Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Abrazado a tu tierra,
cuerpo en flor,
a tus praderas para galoparlas,
junio entrarÃa en nosotros como la luz entre
estos pinos.
EntrarÃa radiante, viniendo yo no sé
de dónde, pero cierto como un brazo de aurora.
y ya no habrÃa hora triste ni momento
malo.
En nuestros brazos tiene el tiempo
su dimensión más ancha, y para dar consuelo
y nos sentirnos solos, bastarÃa
con la certeza de tu cuerpo aquÃ,
como una flor que empuja o, más bien, como
aquel temblor de los cañaverales.
Y desde qué tristeza hemos venido,
desde qué infancia que nos han quitado.
Si bajo nuestra tierra está la tierra extensa,
la que pisaron otros hombres
con paso fiel o con melancolÃa,
yo quisiera decirte, preguntarte,
como a mà mismo me pregunto,
si en esta tierra extensa no ha quedado algo
nuestro,
un pasado de niños tristes bajo la lluvia,
algo, en fin, donde tú y yo vivimos,
donde hemos existido tú y yo ajenos, distantes
echados al olvido duramente,
antes que en nuestro pecho a un tiempo entraran
este junio radiante, esta otra vida.
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