Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
A Nicanor Parra
Una mujer mordÃa una manzana.
Volaba el tiempo sobre los tejados.
La primavera con sus largas piernas,
huÃa riendo como una muchacha.
Bajo sus pies nacÃa el agua pura.
Un sol, secreto sol, la maduraba
con su fuego alumbrándola por dentro.
En sus cabellos comenzaba el aire.
Verde y rosa la tierra era en su mano.
La primavera alzaba su bandera
de irrefutable azul contra la muerte.
Una mujer mordÃa una manzana.
Subiendo, azul, una vehemente savia
entreabrÃa su mano y circulaban
por su cuerpo los peces y las flores.
Gimiendo desde lejos la buscaba
-bajo el testuz de azahares coronado-
el viento como un toro transparente.
La llama blanca de un jazmÃn ardÃa.
Y el mar, la mar del sur, la mar brillaba
igual que el rostro de la enamorada.
Una mujer mordÃa una manzana.
Las estrellas de Homero la miraban.
Volaba el tiempo sobre los tejados.
HuÃa un tropel de bestias azuladas.
Desde el principio, y por siempre jamás,
una mujer mordÃa una manzana.
Mi corazón sentÃa oscuramente
que algo brillaba en esos dientes.
Mi corazón que ha sido y será tierra.
¿ Te gustó este poema? Compártelo: