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Madre - Poemas de Dante Franco Córdova Martínez



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Categoría: Poemas del Día de las Madres
Madre
Poema publicado el 14 de Enero de 2009

Dulce y sencilla palabra cual ninguna,
mágicas cinco letras llenas de encanto,
que al evocarla siempre, no hay duda alguna,
cubre nuestra existencia de un amor Santo.
Madre que simbolizas el sacrificio,
en la lucha constante que da la vida,
todo dolor en ti se hace ficticio,
todo pesar en tu alma, no halla cabida.
Como bella estampa, tu valor fulgura,
frágil y al mismo tiempo la más valiente,
y aunque tu pecho sienta las desventuras,
sufres y te resignas calladamente.
Son tus besos benditos nuestro consuelo,
cuando nos atormentan tantos dolores,
y con fruición inmensa pides al cielo,
dicha para tus hijos, tus bellas flores.
Todas las alboradas sienten tus pasos,
en la rutina diaria de tus quehaceres,
para con manos tibias, poder brindarnos,
los más grandes y hermosos amaneceres.
Los días desfallecen con tus fatigas,
llevándose con ellos los resplandores,
para luego en las noches, cual dos amigas,
confundirse en silencio en las oraciones.
Y va pasando el tiempo sin detenerse,
dejando en tus mejillas marcadas huellas,
junto a la juventud que se ve perderse,
con los tenues fulgores de las estrellas.
Madres que desfallecen en la pobreza,
y saben la amargura del desengaño,
madres que desconocen de la riqueza,
saliendo adelante por tantos años.
Madres que en la oficina bregan a diario,
madres trabajadoras, madres del campo,
madres maquiladoras sin calendario,
madre sin recompensa, ¡te admiro tanto!
Madres abandonadas a un cruel destino,
presas del sacrificio sin más testigos,
que los golpes certeros en el camino,
que amenazan su vida y la de sus hijos.
Joven sin experiencia, madre soltera,
que ilusionada un día fuiste de un hombre,
y de ese amor furtivo tal vez te espera,
darle a ese pobre niño, tan sólo un nombre.
Sola sabrás brindarle todo el cariño,
y aunque tantos engaños te desespera,
no sufras, que en el puño del cruel destino,
no eres la última en errar, ni la primera.
Verás a tu hijo crecer con tus cuidados,
y si algún día no sepa de su padre,
has de escuchar por siempre de sus labios,
bendito sea Dios, ¡tengo a mi madre!
A todas, nuestro amor, mucho respeto,
ahora que gozamos su presencia,
y hagamos que la magia del momento,
perdure con la gracia de su esencia.
Amemos con pasión y con dulzura,
a las madres, por todo su desvelo,
a ellas, que han quitado la amargura,
y han puesto en nuestras vidas el consuelo.
Mañana puede ser que ya muy tarde,
privados de su cándida figura,
lloremos la orfandad y la tristeza,
contemplando su fría sepultura.


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