Sin conocernos
Poema publicado el 13 de Junio de 2015
SIN CONOCERNOS
Qué extraño es el destino, ¡qué mago inigualable!, como juega con todo; con el bien, con el mal
con la dicha increíble, con la inmensa tristeza, con el amor y el odio, ¡qué duende universal!
Ya ves como en la magia de sus raros designios, me llevó hasta tu vida y me trajo tu voz
hizo que me conozcas, mucho, sin conocerme, y construyó un sendero de luz para los dos...
Sólo él ha podido cruzar nuestros caminos, y en esa cruz hermosa yo siento renacer
una vaga esperanza, una ilusión antigua, y el miedo ineludible de un fracaso tener.
Y así escribo tu nombre con la pluma del alma; y me creo poeta y me siento cantor
y canto en las mañanas de marzo, que me mira, sabiendo que a su paso me ha dejado una flor.
Una flor de ternura con tallos de misterio, y un perfume distinto que jamás percibí
que aroma los rincones de mi resurgimiento y adorna la ventana que hoy nuevamente abrí...
Quisiera estar viviendo como en el siglo 13; ser un juglar hispano, o un francés trovador
y llegar silencioso a tu balcón dormido a dejarte los lirios de mi canción mejor.
A tu nombre lo llevo para siempre grabado, como queda grabado el simple corazón
que inscriben los cinceles de los enamorados, en los viejos rosales o en algún paredón.
No quiero preguntarte si eres rubia o morena; si está el mar en tus ojos o la noche tal vez
simplemente prefiero del todo imaginarte; imaginar tus labios, tu cintura y tu tez.
Sigamos con lo extraño de ¡conocernos tanto!; sin conocer tu pelo, sin admirar tu piel
sin que veas mi rostro, sin mojarme en tu llanto, sin quebrar el misterio, juguemos vos, yo, y él.
De: Edgardo Urraco (Registrada)
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Poema publicado el 13 de Junio de 2015
SIN CONOCERNOS
Qué extraño es el destino, ¡qué mago inigualable!, como juega con todo; con el bien, con el mal
con la dicha increíble, con la inmensa tristeza, con el amor y el odio, ¡qué duende universal!
Ya ves como en la magia de sus raros designios, me llevó hasta tu vida y me trajo tu voz
hizo que me conozcas, mucho, sin conocerme, y construyó un sendero de luz para los dos...
Sólo él ha podido cruzar nuestros caminos, y en esa cruz hermosa yo siento renacer
una vaga esperanza, una ilusión antigua, y el miedo ineludible de un fracaso tener.
Y así escribo tu nombre con la pluma del alma; y me creo poeta y me siento cantor
y canto en las mañanas de marzo, que me mira, sabiendo que a su paso me ha dejado una flor.
Una flor de ternura con tallos de misterio, y un perfume distinto que jamás percibí
que aroma los rincones de mi resurgimiento y adorna la ventana que hoy nuevamente abrí...
Quisiera estar viviendo como en el siglo 13; ser un juglar hispano, o un francés trovador
y llegar silencioso a tu balcón dormido a dejarte los lirios de mi canción mejor.
A tu nombre lo llevo para siempre grabado, como queda grabado el simple corazón
que inscriben los cinceles de los enamorados, en los viejos rosales o en algún paredón.
No quiero preguntarte si eres rubia o morena; si está el mar en tus ojos o la noche tal vez
simplemente prefiero del todo imaginarte; imaginar tus labios, tu cintura y tu tez.
Sigamos con lo extraño de ¡conocernos tanto!; sin conocer tu pelo, sin admirar tu piel
sin que veas mi rostro, sin mojarme en tu llanto, sin quebrar el misterio, juguemos vos, yo, y él.
De: Edgardo Urraco (Registrada)
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