Estrella
Poema publicado el 09 de Mayo de 2014
Noche espesa sin estrellas encendidas.
El vaivén del tictac tan solo marca el
hambriento compás de un crepúsculo
sombrío y mustio.
Estrellas afligidas,
habéis perdido vuestras ansias
por las sendas oscuras y densas,
y ahora pretendéis extraviar las mías.
Minutero dictador,
tú que anuncias el futuro,
deshaces el pasado
y lanzas raudamente el presente,
habla más despacio,
y siente la melodía del tiempo.
Quiero palpar el ahora,
erguirme y cubrirlo de mi yo,
de este cuerpo desvencijado,
de esta voluntad obsoleta,
de esta esperanza impaciente,
de esta demencia de sueños voraces
y de este afán que pronto muere.
Hay un ventanuco firme
ante mis luceros verdes;
disocia y separa la potencia del acto,
presiona y somete a mi libertad.
Oh, voluntad encogida,
carga contra ella,
expande tus categorías,
y lucha y vence y vuela.
¡Allá vamos!
Los cristales agrietados entonan su réquiem
y disueltos en caos caen postrados
sobre mis piernas ya erguidas.
La dulce brisa del horizonte
acaricia este rostro cansado.
Huele a hiedra fresca.
Hay sangre en mis manos,
mas libertad en mi alma.
Mis extremidades son ya móviles
que emprenden pronto el vuelo.
Noche espesa sin estrellas encendidas.
¡Embuste!
Reluce una con fulgor ahora,
aquí me hallo, noche oscura.
He aquí tu estrella.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 09 de Mayo de 2014
Noche espesa sin estrellas encendidas.
El vaivén del tictac tan solo marca el
hambriento compás de un crepúsculo
sombrío y mustio.
Estrellas afligidas,
habéis perdido vuestras ansias
por las sendas oscuras y densas,
y ahora pretendéis extraviar las mías.
Minutero dictador,
tú que anuncias el futuro,
deshaces el pasado
y lanzas raudamente el presente,
habla más despacio,
y siente la melodía del tiempo.
Quiero palpar el ahora,
erguirme y cubrirlo de mi yo,
de este cuerpo desvencijado,
de esta voluntad obsoleta,
de esta esperanza impaciente,
de esta demencia de sueños voraces
y de este afán que pronto muere.
Hay un ventanuco firme
ante mis luceros verdes;
disocia y separa la potencia del acto,
presiona y somete a mi libertad.
Oh, voluntad encogida,
carga contra ella,
expande tus categorías,
y lucha y vence y vuela.
¡Allá vamos!
Los cristales agrietados entonan su réquiem
y disueltos en caos caen postrados
sobre mis piernas ya erguidas.
La dulce brisa del horizonte
acaricia este rostro cansado.
Huele a hiedra fresca.
Hay sangre en mis manos,
mas libertad en mi alma.
Mis extremidades son ya móviles
que emprenden pronto el vuelo.
Noche espesa sin estrellas encendidas.
¡Embuste!
Reluce una con fulgor ahora,
aquí me hallo, noche oscura.
He aquí tu estrella.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.
