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Loreley.- (cuento).- - Poemas de Elizabett Tardiz



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Categoría: Poemas de Amor
Loreley.- (cuento).-
Poema publicado el 02 de Julio de 2014

Cuando tenía once años, un alma con verdadera vocación de maestra se cruzó en mi camino.-Ni alta, ni baja, un poco regordeta, cabello negro y fuerte, cara ovalada  muy blanca, con unos ojos color miel en  donde siempre asomaba una sonrisa.- Su nombre era Loreley, divorciada, con dos hijos , un varón de unos ocho años “endemoniado”, siempre causando algún problema pero de buen corazón, y una niña que para mí se parecía a esas hermosas muñecas que miraba a través del vidrio cuando una vez al mes viajábamos al pueblo a comprar el “surtido”. - A la escuela entrabamos a las diez de la mañana y salíamos a las quince horas.- Pero antes de comenzar el día escolar había que darle comida a los patos, a los pollos, a los perros, a los cerdos, lavar las jaulas, en especial el de la lora que siempre hablaba y silbaba como una loca cada vez que le dábamos pan con azúcar.-A las tres de la tarde cuando salíamos, teníamos que ir a buscar los terneros y atarlos, soltar las gallinas que  disfrutaban  del patio y el pasto de la vuelta.- La vida en el campo era simple, lejos de todo confort, muchas veces era una vida dura como cuando se inundaba el Tacuarí y quedábamos aislados.- Recuerdo una vez que mi madre ya no sabía qué hacer para darnos pan en la merienda, las tortas fritas que al principio las recibíamos como un manjar  pasaron a ser las “incomibles” y las galletas dentro de la bolsa de arpillera estaban tan duras que parecían piedras.- Fuera de eso era un placer despertar con el canto de los pájaros, con el balido de la vaca pidiendo por su ternero ,corretear el avestruz que perseguía a mi hermano más pequeño, desenredar la piola del “tero-tero” que habíamos criado guacho.- En el verano solíamos reunirnos al mediodía con los güirises de los alrededores a escuchar las últimas novelas de gauchos y matreros que pasaban en una radio de Montevideo.-Y el resto de la vida, se vivía en la escuela, mamá, “doña Manuela” para mis compañeros, era la cocinera, a todos les gustaba su comida, a todos, menos a mí.- Había que hacer otras cosas en la escuela además de estudiar, los padres hacían bailes, comidas y rifas para pintarla y solucionar todo tipo de deterioro que apareciera, incluso el sueldo de mi madre lo sacaban de ahí, ya que lo poco que ayudaba el estado no daba ni para alimentar los mínimos alumnos que éramos.- Uno de los patrones nos obsequiaba la carne que la íbamos a buscar en grupo de a dos a la cantina.-Cuando me tocaba ir jugábamos carrera todo el camino y con el palo que llevábamos para matar o alejar las víboras marcábamos una línea en el piso que simulaba ser la salida de la carrera,  siendo la llegada algún poste cercano.- Y un día de estos,  llegó esta maestra- directora con sus hijos y su mudanza, porque las maestras vivían en la escuela.- Y cuento a aquellos que no tuvieron la oportunidad  de ir a una escuela rural, que solo contábamos con dos maestros para toda la escuela.- Primero, segundo y tercero en un salón con una maestra, cuarto ,quinto y sexto con la otra maestra que por lo general oficializaba también como directora.-Los niños vivían en las estancias, o en los puestos que se situaban a mitad del camino en el medio de la nada absoluta , los más afortunados en donde me encontraba incluida, vivíamos en el “pueblito”, cuatro o cinco casas, una cantina y la escuela hacían que el canal que llevaba el agua para el arroz fuera  pintoresco tras la mirada lejana donde la isla de eucaliptus era la única sombra que se podía divisar.-Como era un poco inquieta, esta maestra tuvo la gran astucia de convertirme en su ayudante, en donde yo ajena a su sicología, me ufanaba de ser su elegida.- En cierto modo hasta el día de hoy estoy convencida de que en verdad lo era.- Había llegado a sexto año con una letra que según mi abuela parecían unos “ganchos de carnicería”, a pesar de ser una de las mejores lectoras del salón no podía hacer que mi mano zurda escribiera bien.- ¡Cuánto había sufrido con esa bruja-maestra que tuve en tercero! Con su ojo de lince y su ¡NO! Impertinente que  impedía que escribiera o comiera con esta mano bendita que nunca permití corregir! Soñaba con salir victoriosa y demostrarle al mundo una delicada y fina caligrafía.- Pero era muy obvio que lejos, muy lejos estaba de lograrlo.- Así que un día apareció uno de mis ángeles, de los muchos que la vida me ha dado.- Extendiendo en su mano un cuaderno de doble raya y el sonido de su voz diciéndome: “coloca el cuaderno como quieras pero usa lápiz y goma”.- Una cursiva maravillosa apareció ante mis ojos, primero comencé con las mayúsculas y luego seguí con las minúsculas.-Lo hacíamos fuera de hora, después de ayudar a  mi madre a levantar los bancos donde nos sentábamos a estudiar para que ella pasara el paño de piso.- Creo que ese año complete miles de cuadernos, pero, al finalizar otra Eliza escribía mis poemas.- Una letra digna de un ste. Completaba la vida.-Y no solo fue una caligrafía hermosa lo que me obsequio, gracias a ella tuve la oportunidad de leer valiosos libros como “corazón”, “mujercitas” entre otros , incentivando mi propio vuelo y a su vez contándome de ese mar que yo no conocía a pesar de tenerlo en mi propio país.-Yo solo sabía de arroyos y ríos con bagres y tarariras y solo en mi imaginación o en “Moby Dick” podía divisar  una ballena.- ¡Qué grande es el mundo cuando existen las Loreley! Todos tenemos algo de rio, algo de mar, algo de campo y de ciudad.- Esto no es un simple cuento, es una historia para recordar y un motivo para agradecer.-


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