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Mi barrio y yo - Poemas de Ascanio Justiniano Nava Rodriguez



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Mi barrio y yo
Poema publicado el 03 de Julio de 2011

MI BARRIO Y YO

He cubierto mi cuerpo con los muros de mi barrio, me calzo con el polvo que desgastan mis vecinos transeúntes, de los apresurados que buscan su sustento, de los paseanderos que vagan sus sueños y sus anhelos, de los enamorados que abrazados pasan caminando sus sentimientos, de los niños que miran pasar el tiempo con miradas cristalinas y puras, de los que en el regazo de sus madres se mecen adormecidos sorbiendo la vida de los pechos divinos el néctar de la eterna existencia. Me abrigo con el calor del sol que rebota en los cristales de las ventanas de ojos curiosos, de miradas ciegas, de miradas que no quieren ver que se deslizan los días por la rendija de su edad de otoño. Me abrigo con el calor humano de los amigos que reunidos en juerga, festejan su juventud tras de una pelota, arriando sus talentos, demostrando su capacidad de ser habitantes de un mundo que arrecia en el peligro para entrar en el laberinto de lo prohibido. Me resisto a ser parte de la jauría que destruye el futuro.

Enciendo la luna, para apaciguar la oscuridad de mis calles, templo mis miedos empuñando rayos dormidos de luz blanca, pedazos de luna como cristales rotos que hacen de linterna para caminar por la noche, viendo a los bohemios, los trasnochadores, los románticos, los que sumidos en la catarsis del alcohol, cantan y bailan zigzagueando sus cuerpos recorriendo inconscientes el resto de su destino. La bulla se ha dormido, sólo los susurros y las escondidillas generan mentirillas para estar más tarde que la luna, ganarle al sol despierto, velar el silencio de los techos y las miradas apagadas de las ventanas indiscretas que cierran sus pabilos junto a la ciudad que pernocta, que seduce en su interior el cuerpo, los cuerpos, los muchos cuerpos que se arremolinan en el silencio de la oscuridad hogareña. Me vuelvo inquilino de delirios ajenos, de satisfacciones que en la mañana despeinadas sonrojarán el alba, entre bostezos y buenos días, comenzaré de nuevo mi vida, sólo como un vecino de mi calle viva.


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