CanciÓn de la distancia
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Mirarás un paÃs turbio entre mis ojos,
mirarás mis pobres manos rudas,
mirarás la sangre oscura de mis labios:
todo es en mà una desnudez tuya.
VenÃa por arbolados la voz dulce
como acercando un bosque húmedo y fresco,
y una estrella caÃa duramente,
fija, la antigua cicatriz de un beso.
De arena parecÃan los cielos, y volvÃa
poseso del rumor que cual dos alas
me ciñó en una ronda inacabable,
me ciñó al fin la flor de tu palabra.
¿Qué rojea en la noche sino el puro
labio tuyo? y corazón, estrella y sueño,
mueve un solo vaivén que lejos fluye,
turbio como distancia y como ruego.
Tu desnudez verás en mis ojos absortos,
mirarás mi horizonte que roe una fogata,
tú, que no serás nunca sino masa de llamas,
en mi honda noche de árboles, callada.
Desnudo en mi fervor y tú en tu sangre,
es más que seda suave este silencio,
en esta noche ancha en que germina
todo y palpita todo, aromas y luceros.
Volver cuando anoche en canto y frondas
y rumia el viento que lo aleja todo:
ya no veré sino una palma muda
y el cielo, un áureo torbellino, en torno.
Volver, los cielos parecÃan de arena,
ha mucho, hace un instante, ha mucho tiempo;
y nadie ha de quitarme esta noche en que fuiste
larga y desnuda carne vestida de mi aliento.
Volver la senda turbia oyendo al viento
rumiar lejos, muy lejos, de los dÃas.
Por mi canción conocerás mi valle,
su hondura en mi sollozo has de medirla.
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Mirarás un paÃs turbio entre mis ojos,
mirarás mis pobres manos rudas,
mirarás la sangre oscura de mis labios:
todo es en mà una desnudez tuya.
VenÃa por arbolados la voz dulce
como acercando un bosque húmedo y fresco,
y una estrella caÃa duramente,
fija, la antigua cicatriz de un beso.
De arena parecÃan los cielos, y volvÃa
poseso del rumor que cual dos alas
me ciñó en una ronda inacabable,
me ciñó al fin la flor de tu palabra.
¿Qué rojea en la noche sino el puro
labio tuyo? y corazón, estrella y sueño,
mueve un solo vaivén que lejos fluye,
turbio como distancia y como ruego.
Tu desnudez verás en mis ojos absortos,
mirarás mi horizonte que roe una fogata,
tú, que no serás nunca sino masa de llamas,
en mi honda noche de árboles, callada.
Desnudo en mi fervor y tú en tu sangre,
es más que seda suave este silencio,
en esta noche ancha en que germina
todo y palpita todo, aromas y luceros.
Volver cuando anoche en canto y frondas
y rumia el viento que lo aleja todo:
ya no veré sino una palma muda
y el cielo, un áureo torbellino, en torno.
Volver, los cielos parecÃan de arena,
ha mucho, hace un instante, ha mucho tiempo;
y nadie ha de quitarme esta noche en que fuiste
larga y desnuda carne vestida de mi aliento.
Volver la senda turbia oyendo al viento
rumiar lejos, muy lejos, de los dÃas.
Por mi canción conocerás mi valle,
su hondura en mi sollozo has de medirla.
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