Eclipse
Poema publicado el 28 de Agosto de 2012
Cielo despejado. Horizonte limpio.
Gente caminando por la calle. Estrépito.
Alguien asoma de un portal cercano. Silencio.
Sol que baña un rostro pálido
a la espera del suceso.
Luna que comienza a avanzar en silencio.
Sol que ve cómo le comen el terreno.
Por un instante todo se torna gris, luego negro.
Alguien, absorto, mira el cielo
y se pregunta: -"¿Es el mismo
que los aquí presentes vimos
esta mañana?"- Otro grita angustiado de miedo
al ver cómo la Luna y el Sol se funden
en un abrazo efímero
que dura un solo segundo
que al mundo le parece eterno.
De nuevo el Sol adquiere su dominio
desde el inicio de los tiempos,
colocándose de nuevo
su corona y cetro
que en el abrazo había
perdido de vista
por un momento.
-"¡Ha pasado el peligro!"-
grita un señor desde un balcón anejo.
-"¿No no ha habido fin del mundo?"-
-"Señora, no lo creo"-
-"¡Pues vaya un fastidio!"-
grita a mi espalda un abuelo con sombrero
oscuro y con pinta, por qué no decirlo,
de pájaro de mal agüero.
Ya de regreso a la normalidad de nuevo,
vuelvo la vista hacia atrás otra vez
para despedirme como es debido
del lugar del que arribé
y al que, seguro, no volveré.
Este eclipse si de algo me ha servido
es para saberme un hombre nuevo
de espíritu guerrero,
por ahora dormido,
que ansía que el próximo por ver
en el año 2026
lo despierte de este sueño
en que se halla.
Y despierte en él, al menos,
las ganas
que años pretéritos
habitaban en él
y que de un día para otro, sin saberlo,
con su fe se fueron
sin intención de jamás volver.
Serán entonces cincuenta y uno, creo,
los años que por entonces tendré
y me pregunto: -"¿Lo volveré
de nuevo a ver?"- Eso espero.
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Poema publicado el 28 de Agosto de 2012
Cielo despejado. Horizonte limpio.
Gente caminando por la calle. Estrépito.
Alguien asoma de un portal cercano. Silencio.
Sol que baña un rostro pálido
a la espera del suceso.
Luna que comienza a avanzar en silencio.
Sol que ve cómo le comen el terreno.
Por un instante todo se torna gris, luego negro.
Alguien, absorto, mira el cielo
y se pregunta: -"¿Es el mismo
que los aquí presentes vimos
esta mañana?"- Otro grita angustiado de miedo
al ver cómo la Luna y el Sol se funden
en un abrazo efímero
que dura un solo segundo
que al mundo le parece eterno.
De nuevo el Sol adquiere su dominio
desde el inicio de los tiempos,
colocándose de nuevo
su corona y cetro
que en el abrazo había
perdido de vista
por un momento.
-"¡Ha pasado el peligro!"-
grita un señor desde un balcón anejo.
-"¿No no ha habido fin del mundo?"-
-"Señora, no lo creo"-
-"¡Pues vaya un fastidio!"-
grita a mi espalda un abuelo con sombrero
oscuro y con pinta, por qué no decirlo,
de pájaro de mal agüero.
Ya de regreso a la normalidad de nuevo,
vuelvo la vista hacia atrás otra vez
para despedirme como es debido
del lugar del que arribé
y al que, seguro, no volveré.
Este eclipse si de algo me ha servido
es para saberme un hombre nuevo
de espíritu guerrero,
por ahora dormido,
que ansía que el próximo por ver
en el año 2026
lo despierte de este sueño
en que se halla.
Y despierte en él, al menos,
las ganas
que años pretéritos
habitaban en él
y que de un día para otro, sin saberlo,
con su fe se fueron
sin intención de jamás volver.
Serán entonces cincuenta y uno, creo,
los años que por entonces tendré
y me pregunto: -"¿Lo volveré
de nuevo a ver?"- Eso espero.
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