometerte a ti, buscándote
Donde no estás, olvidándome
que te tengo en mí.
¡ Dios mío, vives en mí y te ignoro !
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